Pese a que toda la familia estaba vacunada, la menor de 10 años y su hermano de 9 aún no eran elegibles para recibir el preparado. Sus síntomas empezaron con dolor de cabeza y terminó hospitalizada, donde falleció. Ahora sus padres buscan concientizar respecto a la gravedad del virus.
(CNN Español) – Una familia de Virginia está tratando de procesar cómo su hija de 10 años pasó de estar perfectamente sana a morir por COVID-19 en cinco días.
Mientras procesan su pérdida abrupta y profunda, su mensaje a quienes no creen en el COVID-19 es simple y directo: tengan compasión por los otros.
Si compartir la historia de su hija Teresa hace que al menos una persona cambie de opinión y se vacune contra el COVID-19 o se ponga una mascarilla para proteger a los demás, dicen que hicieron lo correcto por ella.
Teresa iba a la escuela primaria Hillpoint in Suffolk, a unos 30 km de Norfolk, Virginia, donde hay un mandato de uso de mascarilla. Sus padres, Nicole y Jeff Sperry, están vacunados, y también sus dos hijos mayores. Teresa y el hijo menor de la pareja, de 9 años, no estaban vacunados pero esperaban con ansias ser elegibles.
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Los síntomas del COVID-19 de Teresa empezaron con un dolor de cabeza el miércoles 22 de septiembre y fiebre el día siguiente. Luego de consultar el viernes 24 al pediatra de la familia, que forma parte de la red del hospital infantil Children’s Hospital of The King’s Daughters, coordinaron una prueba de COVID-19 para el lunes siguiente, 27 de septiembre.
Sin embargo, el domingo por la noche Teresa empezó a tener una tos persistente tan fuerte que la hizo vomitar, por lo que Nicole la llevó a una sala de urgencias local, donde le hicieron una prueba de faringitis estreptocócica, que salió negativa, así como una de COVID-19, cuyos resultados estaban pendientes.
“Le hicieron una radiografía de tórax y, cuando volvieron, dijeron que no había signos de neumonía por COVID-19, que sus pulmones estaban perfectos, preciosos. No parecían preocupados”, dice Nicole. Así que se fueron a casa y Teresa siguió en cuarentena.
En un período de 24 horas, dejó de respirar, fue trasladada de urgencia a un hospital local y, finalmente, al Children’s Hospital of The King’s Daughters de Norfolk, donde murió.
Padres abogan por poner fin al mandato de uso de mascarillas
El lunes, mientras Nicole estaba sentada junto al cuerpo sin vida de su hija en la sala de urgencias, tratando de entender lo rápido que habían perdido a su hija querida, a menos de 15 km de distancia, en el distrito escolar en el que Nicole enseña, tuvo lugar una reunión de dos horas del consejo escolar en la que los padres abogaron a favor de que se abandonara el mandato de uso de mascarillas. Comentarios como “Al principio no sabíamos nada del COVID, pero ahora sí, sabemos que no es nada que temer si estás sano” y “el COVID-19 efectivamente se ha acabado” son algunas de las frases que se escucharon en cámara durante la reunión.
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“Al mismo tiempo que estaba junto a la cama de mi hija, las Escuelas Públicas de Chesapeake mantenían una reunión del consejo escolar y tenía amigos que volvieron y me dijeron más tarde que mientras yo estaba sentada junto a mi hija, que ya no estaba con nosotros, había padres adultos allí diciendo básicamente que el COVID se ha acabado y que la gente sana no muere, especialmente los niños”, dijo Nicole.
“Y yo estoy sentada junto a mi hija muerta, que estaba perfectamente sana, que es una niña que hizo todo lo que debía hacer“, agregó.
Una “hija perfectamente sana”
Al margen de un hueso del brazo roto cuando era más chica, Teresa era una niña sana de 10 años feliz y sociable, que nunca había tenido gripe y ni siquiera una infección de oído, dijo Nicole.
Jeff describió a su hija como una lectora ávida, inteligente, bonita, cariñosa y siempre dispuesta a ayudar y cuidar de los demás, pero la pareja cree que ese carácter caritativo puede haber contribuido a su muerte.
“Una de las cosas que nos dijo antes de enfermar fue que su trabajo era ser la ‘enfermera de la clase’ para llevar a los niños enfermos de la clase a la enfermería“, dijo Jeff. “Y hay que entender que mi hija, así es ella, ayudar a la gente es mi hija, no es algo que no hubiera querido hacer”, agregó.
