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En medio de las novedades ministeriales, de la aprobación de la ley de educación superior o de la ratificación de la condena de Lula una vez más ellos pasan a segundo plano.

Los niños. No los suyos probablemente. No los de los políticos o empresarios, no los de la mayoría. Sino los más vulnerables… los del Sename.

Hoy conocimos el informe del Instituto de DDHH y el panorama es desolador. 8 de cada 10 declaró haber sido sancionado por funcionarios con castigos que van desde privación de bienes a maltrato físico.

1 de cada 2 sufre violencia física o psicológica de sus pares, el 25% no está separado por sexo y el 70% de los mayores de 14 años presenta síntomas de depresión. Como no. Esto debiera ser emergencia nacional, en este tema no debiera haber ningún obstáculo para que todos los sectores lleguen a acuerdo en el Parlamento.

No hay excusa alguna para seguir llegando tarde. Cuando todos dicen que van a poner a los niños primero en la fila, es momento de dar pruebas concretas de aquello, ponerse a trabajar y que sea prioridad los menores que desde el retorno a la democracia NUNCA lo han sido.

Porque esta noche cuando usted le dé un beso y haga dormir a sus hijos, habrá cientos de niños que no van a poder cerrar los ojos de angustia y miedo. O que sabrán que si los cierran sus pesadillas no serán más que lo mismo que viven de día. Los niños del Sename a los que se les roba la infancia.

 

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