La violencia hacia las mujeres se puede expresar a través de sus seres queridos cuando el agresor ya no tiene acceso directo a la víctima: amenazar con quitar la pensión alimenticia, con la custodia del hijo/a, el castigo femicida o parricidio son algunas de las formas en que esta se materializa. En CNN Chile hablamos con distintas expertas: "Al separarse se cree que la violencia se acabó. Sin embargo, comienza una de las peores torturas", afirma Daniela López.
“Es súper difícil ir a una comisaría y decir ‘quiero que me devuelvan a mi hijo’ cuando no hay nada legalizado”.
Con esas palabras, Elizabeth (nombre ficticio) describe uno de sus mayores miedos: que su ex pareja y padre de su hijo de tres años se lleve al niño. En conversación con CNN Chile, la mujer de 26 años relata el martirio que vive desde que decidió poner fin a la relación sentimental con el hombre.
“Yo estudiaba, trabajaba y hacía deporte. Esa era mi vida. Cuando terminamos la relación, empecé a ser víctima de manipulaciones y presiones respecto al cuidado de mi hijo. Me decía que era una mala madre y dejaba a mi hijo tirado”, manifesta Elizabeth.
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Tras decidir separarse de su pareja, la joven madre estuvo un año sin recibir ayuda económica para la crianza del niño: “Desde que hice la solicitud de mediación me está transfiriendo un monto de dinero, me pidió una lista de gastos, no me creyó. ‘¿Para qué quieres tanta plata?’, me dijo, pero no era tanta plata, eran los gastos del niño. Ahora me deposita $100 mil, a veces $120 mil al mes, todo depende de su estado de ánimo”.
Elizabeth, quien por protección decidió resguardar su identidad, ha recibido amenazas y manipulaciones por parte del padre de su hijo. Durante los últimos seis meses ha experimentado terrores nocturnos. “¿Por qué el padre de mi hijo lo usa para dañarme a mí?”, se pregunta la mujer que está dispuesta a soportarlo todo para que su hijo no sufra.
Lo que vive Elizabeth tiene un nombre: violencia vicaria, un tipo de violencia de género hacia las mujeres madres para dañarlas a través de sus seres queridos, sobre todo mediante los hijos e hijas que tienen en común con los agresores.
Un agresor no puede ser un buen padre
Daniela López Leiva, abogada feminista con magíster en Derecho en Género y fundadora del estudio jurídico AML Defensa de Mujeres, ha estudiado este tipo de violencia y, además, ha litigado y ganado causas en donde las madres son víctimas de este tipo de maltrato, marcando un hito en tribunales chilenos que han reconocido violencia vicaria.
“Cuando las mujeres se separan del agresor se cree que la violencia se acabó. Sin embargo, ahí comienza una de las peores torturas, la violencia más perversa, que en términos mundanos o comunes se denomina ‘te voy a dar donde más te duele’. Los hombres ocupan a los hijos y/o hijas en común como instrumento de maltrato a la mujer, lo que al mismo tiempo constituye maltrato infantil”, explica.
Asimismo, añade que “si un hombre tiene antecedentes por violencia intrafamiliar (VIF) y violencia doméstica en contra de la madre de los hijos, que es la cuidadora principal de los niños, no va a ser un buen padre, eso no existe. Un agresor no puede ser un buen padre. Los niños y niñas también son víctimas directas de la violencia machista y una de estas violencias machistas es la violencia vicaria, en donde los utilizan como instrumento para hacerle daño a la madre”.
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El término violencia vicaria fue acuñado por la psicóloga Sonia Vaccaro en 2012: “Es una violencia invisible, las estadísticas en España dicen que sólo denuncia un 20% de víctimas, porque el 80% restante cree que sale de la violencia con el divorcio. Lamentablemente, cuando tiene hijos en común menores de edad comienza esta nueva forma de violencia, que la obliga a seguir en contacto con este maltratador”, comentó en conversación con Latfem.
Todo partió antes, a fines de los 90′ y principios del 2000, cuando la española Ángela González presentó más de 30 denuncias contra el padre de su hija de siete años. En todas las instancias judiciales afirmó que sentía que la vida de ella y su niña corría peligro, pero la justicia no la escuchó.
En 2003, el hombre asesinó a la hija que tenía en común con González. Un año más tarde, Ángela comenzó una batalla judicial para que el Estado de España reconociera la violencia de género vicaria. Finalmente, en 2014, el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) condenó al Estado de España por negligencia.
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Castigo femicida, una forma extrema de violencia vicaria
En 2005, Javiera Neira Oportus tenía seis años cuando fue asesinada por su padre, Alfredo Cabrera, con el objetivo de causar dolor a la madre, Claudia Neira. En 2018, Carolina Donoso, madre de Gabriela Alcaíno, fue asesinada junto con su hija por Fabián Cáceres, ex pareja de Gabriela. En 2020, una mujer de 62 años fue descuartizada en la comuna de Renca. El yerno de la víctima confesó ser el autor del crimen.
