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“No renunciaré”. Desafiante, el presidente de Brasil enfrentó la gravísima crisis en que se sumió el país.

Hoy se publicó el audio de una conversación ocurrida em marzo entre el presidente Michel Temer y el empresario Joesly Batista.

En ella, Temer aconseja seguir pagando al ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, condenado a 15 años de cárcel por corrupción. Con esto se intentaría comprar su silencio y obstruir las investigaciones judiciales.

En medio de protestas que exigen la renuncia del Presidente, el Tribunal Supremo abrió una investigación contra Temer, que podría llevar a su destitución o a un juicio político en el Congreso…

Precisamente la misma vía por la que Temer llegó al gobierno, después del impeachment contra Dilma Rousseff, de quien él era vicepresidente. Si eso ocurre, el Congreso debería elegir a un nuevo Mandatario, aunque crece la demanda porque el mecanismo no sea ése sino elecciones populares.

Para las cuales el favorito podría ser  Lula, también involucrado en las investigaciones por corrupción. La crisis es tan grave, precisamente porque el sistema parece carcomido en su totalidad, y ningún líder político tiene legitimidad para limpiarlo.

Hasta ahora el impopular Temer ha tenido el apoyo de los grandes grupos económicos, pero también ellos parecen haber entrado en pánico: hoy la Bolsa de Sao Paulo sufrió su peor desplome en 10 años, arrastrando incluso al mercado chileno. 

El fantasma de la ingobernabilidad cruza Brasil a esta hora; una trama en que demasiados involucrados, casi todos, tienen mucho que temer.

 

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