La directora ejecutiva de Tompkins Conservation Chile se refirió a los desafíos que enfrentamos ante la crisis climática y la sanitaria. "De todos los años del Día de la Tierra, éste, especialmente, nos llama a reflexionar. No podemos celebrar. Tenemos que pensar en que todo está conectado", afirmó.
En medio de la peor crisis sanitaria que haya visto la humanidad en el último siglo, este miércoles se conmemora el “Día de la Tierra”, una fecha que se instauró para generar conciencia sobre la contaminación, el cuidado de la biodiversidad y la sobrepoblación.
Con el paso de las décadas, esta fecha ha cobrado cada vez más importancia, en la medida en que el cambio climático se cristalizaba como una amenaza existencial. El telón de fondo sigue siendo el mismo, pero la reflexión hoy se vincula inmediatamente al COVID-19, por nuestra relación con otras especies y por los efectos indirectos, como de hábitats que se han recuperado sin la presencia del ser humano.
Al respecto, conversamos con la directora ejecutiva de Tompkins Conservation Chile, Carolina Morgado, sobre el momento medio ambiental que vivimos.
Después de 22 años trabajando junto a Douglas Tompkins, asumió el liderazgo en Chile de esta fundación que materializó la mayor donación de tierras, con la entrega de más de 407 mil hectáreas en 2019.
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—Esta conmemoración del Día de la Tierra llega en un momento excepcional, por la pandemia del COVID-19. ¿Cómo interpretamos esta fecha en el contexto en que estamos?
—De todos los años del “Día de la Tierra”, este especialmente nos llama a reflexionar. No podemos celebrar. Tenemos que pensar, a pesar de los incrédulos, en que todo está conectado. Las decisiones que tomamos afectan a la tierra. Hasta el más escéptico entiende que todo está conectado. Es parte del ciclo de la vida. Y desde el lado de las organizaciones que nos dedicamos a la conservación, generalmente en estas crisis, donde muchas personas están sufriendo, nuestra misión es relevar el valor que tiene la protección y el cuidado del medioambiente. Cada uno de nosotros hoy tiene la oportunidad y casi la obligación de pensar cómo mis propias acciones y las decisiones que tomo afectan al resto y al planeta. ¿Cómo he vivido? Tenemos que entender que cada decisión afecta al mundo natural.
—¿Como un llamado de alerta?
—Es un llamado de alerta en estado de pánico. Pero estos llamados de alerta vienen desde hace mucho tiempo atrás por el cambio climático. No se nos puede olvidar todo lo que está ocurriendo, en la base está lo mismo: el cambio climático.
—Hemos visto un cambio en ciertos espacios en la medida en que no hay presencia humana o esta ha disminuido. ¿Cómo interpretamos eso?
—Hay un par de manera de mirarlo. Los animales siempre han estado ahí, como los pumas en Santiago. Al ver menos actividad humana se atreven a salir a buscar comida porque ese es su territorio. Pero también demuestra lo fraccionado que está el ecosistema. Somos muchos los seres humanos que vamos necesitando espacios y quitándoselo a otras especies. Me encontré acá en Puerto Varas con un zorrito en la puerta de mi casa. Es lindo verlo, claro, pero es una demostración más de que no hemos abordado la ocupación del espacio. Y por eso los Parques Naturales tienen un rol súper importante, por el trabajo que hacemos para proteger esos ecosistemas y las especies que están ahí.
—¿Crees que esto nos puede llevar a una conciencia distinta sobre la forma en que tratamos el tema medioambiental?
—Se produce una dicotomía: en mediano y largo plazo, no queda otra, nos tenemos que plantear cómo vamos a vivir para adelante para que estas pandemias no se sigan repitiendo por lo menos con mucha frecuencia. Y por otro lado hay tanta gente sufriendo, que también va a haber una reactivación económica que va a mirar por el lado los temas medioambientales. Por eso pienso que efectivamente no tenemos que dejar pasar esto, es un minuto para repensar cómo estamos habitando este mundo, qué comemos, qué hacemos, cómo vivimos.
Porque ha sido muy evidente todo esto. Yo lo asocio inmediatamente con la globalización. Con la facilidad que nos movemos, de un país a otro, el hacinamiento, la cantidad de gente que somos, etc.
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—¿Y habrá cambios en las formas de consumo?
—Al principio sobre todo yo creo que sí. Uno como ser humano tiende a olvidarse de las cosas. Cuando hay un tsunami un año evitas ir a ese lugar, pero después de un tiempo vuelves igual porque omites el tsunami. Pero yo creo que sí vamos a repensar, por ejemplo, cómo nos movemos por el mundo, qué lugares voy a visitar, si estoy dispuesto a viajar por 14 horas para llegar al otro lado del mundo. Pero además para afectar menos, para consumir menos y producir más de manera local. Estas cosas no se pueden afrontar desde cada uno, tiene que haber una mirada global.
—En Chile hemos visto algunas tendencias que se insinúan en materia medioambiental para avanzar a un desarrollo más sustentable. ¿En qué momento estamos hoy?
—Es un coctel de situaciones. Por un lado efectivamente hemos avanzado en protección de espacios naturales. Tenemos el 21% del territorio bajo parque nacional, la mayoría en la Patagonia donde hemos aportado 7 parques naturales. Lo que es alto. Hemos avanzado en la protección de Hemos avanzado en protección marina, tenemos 40% de distintas clases de áreas marinas protegidas. Pero estamos en pañales. Tenemos que buscar políticas de protección que sean efectivas, sobre cómo se aplica. Y a la vez tenemos zonas de sacrificio en partes de Chile que afectan medio ambiente y comunidades. Y somos un país que vive aún de sus recursos naturales. Tenemos mucho que hacer para avanzar hacia ser un país medianamente sustentable.
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