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Con el fin de ahorrar energía, la Municipalidad de Providencia incorporará la tecnología de “iluminación inteligente” en cuatro de sus plazas públicas.

Se trata de las plazas Uruguay, Río de Janeiro, La Alcaldesa y Atria, que se sumarán al Parque Inés de Suárez, que fue remodelado por la Línea 6 del Metro y ya cuenta con luminarias led, que son gestionadas a distancia con un sistema de tecnología Owlet.

Se trata de un “sistema de iluminación a la carta”, que permite que las luces enciendan, apaguen o regulen su intensidad en la medida que cambia la circulación de las personas o vehículos por el sector.

En palabras simples, cada vez que la tecnología detecta a un peatón o ciclista pasar, sube el flujo de la luz, mientras que, si no hay nadie pasando, la luz bajará su intensidad.

Este sistema no sólo permite disminuir los costos de mantenimiento, dado que se ahorra hasta un 75 % en promedio, sino que además reduce la contaminación lumínica, uno de los problemas que actualmente afecta a gran parte del mundo.

“Es importante replantear el sistema de iluminación de las ciudades para disminuir la contaminación lumínica que nos afecta a todos, sin ni siquiera sospecharlo”, afirma Paulina Villalobos, arquitecto de la Universidad de Chile y directora de la iniciativa “Noche Zero”.

La experta asegura que los efectos de la contaminación lumínica son gravísimos. Por un lado, afecta a la ciencia, porque impide la observación del cielo en la mayoría de los países del mundo. También altera el ecosistema, porque interviene con el ciclo de vida de la flora y la fauna al modificar la luz natural durante el día y la noche.

Además, tiene importantes consecuencias sobre la salud de las personas, porque trastorna el ciclo que regula las funciones metabólicas del organismo, y disminuye la calidad de vida de la gente que habita las ciudades.

“Es urgente incorporar nuevas tecnologías en la iluminación de las ciudades. Si seguimos así, no sólo el metabolismo de las personas se verá comprometido por el exceso de luz artificial, sino que además cerca del 70 % de la población del mundo va a morir sin haber visto la vía láctea, pudiendo hacerlo”, explica Paulina Villalobos.

Mientras las autoridades no tomen medidas concretar para cambiar la forma en que se iluminan las grandes ciudades, los ciudadanos pueden evitar los efectos del exceso de luz recurriendo a ciertas técnicas.

Una alternativa viable es instalar en las casas unas cortinas blackout, que no sólo funcionarán como cortinas térmicas ─aislantes del frío y del calor─, sino que además impedirán que la luz ingrese de forma directa a las habitaciones, permitiendo un descanso profundo y reparador.

“El exceso de luz en una ciudad, sobre todo durante la noche, puede afectar al metabolismo de sus habitantes, en concreto algunas células en los ojos, y modificar la producción de hormonas como la melatonina. Este tipo de cambios tiene resultados directos en la salud de las personas y puede dañar su calidad de vida”, señala Villalobos.

Por ello, es fundamental que los mismos ciudadanos se resguarden y tomen medidas concretas para evitar los efectos de la luz en el organismo.

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