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Si quedaba cualquier duda, el Papa la despejó hoy, antes de dejar Chile. El obispo Barros, que lo acompañó en Santiago, Temuco e Iquique, tiene todo su respaldo.

Las sombras de Barros, Karadima y los abusos sexuales en el clero marcaron toda la gira papal, y pueden ser una de las explicaciones de que la presencia de público haya estado muy por debajo de las multitudes que Francisco ha reunido en otros países latinoamericanos.  

Esa baja concurrencia refleja la nueva realidad de la Iglesia Católica, que pierde fieles cada año en una sociedad más crítica de las jerarquías y más cuestionadora de la fe. 

Según el Latinobarómetro, Chile es el país que menos confìa en la iglesia católica, con una caìda del 80 al 36% en los últimos 20 años, y el que peor evalúa al Papa Francisco, quien había tratado de tontos y zurdos a los laicos de Osorno.

Pero hay zonas de nuestro país en que la Iglesia Católica mantiene su prestigio. Algo de eso mostró la gira al destacar, por ejemplo el valioso trabajo que hacen religiosos en la cárcel de mujeres o con los inmigrantes. 

Una cara luminosa que sin embargo quedó ensombrecida por un obispo polémico y un Papa que hipotecó el éxito de su gira al respaldarlo. 

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