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En octubre de 2016 se estrenaba en Estados Unidos  “Moonlight” (“Luz de Luna”), cinta que costó un millón y medio de dólares, y que comenzó en un circuito de salas independientes, mientras que de forma paralela la crítica de deshacía en elogios.

Moonlight” pasó de los halagos de los críticos a triunfar en los festivales Telluride y Toronto, dos de los más importantes para conocer las nuevas tendencias de la industria. Y distribuida por la pequeña productora A24 comenzó a robarse todas las miradas, hasta llegar lo más alto y quedarse con el Oscar más importante, el de “Mejor película”.

La película es una adaptación de la obra de teatro de Tarell Alvin McCraney, y su título hace referencia a un dicho que afirma que los chicos negros parecen azules bajo la luz de la luna. La trama se centra en un afroamericano en Miami, que debe lidiar con una madre drogadicta, el acoso escolar, el amor, su homosexualidad y el desarrollo de esta en un torno hostil y represivo. No hubo ensayos previos y la química entre los protagonistas fue instantánea.

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