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La madrugada de este martes Mariana Aylwin debía abordar un avión con destino final a La Habana. La militante de la DC iba a participar de un homenaje póstumo a su padre, el ex Presidente Patricio Aylwin. Pero no alcanzó a abordar pues el Gobierno cubano le negó la entrada. ¿La razón? La declaró “inadmisible”, sin especificar las razones. Pero se entiende que su visión crítica sobre el régimen es el argumento central en esta decisión que escaló hasta tensionar las relaciones diplomáticas entre ambos países.

La Cancillería chilena ráidamente manifestó su molestia y llamó a consulta al embajador chileno en La Habana. Uno de los mecanismos formales más duros de queja en las relaciones exteriores. ¿Se justifica la reacción del Gobierno? Sí, porque se trata de un veto injustificado, arbitrario, que tal como dijo el Canciller subrogante, atenta contra el derecho a libre tránsito entre dos países amigos y tiene como telón de fondo la ausencia de libertad de expresión en la isla.Rasgos que en realidad no deberían extrañar a nadie en una dictadura como la cubana.

Sin embargo el incidente no pilló de sorpresa a los involucrados. Era previsible. Mariana Aylwin estaba advertida de las dificultades del acto, por los obstáculos impuestos por el Gobierno cubano.

Pero aún así quizo ir y forzó una situación que era evitable y que trajo consecuencias diplomáticas serias, porque obligó al Gobierno chileno a entrar en esta disputa diplomática. No una provocación, como han dicho algunos. Pero sí una jugada para marcar un punto político que tuvo sus costos externos… y otros internos. la DC nuevamente se enfrenta al Partido Comunista por sus posiciones sobre Cuba, en momentos en que la Nueva Mayoría busca definir su futuro.

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