En una extensa entrevista con la conductora de CNN Chile Mónica Rincón, la ganadora del Premio Nacional de Periodismo habló sobre el peligro de difundir noticias falsas en medio de la emergencia sanitaria mundial y advirtió acerca del riesgo de que los gobiernos autoritarios restrinjan las garantías fundamentales de las personas amparados en esta pandemia.
Mónica González es un referente para quienes se dedican a las comunicaciones. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo y fundadora de CIPER, esta periodista reflexionó sobre el rol que deben jugar los medios en estos tiempos de crisis sanitaria.
En una profunda conversación, advierte sobre el riesgo de que gobiernos autoritarios utilicen esta pandemia para atentar contra la libertad de expresión y otras garantías fundamentales, y dice que “en todos los países hay que estar vigilantes frente a posibles vulneraciones de DDHH”.
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Sostiene que hay que exigir transparencia total al gobierno sobre las medidas en el ámbito laboral que aún no se han tomado para proteger a los trabajadores: “Aquí el ministro Briones está haciendo milagros, pero queremos ver al gobierno completo haciéndolos”.
También analiza el peligro de las noticias falsas en medio de la emergencia del coronavirius y llama la atención sobre los temas ausentes de la pauta noticiosa nacional.“No podemos permitir que una vez más sea el mercado quien decide quién se salva y quién muere”, agrega.
Mónica González.
—¿Cuál es tu diagnóstico sobre el rol que ha cumplido el periodismo en esta crisis?
—Como en todas las catástrofes hay buen periodismo y mal periodismo. El buen periodismo se aprecia de inmediato, sobre todo en la radio, en donde vemos periodistas que desafían la epidemia, infección y las condiciones el miedo que imperan, para llevar hasta los hogares la información precisa que te permite enfrentar esta epidemia, enfrentarla en mejores condiciones.
Porque es algo que no hemos vivido nunca, no sabemos ni lo que viene ni hasta cuándo, ni cómo será. Por eso que ese buen periodismo, ése que desafía todo, se agradece mucho más.
Y está también ese mal periodismo, que al igual que como venía haciendo hace mucho tiempo y sobre todo desde el 18 de octubre: invisibiliza, obedece sin necesidad de que le den muchas órdenes lo que se debe informar, lo que se debe contar. Invisibiliza, por ejemplo, cómo vive la mayor parte de la población, las condiciones y los efectos de esta pandemia.
—¿Qué rol deberíamos cumplir los periodistas?
—Creo que lo que viene va a ser peor, porque con el miedo imperante, nosotros también tenemos miedo, pero ese miedo hoy día socava mucho más a la población y es ahí donde el periodismo debe cumplir un rol crucial: somos nosotros los que debemos interpelar a la autoridad cuando entrega medias verdades, cuando miente, cuando nos trata como niños chicos, cuando no nos dice la verdad de lo que está ocurriendo en los centros hospitalarios.
Cuando el ministro Mañalich nos advierte hoy y nos dice una gran verdad: que lo peor está por venir, bueno nosotros ya lo sabíamos. Es cosa de ver lo que está pasando en los países que primero tuvieron la infección, que son Italia, España, Francia, Alemania. Incluso se sumó Gran Bretaña al cierre total.
Yo lo que no quisiera es que el periodismo acepte que nos digan, por ejemplo, que en Chile se están haciendo las cosas bien, porque seguimos las reglas de la OMS; cuando ese mismo representante de la OMS nos dijo en febrero que Chile no corría riesgo de contagio. Ese mismo representante nos dice hoy que no sirve la cuarentena total.
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Bueno tenemos que preguntarnos: ¿Por qué tantos países siguen sumándose a la cuarentena total? El buen periodismo es el que tiene que oír a los mejores expertos y mirar bien qué decisiones, qué consejos, qué expertos, le hicieron dictaminar a los gobiernos de tantos países serios una cuarentena total para evitar una tragedia mayor en una epidemia como no la habíamos visto antes.
El rol que debemos cumplir es que nosotros no podemos aceptar que nos mientan y hasta el momento nos han mentido, no siempre por supuesto. Pero esas son las mentiras, las importantes, que no debemos aceptar.
Cuántas camas críticas tenemos, cuántos test se hacen, cuál es el cuello de botella, cuál es el rastreo, cómo se sigue a los infectados para poder detener o colocar barreras para el contagio más masivo.
Pero sobre todo quiero hacer incapié en algo: qué medidas se van a tomar para hacer una economía de guerra y sobre todo una política sanitaria de guerra, porque lo que enfrentamos esta vez es un enemigo Sí poderoso. Para que no demos el triste espectáculo de miles de trabajadores codo a codo, cara a cara, infectándose en los medios de transporte masivo. Eso no es admisible en una democracia.
—¿Qué tan grave ves el tema de las noticias falsas sobre todo en una época de crisis sanitaria?
—La industria de noticias falsas ya estaba provocando estragos hace mucho tiempo, sobre todo al distorsionar la democracia, al hacer que triunfen en las elecciones líderes deshonestos que ganan descalificando con noticias falsas sus adversarios. Es lo que pasó en Brasil, hoy día lo sabemos, se puede demostrar.
