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Cumbre hoy en la Moneda. Presientes de la república, de la corte suprema, el senado y la cámara de diputados. Tema a tratar: los niños vulnerados.

Algo que ocurre tarde, mal y nunca: que los más débiles sean prioridad en la agenda de las más altas autoridades del Estado.

Pasó con el caso Spiniak, con la muerte de Lissette Villa o con la revelación de los 1.313 muertos del Sename. Pero una vez que el impacto de esos hechos terribles se desvanece, también ellos vuelven a ser invisibles.

Es que los niños vulnerados no tienen poder económico, capacidad de organizarse ni redes de influencia. No pagan campañas ni tienen padrinos políticos… no marchan, no contratan empresas de lobby ni agencias de comunicaciones.

¿Será distinto esta vez? El rechazo del informe de la comisión investigadora y las denuncias del diputado Saffirio han puesto en una encrucijada al gobierno, forzado por la opinión pública a tomar medidas inmediatas para resolver la crisis.

Una crisis que sigue ocurriendo día a día, como reconoció el ministro de Justicia en CNN Chile, al admitir que 39 personas relacionadas al Sename han muerto durante su gestión. ¿Cuántos de ellos son niños? ¿En qué circunstancias fallecieron? El ministro no lo sabe.

Hay proyectos en trámite en el Congreso, pero no han tenido prioridad legislativa, ni en este ni en los anteriores gobiernos. Los niños no pueden esperar, suele repetirse… pero llevan años esperando -y a veces, muriendo en ese espera- que, pese a los buenos augurios, aún continúa.

 

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