En palabras de Silvana del Valle, abogada e integrante de la Coordinación Nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, los tres casos expuestos son ejemplos del castigo femicida, “una forma extrema de violencia vicaria”.
“El castigo femicida es el asesinato de una persona, generalmente hijos/as en común o la madre de la mujer, para causar daño o dolor a la víctima de violencia”, sostiene.
Según la abogada, “se ejerce violencia contra seres queridos, como hijos, padres, madres o mascotas, que se han transformado en parte de la familia”.
“La madre maliciosa”: El presunto Síndrome de Alienación Parental (SAP)
En 1985, el psiquiatra estadounidense Richard Gardner acuñó el ‘Síndrome de Alienación Parental’, cuestionado y no reconocido por las entidades médicas y psiquiátricas.
“Hace referencia a la interferencia o manipulación de uno de los progenitores, generalmente alude a la madre, sobre la opinión del niño o niña, con el objetivo de la destrucción del vínculo con el otro progenitor, usualmente con el padre”, ejemplifica la psicóloga feminista Paloma Jorratt.
—¿Cuándo se utiliza el SAP?
—Es empleado por grupos de padres que han sido alejados de sus hijos por temas judiciales, o por abogados que los defienden en causas de divorcios. En ese punto, el SAP presenta a las madres como inventoras de denuncias falsas de violencia y abuso sexual, en vez de poner el foco en los motivos más profundos del rechazo del niño o niña hacia su padre.
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Desde la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres exponen que “el SAP es utilizado por hombres agresores y que emplean la violencia vicaria para agredir a las mujeres a través de quitarles a sus hijos mediante un proceso judicial. La tendencia comenzó en Europa y Estados Unidos. En Chile, llevamos más de 10 años constatando casos de esta índole”.
En ese sentido, ejemplifican que en 2016, Luis Gutiérrez, ex pareja y padre de la hija de Claudia Lorca, sustrajo a la niña. Tras un arduo proceso legal se logró acreditar violencia vicaria en contra de Claudia y otras mujeres con las que Gutiérrez tenía hijos/as: “Ejercía violencia vicaria a través de tribunales acusando a las mujeres de alienación parental”, detalla Silvana del Valle.
Daniela López ha enfrentado en el sistema judicial chileno el SAP. Su experiencia le indica que “es usado por un padre en contra de la madre para quitarle el cuidado personal de los hijos, calificando a la mujer como una ‘madre maliciosa'”.
En aquellos casos, “la justicia le entrega la custodia al padre, que podría ser el agresor de la madre o incluso de los mismos niños, negando de entrada la propia evidencia y testimonio de hijas e hijos que hablan en tribunales, porque inmediatamente dicen ‘viene alienado con la madre’”.
La psicóloga Jorratt expone que los niños y niñas que se ven expuestos a estos tipos de violencias pueden desarrollar la aparición de:
- Trastorno de estrés postraumatico (TEPT)
- Fobia social
- Comportamientos agresivos
- Conductas regresivas
- Baja autoestima
- Conductas de edad primaria (como volver a hacerse pipí)
- Evitar compartir espacios con el padre
¿Por qué avanzar hacia una ley integral contra la violencia de género?
Las expertas y activistas que participaron de este reportaje coinciden en que se debe avanzar hacia una ley integral contra la violencia de género. Actualmente, en palabras de Del Valle, “la legislación chilena es familista y protege a la familia como concepto, no a mujeres, niñas y niños víctimas de violencia”.
Y aunque durante los últimos años se ha avanzado en materia de violencia de género, lo cierto es que aún hay aristas que no están completamente visibilizadas: para educar contra la violencia hacia las mujeres y niñas, además de prevenirla y tipificarla, se requiere de una legislación integral que vea la violencia de género como un espectro más amplio que la violencia intrafamiliar.
En enero de 2017, la ex presidenta Michelle Bachelet ingresó al Congreso Nacional el proyecto de ley “El derecho de las mujeres y niñas a una vida libre de violencia”, cuyo objetivo es “prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, sancionar a los agresores, proteger a las víctimas y reparar las violaciones a sus derechos”. Aún así, hay distintas violencias que no se mencionan ni tipifican, como la vicaria.
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López Leiva asevera que en estos tipos de violencia se ejerce un doble efecto: violencia de género hacia las mujeres madres que fueron víctimas de VIF y también maltrato infantil implícito y/o explícito. “Si lo vemos desde las teorías de cuidados, si atacas a la cuidadora principal, que en la mayoría de los casos es la mujer, estás atacando al niño/a”, explica. Por lo mismo, una ley de violencia integral debe abordar todas las aristas que se desprenden de la violencia de género hacia las mujeres de todas las edades.
—¿En qué escenario está Chile?
—No estamos en el mejor escenario posible, necesitamos una ley, aunque hay un avance al respecto. Tenemos sentencias que reconocen la violencia vicaria, pero en España está prohibido legalmente ocupar el SAP y la violencia vicaria es reconocida y tipificada como violencia de género.