Liberan a todos los hinchas detenidos antes de los incidentes en Valparaíso
“Lo importante era ganar la copa, tener la 31 en nuestras vitrinas”. Con esas palabras, Aníbal Mosa, presidente de Blanco y Negro, tapó con una estrella una jornada negra para el fútbol chileno.
Sí, el equipo más ganador de la historia del fútbol chileno sumó un nuevo campeonato para sus vitrinas, pero lo hizo sin jugar su último partido. La derrota de los cruzados permitió que se gestase una celebración, en una fecha vergonzosa que dejó a un estadio desierto.
Tras esa triste imagen que este domingo dejó el campeonato nacional sobre la cancha, el cacique celebró sin público. Pero el haber sido el mejor equipo del torneo quedó en segundo plano, porque la victoria más importante fue la de esos hinchas que se trazaron como objetivo parar la pelota. Y lo consiguieron.
Que el fútbol fuese suspendido por una gresca, representó la guinda de una torta amarga en el que los sucesos extra deportivos fueron protagonistas durante todo el segundo semestre en el balompié criollo. Si por un lado dirigentes corruptos y futbolistas con líos judiciales marcaron pauta, por otro lado los barristas nos recordaron que el “profesionalismo” del espectáculo deportivo tiene que estar entre comillas por estas latitudes.
Los hinchas, armados para ser parte de una batalla campal, impidieron que la pelota fuera la protagonista. Peor aún, las autoridades gubernamentales ya anticipan que no habrá público en las graderías si el espectáculo – que consideran privado – no está a la altura de sus requisitos. Como si esa fuera la panacea, la gran solución a la enfermedad que aqueja al fútbol chileno.
Y aunque los dardos se acumulan contra el plan Estadio Seguro, el debate sobre la violencia y el fútbol parece estar entrampado por los mismos argumentos de siempre. Aunque los estadios han sido mejorados, bien parece que solo hay retrocesos en los últimos 25 años. De avances, nada.
De ahí que no sorprende que se instale la imagen de que el fútbol visto por el CDF sea el que parece ser el único realmente seguro. Pero en esas mismas pantallas de televisión, hubo solo un reflejo el domingo: el de miles de rostros avergonzados, que vieron un final de campeonato en el que todos los involucrados han puesto su granito de arena como contribución.