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El nombre Huracán no pudo estar mejor elegido. Vientos de acusaciones, lluvias de incertidumbre, y las confianzas devastadas entre quienes se suponen deben operar para dar con los respnsables de hechos violentos. Un verdadero desastre en la persecución del delito.  En la escala Saffir Simpson, sin duda un Huracán categoría 5.

La Fiscalía y Carabineros se acusan de haber manipulado pruebas por una parte y por otra, de haber filtrado información relevante además de amparar a quienes serían responsables de delitos graves.

Hace pocas horas el alto mando decidió que un General coordine la entrega de los equipos requeridos para ser periciados. La Fiscalía por su parte decide no perseverar en la indagatoria justamente por la contaminación de las pruebas y aún no hay certeza sobre si se abrirá o no una nueva investigación.

Aquí una de las dos partes miente y no sabemos quién. El gobierno- que incluso se querelló en este caso, avalado por las pruebas presentadas por Carabineros,- hoy dice que se debe esperar, y que sea el que sea q resulte responsable, el costo institucional de quien corresponsa será muy alto.

Como sea, no hay que perder de vista lo relevante:

UNO, que es un hecho objetivo que la violencia no es una invento, no es un montaje en redes sociales, sino un porblema real que requiere de atajo. DOS: que la verdad debe saberse pronto y sin dilaciones, le cueste el cargo a quien le cueste, y con independencia de quienes indagen los hechos, tanto en la Fiscalía como en Carabineros. Y TRES que tendrán qe trabajar seriamente en la reconstrucción de las confianzas mutuas, porque lo quieran o no, tendrán que seguir investigando este y muchos otros casos donde las víctimas esperan que los que estén en el ojo dle huracán sean los responsables y no los encargados de perseguirlos.
 

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