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El piloto alemán condujo para el concurso de una reconocida marca de zapatos, donde le objetivo era, precisamente, no gritar.

Los pilotos de Fórmula 1 Sebastian Vettel y Sébastien Buemi fueron los verdugos de los concursantes que se subieron de copiloto para llevarse el premio, la cantidad de zapatos que lograron en una etapa previa. El reto era ser el acompañante de los pilotos que acostumbran a acelerar a fondo sin emitir algún grito.

Por cada expresión de miedo, susto o asombro se le descontaron un par de zapatos de su haber. Tan dura fue la prueba para algunos, que una concursante debió bajarse del auto para poder vomitar tras marearse por las curvas y velocidad del auto.

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