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Viendo el debate público en Chile, parece que enfrentamos una enorme población de inmigrantes que no trabajan, no aportan a la economía y en cambio engrosan las filas de la delincuencia.

El ex presidente Piñera asegura que “muchas bandas de delincuentes son de extranjeros”. El senador Ossandón habla de un “choque cultural violento”. Y el diputado Fuenzalidsa plantea que los chilenos “están aburridos” de que los extranjeros usan las prestaciones sociales. Esas son frases. Pero, ¿qué dicen los hechos? 

Veamos: los migrantes representan sólo el 2,8% de los habitantes de Chile, contra 13% promedio en la Ocde. Y son apenas el 2,4% de los reclusos en cárceles. Según la Defensoría, de cada 100 extranjeros en nuestro país, apenas uno fue detenido por presuntos delitos el año pasado. Los migrantes delinquen en proporción menos que los chilenos. 

Hay más: según la encuesta Casen, los extranjeros en Chile promedian 12,7 años de escolaridad, contra 10,7 de los chilenos. El 74% de los migrantes está ocupado en un empleo, contra el 53% de los chilenos. Proporcionalmente, son más los migrantes afiliados al sistema de pensiones y a las Isapres, y menos los que usan los tramos A y B de Fonasa.

Los hechos dicen que en nuestro país los migrantes delinquen menos, trabajan más, tienen mayor escolaridad, y aportan más a la seguridad social que los chilenos. Si vamos a debatir este tema en serio, tenemos que partir de esos hechos, no de frases que dan una visión totalmente distorsionada de la realidad de la migración en Chile.

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