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¿Qué hay entre Trump y Putin? Es la pregunta que recorre como un escalofrío los círculos diplomáticos mundiales, la política europea, a los jerarcas chinos y los pasillos del poder en la Casa Blanca y el Capitolio.

Durante su campaña presidencial, Donald Trump habló con admiración del autócrata ruso y amenazó con retirar posiciones de la OTAN en Europa Central. Y hoy Trump designó como secretario de Estado a Rex Tillerson, el máximo ejecutivo de la petrolera Exxon, la sexta compañía más grande del planeta. Tillerson ha hecho grandes negocios con Putin para explotar petróleo ruso, tienen una estrecha relación de confianza, e incluso Putin lo condecoró con la Orden de la Amistad.

Ahora Exxon tiene negocios por decenas de billones de dólares congeladosdebido a las sanciones estadounidenses contra Rusia, sanciones que el nuevo gobierno deberá decidir si mantener o levantar. Razones y conflictos por los que varios senadores republicanos han expresado sus aprensiones sobre el nuevo secretario de Estado, que el Senado debe ratificar.

Lo más perturbador es que la inteligencia estadounidense está convencida de que Rusia intervino en las elecciones estadounidenses, hackeando y filtrando información que dañaba a Hillary Clinton, para beneficiar a Trump. No deja de ser una ironía histórica que la CIA, que tantas veces intervino para instalar gobernantes afines en muchas partes del mundo, ahora sospeche que puede haber pasado lo mismo, pero esta vez con Estados Unidos como objetivo, y con consecuencias que ni siquiera podemos imaginar.

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