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Sabemos que las catástrofes sacan a relucir lo mejor y lo peor de una sociedad. Ayer, en este editrorial, hablamos de algo de lo peor: la profusión de noticias falsas que irreponsablemente algunos inventan y echan a corre, y otros, difunden a través de las redes sociales. Y hoy, nos parece justo hablar de lo mejor: de la solidaridad que surge para ayudar a quienes sufren por la emergencia.

Solidaridad que surge desde muchas partes. Desde quienes usan esas mismas redes sociales para un fin positivo, organizando campañas de recolección de fondos y materiales para brigadistas y vecinos afectados. Desde voluntarios que están desplegados entregando ayuda médica o un reponedor  de consomé, como ocurre esta noche en Santa Olga. También de grupos empresariales que hacen donaciones, para traer un gran avión que combata el fuego, o para comenzar la reconstrucción de localidades golpeadas. Desde otras naciones, cuando Rusia envía otra gran aeronave, cuando gobiernos de América, Europa y Asia ofrecen ayuda, y cuando llegan brigadistas a colaborar desde países como Colombia y Perú. Un gran gesto de solidaridad en respuesta a quienes en Chile ven con reticencia, o derechamente con xenofobia, el arribo de inmigrantes de esos mismos países. 

Es lo mejor de lo nuestro, y de nuestros países hermanos; una mirada que también es importante recoger y destacar mientras continúa la lucha contra los terribles incendios forestales. 

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