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Un feriado irrenunciable, 21 preguntas, 538 mil censistas y un número por conocer de censados. Claro, porque una de las interrogantes que podremos contestar con el Censo de mañana es la más básica de todas: cuántos somos.

No han faltado las controversias en este censo abreviado. Por ejemplo, la exclusión de tradicionales preguntas sobre discapacidad, o el debate sobre si los médicos del sistema público debían o no ser obligados a censar.

Y como las redes sociales dan para todo, no han faltado los que pidan boicotear el Censo para protestar contra el gobierno, contra las AFP o hasta la inmigración.

Hay reclamos que tiene sentido y otros que no. Como las cifras permitirán diseñar mejores políticas públicas para el próximo gobierno, contestar es clave para enfrentar temas tan relevantes, como la previsión o la inmigración. Pero por lo mismo incluir a las personas en situación de discapacidad sí hubiera agregado datos relevantes.

No se trata sólo de saber cuántos somos, sino también de cómo vivimos. Información indispensable para distribuir recursos entre comunas, plantear prioridades para la inversión social y focalizar el correcto gasto de la plata de todos nosotros.

Pero mañana hay algo tanto o más importante en juego: la convivencia entre nosotros. En un clima de desconfianza y sospecha hacia el otro, a pesar de que haya peros es EL momento de ser amable, acogedor y tomarse unos minutos en beneficio de todos.

El momento de demostrar que los chilenos sí podemos trabajar en equipo, en un esfuerzo que no pertenece ni a un gobierno ni a un sector político. Es muy fácil: sólo hay que abrir la puerta y contestar.

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