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Un ejercicio deja en evidencia la conducta dependiente de uno e indiferente del otro.

El profesor Daniel Mills de la Universidad de Lincoln llevó a cabo un examen psicológico para demostrar que los gatos son diferentes a los seres humanos y los perros.

Los gatos no tienen los mismos lazos emocionales con su propietario, situación muy diferente en los seres humanos y los perros.

Estos últimos viven situaciones de estrés cuando quedan solos y demuestran su ansiedad cuando ven llegar a los humanos con que tienen vínculo, además de preferirlos sobre extraños.

En el caso de los gatos la situación es completamente inversa: no les importa si su dueño sale y menos si regresa, generando más bien una situación de dependencia al revés: el humano es quien “le mueve la cola”.

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