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Falta casi un mes para el inicio formal del verano, pero la temporada de incendios forestales comenzó por adelantado y con una fuerza inusual. Las altas temperaturas que han superado los 34 grados en algunas partes de la zona central, sumado a los descuidos o eventuales intencionalidades del hombre, han generado más de 13.000 hectáreas de vegetación incendiada con más de 40 focos, 18 de los cuales están aún activos.

Una tragedia medioambiental y también una preocupación para cientos de personas que se han visto amenazadas por algunos de esos incendios, que debe llevar a un debate sobre cómo opera el sistema para combatirlos. Los recursos de Conaf para el ataque de incendios crecieron un 40% en 2016, según su Director. Se invirtió en dos aviones especializados en la materia y otro llegará en diciembre. También se aumentó en personal. Pero es necesario preguntarse si todo aquello es suficiente pensando en el mediano y largo plazo.

Eso incluye proyectarse hacia el escenario que configurará el cambio climático en nuestro país, que tendrá enormes repercusiones. Entre ellas, escasas lluvias que generarán vastas zonas de vegetación más seca, y mayor frecuencia de olas de calor, como las vistas en las últimas semanas. Por ende, condiciones mucho más propicias para la ocurrencia de incendios. ¿Estamos preparados? A la vista de lo ocurrido hasta ahora, solo a medias. El proyecto que moderniza la Oficina Nacional de Emergencias aún sigue congelado en el Congreso, pareciera que el escenario político no tiene este tema entre sus prioridades.

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