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CNN Chile tuvo acceso a parte de la carta enviada por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz el 10 de mayo pasado a los miembros de la Conferencia Episcopal chilena. 

En ella señala: “Tildándome de delincuente, encubridor, criminal y persona despreciable. Uno de los acusadores desde Roma declaró que se alegraría de verme en la cárcel”.

Con el objetivo de defenderse de las acusaciones de encubrimiento por parte de las víctimas de Fernando Karadima, el religioso envió la misiva asegurando que se apegó a la ley canónica.

A continuación, algunos puntos que descatamos de la carta:

Desde el dolor d elos abusos suponen que yo encubrí al padre Karadima cuando era arzobispo de Santiago pero jamás he encubierto a alguien a lo largo de mi vida, ni al  padre Karadima ni a nadie, mi sentido de justicia no me lo permitiría. Lo que pueod reconocer es otra cosa: el rpoceso penal exigió un tiempo largo por  las dificultades que tuvo que enfrentar (sic)“, indicó.

Errázuriz aclara que “La verosimilitud fue clara cuando presentó su denuncia el tercer acusador, el señor Juan Carlos Cruz. Si bien en marzo del año 2007 le anunció al canciller de la curia arquiodiocesana que prsnetaría una denuicia, la prsentó EL 14 DEen agosto de 2009, en menos de 3 semans fui a Roma y contacté a monseñor Charles Scicluna, promotor de justicia de la congregación para la doctrina de la fe sobre el proceso que debíamos iniciar en la arquidiócesis para responder a esta acusación ya otras dos anteriores. Gracias a su experiencia monseñor Scicluna me dio excelentes indicaciones para la investigación y desarrollo del proceso penal. Entre otras cosas me imanifestó que me iban a llegar muchas cartas alabando al acusado, las cuales no son utiles para el proceso por eso, de hecho, no las leí“.

El cardenal detalla lo siguiente: “El 18 de junio  de ese año y en cumplimiento del mandato canónico, se le emitió toda la documentacióna la Santa Sede, incluso el juicio negativo al cual había llegado tb el sgeundo promotor de justicia. Agregue dos peticiones: que la sentencia fuera dictada lo antes posible y que  se levantara la prescripción de los hechos, de manera que fuera juzgado conforme a la  verdad y a la justicia, considerando su gravedad. En base a la documentación enviada y  sin pedir nuevas investigaciones , antes de fin de año la sentencia condenatoria estaba dictada. Poco después fue rechazada la pelación que hizo el acusado Es claro que no hubo de mi parte ni crímenes ni encubrimiento alguno, de lo contrario no habría pedido que se levantara la prescrpción en l juicio canónico. Sin embargo reconozco una omisión importante: siendo obispo era la primera vez que me  tocaba actuar como juez. Como juez estaba obligado a tomar distancia para juzgar con objetividad”.

Además explicó que “Como juez estaba obligado a tomar distancia para juzgar con objetividad. Por eso ls acusaciones las recibió un obispo auxiiar, el canciller de la curia, un promotor de justicia. Pero esa distancia  me impidió actuar con la cercanía del pastor. Hace años, en una entrevista afirmé que no lo haría asi si tuviera que abordar otro caso semejante: optaría por la cercanía y el apoyo que las víctimas desean y esperan del pastor y delegaría la función de judicial. La distancia ocasionó en las víctimas un dolor inmerecido, que no tuve la intención de causar“.

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