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En la escuela primaria Hillpoint, el protocolo consiste en que el profesor de la clase o un adulto se ponga en contacto con la oficina principal con un “Código C” si un niño se siente enfermo y uno de los administradores o un integrante de la enfermería de la escuela va a la clase a recoger al niño, dijo a CNN el jueves pasado el Dr. John B. Gordon III, superintendente de la División de Escuelas Públicas de Suffolk. “Todavía estamos investigando para asegurarnos de que este proceso se siguió con fidelidad”, dijo.
“Nuestra hija estaba perfectamente sana”, escribió Nicole en Facebook. “Y seguiría aquí si la gente hubiera dejado de enviar a sus hijos enfermos a la escuela”, agregó.
Después de pasar algún tiempo con clases virtuales, Teresa estaba ansiosa por volver al aula este año escolar, dijo su madre.
“Todos los niños crecen diciendo ‘odio la escuela’ y ellos (los niños Sperry) son la primera generación de niños que han crecido y ahora dicen ‘ojalá estuviera en la escuela, extraño la escuela, extraño a mis amigos’“, dijo Jeff.
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En la clase de Teresa específicamente no ha habido ningún caso de COVID-19, dijo Gordon a CNN.
“Hubo cero casos antes de la tragedia con Teresa, y hay cero casos hasta (el momento de) mi comunicación contigo. El rastreo de contactos actualmente sigue en curso”, agregó.
Si bien la cantidad de niños que dieron positivo por COVID-19 cayó ligeramente, igual representaron un gran porcentaje del total de casos nuevos en Estados Unidos en la última semana en comparación con la anterior. Constituyeron el 27% de todos los casos reportados a nivel nacional, informó el lunes la Academia Estadounidense de Pediatría.
“El COVID es real y no le importa a quién se lleva”
Hasta el pasado viernes, el Departamento de Salud de Virginia había registrado un total de 12 muertes de niños y adolescentes en el Estado desde el comienzo de la pandemia, según declaró a la CNN Logan Anderson, portavoz del departamento. La muerte de Teresa aumenta la cifra a 13.
Seis de esas muertes se produjeron en el rango de 0 a 11 años y siete en el de 12 a 19 años, dijo.
“La gente tiene que dar un paso adelante y tomarse esto más en serio”, dijo Nicole. “Se trata de mostrar compasión por los demás. No se necesita mucho para llevar una mascarilla o vacunarse si se está en condiciones desde el punto de vista médico“, agregó.
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En una carta dirigida a las familias de los estudiantes de las escuelas públicas de Suffolk el martes, Gordon anunció la muerte de Teresa, pero no la nombró.
“Soy su madre y esta lamentable excusa de carta no debería haber sido publicada sin al menos una llamada telefónica de parte de él”, escribió Nicole en Facebook. “No me voy a esconder más. Me arrebataron a mi hermosa niña porque la gente es demasiado maldita egoísta como para preocuparse por lo que pueda pasarle a otros. Yo no lo fui. Nosotros no lo fuimos. Usamos nuestra mascarilla porque hay demasiados en nuestra tribu que están en riesgo. Mi hija no estaba en riesgo. Y ahora se ha ido”, agregó.
“Las Escuelas Públicas de Suffolk están desconsoladas por la trágica pérdida de una de nuestras estudiantes, Teresa Sperry”, dijo Gordon en una declaración a CNN el jueves. “Es nuestra intención apoyar a la familia, a la escuela y a toda nuestra comunidad escolar durante este momento tan difícil”, agregó.
“Continuaremos siguiendo nuestras estrategias de mitigación de usar mascarillas, lavarse las manos y practicar el distanciamiento físico. La división escolar también alienta la vacunación tanto del personal como de los estudiantes (si son elegibles)”, agregó.
Un amigo creó un fondo de PayPal para ayudar a cubrir los gastos inesperados de los servicios funerarios, que Los Sperrys dicen que se planificarán después de que Jeff termine la cuarentena.
“Hicimos todo lo que podíamos hacer y ahora hemos perdido una parte de nuestro corazón, escribió Nicole en Facebook. “El COVID es real y no le importa a quién se lleva”.