Actualmente, existen al menos cuatro factores importantes que diferencian a los virus que preocupan al mundo. Aquí, todos los detalles que debes saber.
(CNN Español) – La viruela del mono y el COVID-19 comparten, desde el recién pasado fin de semana, una misma categorización: la Organización Mundial de la Salud (OMS) las considera emergencias de salud pública de interés internacional. La decisión vuelve a poner sobre la mesa una pregunta clave: ¿en qué se parecen y diferencian estas enfermedades?
Desde 2005, cuando se creó el Reglamento Sanitario Internacional para prevenir y responder ante riesgos de salud pública que se pueden propagar globalmente, se han declarado seis emergencias de este tipo. Dos están vigentes, las del COVID-19 y la poliomielitis, y cuatro ya se habían dado por finalizados: la influenza H1N1, el ébola en dos períodos temporales distintos y el virus del Zika.
¿Cuándo declara la Organización Mundial de la Salud (OMS) una emergencia? Esta definición se toma “cuando se presenta una enfermedad que es seria, repentina, inusual o inesperada, entonces ellos determinan que todos los países del mundo (…) deben trabajar de manera coordinada y articulada para establecer las labores de vigilancia, detección de casos, el uso de medicamentos, vacunas contra la enfermedad en cuestión”, explicó el Dr. Huerta, especialista en Salud Pública y colaborador de CNN en Español.
La OMS determinó que hay un riesgo moderado a nivel mundial por la viruela del mono salvo en Europa, donde lo calificó como alto. Pero eso no significa que estemos ante una situación como la de marzo de 2020. Al menos cuatro factores diferencian al COVID-19 de este virus.
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1. La viruela del mono, menos contagiosa que el COVID-19
La viruela del mono “es una enfermedad muchísimo menos contagiosa que el COVID-19 y la influenza y es posible que no vaya a generar una epidemia de las magnitudes que en este momento estamos acostumbrados con el COVID-19″, explicó recientemente a CNN en Español el epidemiólogo Felipe Lobelo.
En la transmisión está una de las grandes diferencias entre estos dos virus, han dicho en múltiples ocasiones los expertos en salud pública.
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“La viruela del mono se propaga a través del contacto directo con fluidos corporales o llagas en el cuerpo de alguien que tiene viruela del mono, o con el contacto directo con materiales que han estado en contacto con fluidos corporales o llagas, como ropa o sábanas. También puede propagarse a través de las secreciones respiratorias cuando las personas tienen un contacto estrecho cara a cara”, dicen los CDC. No hay constancia de que permanezca en el aire y de que se transmita por esa vía al compartir períodos breves.
En su mensaje al declarar la emergencia, no obstante, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, dijo que el brote se ha propagado por el mundo rápidamente “a través de nuevos modos de transmisión sobre los que entendemos muy poco”.
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2. Síntomas más detectables
Los síntomas de la viruela del mono suelen comenzar a las tres semanas de la exposición y pueden parecerse a la gripe, por ejemplo con fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de garganta, tos, escalofríos y agotamiento, según los CDC.
Sin embargo, también tiene rasgos distintivos que son la inflamación de los ganglios linfáticos y una erupción que puede tener aspectos de granos o ampollas y puede aparecer en varias partes de la cara y el cuerpo, incluida la zona genital.
Los síntomas de la viruela del mono, en especial estas erupciones, son también más detectables que los síntomas del COVID-19. Y a esto se suma otro factor: no se han documentado casos de propagación asintomática, según un estudio de 2020, un hecho que complicó la respuesta para contener el coronavirus.
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3. La viruela del mono, una vieja conocida
Otra diferencia sustancial entre el COVID-19 y la viruela del mono es que esta última es una vieja conocida: el primer caso en humanos data de 1970 en la República Democrática del Congo y desde entonces se han reportado casos de manera sistemática (aunque lejos de las dimensiones del brote actual).
En consecuencia, ya existen vacunas disponibles para hacer frente a este virus —además de que hay vacunas contra la viruela que se erradicó hace más de 40 años cuya composición también es efectiva—. En Estados Unidos, por ejemplo, está aprobada específicamente la vacuna Jynneos contra la viruela del mono y también la ACAM2000 contra la viruela.
Los CDC afirman que es recomendable para quienes hayan estado expuestos o corran un riesgo alto de exposición al virus. Y afirman que, en el primer caso, puede traer beneficios si se la ponen en un período de cuatro a 14 días después de esa exposición.
Que existan vacunas no quiere decir que haya una disponibilidad amplia a nivel mundial, que de hecho no hay según la OMS. Sin embargo, es un punto de partida significativamente mejor al del COVID-19, que desembocó en una carrera a contrarreloj y millonaria para desarrollar una vacuna que pudiera prevenir la infección.
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4. Diferentes velocidades de mutación
Todos los virus mutan, una realidad que tenemos especialmente presente en este momento, en el que se señala a la subvariante BA.5 de ómicron como responsable del fuerte aumento de casos de COVID-19.
Sin embargo, según dijo recientemente a CNN en Español el Dr. Richard Kennedy, profesor de Medicina y codirector del Grupo de investigación en vacunas de la Clínica Mayo, el virus de la viruela del mono, como todos los de la familia ortohopox, “es un virus de ADN y muta más lentamente que los virus de ARN como el SARS-CoV-2“.
Existe mayor probabilidad de que el virus mute cuanto más personas se infecten, ya que los virus solo pueden mutar cuando se encuentran en una célula infectada.
“La mayoría de las mutaciones son perjudiciales para el virus o no tienen ningún efecto sobre él (…). De vez en cuando se produce una mutación que es beneficiosa para el virus. Cuando esto ocurre, el virus mutado sigue necesitando ser transmitido a más personas para propagarse. Esto es fácil para los virus altamente infecciosos. Será más difícil para el virus de la viruela del mono”, explicó el experto.