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En Chile, la “Seguridad social” está en gran parte privatizada. Y hoy, paralelamente, dos empresas viven crisis que ponen en duda la verdadera seguridad de la que gozan sus afiliados: hablamos de la AFP Planvital y de la Isapre Masvida.

El último caso es el más dramático. La severa crisis económica de Masvida ya ha golpeado a sus pacientes, ya que por las deudas las clínicas se están negado a reembolsar prestaciones. La superintendencia liberó 20 mil millones de pesos en garantías y le dio un ultimatum de 10 días.
La posible quiebra o cierre de Masvida podría dejar en la indefensión a sus afiliados con preexistencias, que podrían no ser aceptados en ninguna isapre, algo que ya ocurrió con un cuarto de los pacientes cuando quebró la isapre Vida Plena, en 2003.

La AFP Planvital en tanto está enfrentada con la superintendencia por su plan para cerrar casi la mitad de sus sucursales a nivel nacional. Lo más grave es que Planvital ganó las últimas dos licitaciones de usuarios, por lo que todos los trabajadores que entren en el mercado laboral deben permanecer en ella por 2 años. O sea, más usuarios, atendidos en menos sucursales, y que no pueden cambiarse por malo que sea el servicio.

Las quiebras y reducciones de empresas son parte del mercado, claro, pero siempre y cuando los clientes puedan elegir cambiarse. Un lujo que no tienen los pacientes con preexistencias de Masvida, ni los licitados de Planvital. Para ellos sòlo queda la incertidumbre, en lo que paradojalmente debería ser un sistema de seguridad social.

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