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El mundo y en especial los animalistas, están de luto. Esto luego que el Océano Antártico se tiñera de rojo después de que una flota japonesa matara a 333 ballenas de entre las cuales, 207 estaban preñadas.

A pesar de que la Corte Internacional de Justicia prohibiera en el año 2014 que se realizaran este tipo de cazas, esto sólo sirvió durante un tiempo ya que volvieron a hacerlo.

Japón se excusó diciendo que el consumo de la carne de ballena es parte de su cultura y que además, estas especies no están en peligro de extinción.

Esto no para aquí ya que el país nipón pretende cazar cerca de 4 mil ballenas en los próximos 12 años. Su justificación para hacer esto es que están realizando una investigación para lograr revivir la cacería comercial de estos animales.

Lo más desolador es que la población japonesa ya no consume carne de ballena.

Uno de los responsables de la agencia japonesa de pesca indicó que paralelamente a la caza, los pescadores llevaron a cabo investigaciones no letales, que incluyen la extracción de muestras de piel y la fijación de sistema GPS en algunos ejemplares para “estudiar los itinerarios de migración”.

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