Pero en una época de pandemia mundial, en una peste como no hemos tenido en los últimos 100 años, en que la vida de miles y miles de personas en el mundo, sino millones está en riesgo; el buen periodismo surge como una barrera para frenar las noticias falsas, para denunciarlas, pero también hay una responsabilidad de los ciudadanos.
Es cosa de meterse en las redes sociales para ver remedios caseros y una cantidad de videos tan infantiles, tan burdos, tan nefastos. Como de aquellos que te dicen que la fe te salva del virus, que difunden ciertas iglesias evangélicas, que insisten en que deben seguir juntándose. Hasta aquéllos que te dicen que esto es una guerra entre EE.UU. y China.
El buen periodismo debe detener, denunciar las noticias falsas, cada vez que lo encontremos. Pero sobre todo los ciudadanos deben ser más responsables que nunca para no difundir ni diseminar noticias falsas que sólo van a provocar más muertes, más pánico y más terror.
Porque lo que no debemos olvidar es que la industria de noticias falsas lo que busca es aterrarnos, convertirnos en esclavos.
—¿Qué temas no hemos mirado y sobre los que hay que poner luz?
—Sobre este tema sólo hay que mirar lo que está pasando en Eslovenia. El presidente de Eslovenia ha tomado todas las facultades que le permiten coartar las libertades, incluso la de expresión.
Y ha llegado a emitir un comunicado diciendo que hay 4 personas que están infectadas y que no han querido hacer la cuarentena, pidiendo su inmediato arresto. Entre ellos está el mejor periodista de su país y probablemente de Europa, el hombre que descubrió los mayores actos de corrupción de ese presidente y de un ex primer ministro. Ese periodista que ha sido uno de los más premiados, hoy día corre el riesgo de ser asesinado.
En Honduras, el presidente de dictó cuarentena, asumiendo todos los poderes y dictando un decreto aboliendo la libertad de expresión. El hermano de Ortega, acaba de ser condenado en EE.UU. a cárcel por recibir dinero de uno de los capos del narcotráfico, el Chapo Guzmán, para financiar la campaña del presidente que hoy coarta la libertad incluso la de expresión.
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En Venezuela, Maduro ha detenido a uno de los grandes periodistas que denunció la precariedad con que se está enfrentando la pandemia en ese país.
Es decir, en varias naciones utilizan esta epidemia mundial, el terror que provoca, las facultades que es necesario que la autoridad detente, para utilizarlas en otros fines: detener a los adversarios, para detener, para discriminar, para abusar y violar los DDHH. Eso es lo que no se debe permitir, es en estas condiciones, cuando hay este tipo de catástrofes que nos amenazan a todos, cuando los periodistas debemos asumir un rol muy importante: denunciar toda violación a los DDHH.
En estos momentos, en Chile los más vulnerables no están bien defendidos por el Estado para enfrentar esta epidemia. Hay miles de casas donde no hay agua, no hay jabón para lavarse las manos. No olvidemos a todos aquellos que usan el transporte público día y noche.
No podemos permitir que una vez más sea el mercado el que decide quién se salva y quién muere. El estado de catástrofe que determinó el Presidente Piñera con mucho acierto le permite a él encarcelar a los abusadores, a los especuladores, en definitiva a los que atentan contra la vida de los chilenos.
Los periodistas tenemos el deber de buscar a los especuladores, a quienes se aprovechan de esta situación como aves de rapiña.
—¿Qué opinas de la política comunicacional del gobierno?
—No soy quién para evaluar la política comunicacional, pero sí soy periodista y los periodistas tenemos que exigir transparencia y rigor de las autoridades. Que no nos traten como niños chicos, que no nos digan un día que el gobierno nos abraza nos protege y al día siguiente nos respondan con monosílabos.
Lo que no podemos permitir en una política comunicacional es que no se nos diga la verdad sobre qué es lo que prima: por qué no se han tomado las medidas para obligar a los empleadores a proteger a sus empleados, obligar a los empleadores a mantener el sueldo de sus empleados entregándoles créditos blandos, bajando impuestos… la economía de guerra que han diseñado otros países.
Aquí el ministro Briones está haciendo milagros, pero queremos ver al gobierno completo haciéndolos.
Una política comunicacional certera, transparente, con la verdad, en dos horarios por día. Que nos digan todo lo que debemos saber, es la que va a permitirnos enfrentar la muerte, la enfermedad y sobre todo el pánico que sienten muchos hoy en sus casas.
—¿De qué manera nos desafía como país esta crisis?
—Quiero insistir en algo que debiera inquietarnos a todos: hay miles de niños en este país, no sólo en Santiago, que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad. Ellos debieran ser, así como los adultos mayores, el centro de todos los esfuerzos; defender sus vidas, cuidarlos, hacerles que recuperen, algunos o que por fin tengan, otros su dignidad.
Pero esos niños hoy día están solos, nadie los está protegiendo. Y como periodistas no debemos olvidar otros temas importantes como la reforma de Carabineros que es urgente en ámbitos de corrupción y DDHH.