La doctora Sylvie Briand sostuvo que "nunca podremos reducir el riesgo a cero" y llamó a no comparar el coronavirus con una gripe estacional, ya que para la segunda existen vacunas y antivirales.
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Después de lo vivido en los cuatro meses transcurridos desde que el nuevo coronavirus (SARS CoV-2) apareció fuera de China, si algo está claro es que el riesgo cero de infectarse con el coronavirus no existirá y que para reanudar una vida más o menos normal tendremos que aceptarlo.
Entrevistada por EFE, en estos términos se pronuncia la doctora Sylvie Briand, responsable de la gestión de riesgos infecciosos en la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando explica que sólo entendiendo bien los modos de transmisión se podrá minimizar el riesgo.
Pese a las más de 300 mil muertes confirmadas por este coronavirus, las comparaciones con la gripe estacional no han cesado, a lo que Briand responde que la gran diferencia es que para la gripe existen antivirales y vacunas, mientras que para la COVID-19 no hay ni tratamiento ni vacuna.
Estas serán algunas de las cuestiones que hoy y mañana centrarán los debates virtuales de los 194 países miembros de la OMS, que celebrarán por primera vez una versión abreviada de su asamblea general centrada en la evolución del coronavirus.
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—Numerosos países han empezado a levantar las cuarentenas o están por hacerlo, pero no todos parecen preparados y ya se habla de una segunda ola de la pandemia ¿Cómo pueden los países reducir los riesgos en esta nueva fase?
—Cada país debe analizar cuáles fueron para ellos los principales factores de transmisión. Por ejemplo: en la OMS determinamos que las reuniones masivas o en lugares cerrados aumentaba el contagio, como también el hecho de que la gente no prestara atención a las reglas de higiene básicas. No hay recetas milagrosas y hay que reducir al mismo tiempo la transmisión en las escuelas, en los centros laborales y en los lugares públicos. No hay que reabrir todo de una vez, sino primero los lugares donde había menor riesgo. El segundo paquete de medidas consiste en proteger a las personas con mayor riesgo de sufrir una versión grave de la enfermedad, como los mayores y los enfermos crónicos.
—El rol de los niños en la propagación de la pandemia todavía no está del todo claro, pero en varios países de Asia y Europa están retornando a los colegios porque se considera que son responsables de una parte mínima de contagios ¿Los niños ya pueden entonces volver a frecuentar a sus abuelos?
—Es cierto que los niños pueden ser portadores y transmitir el virus sin tener síntomas. Un niño puede estar infectado sin saberlo, así que si los abuelos son personas de alto riesgo hay que tomar precauciones suplementarias, como mantener la distancia física. Sabemos que es frustrante, pero es mejor que enfermar gravemente. Los abuelos pueden usar máscaras y mientras el virus esté con nosotros lo mejor será no abrazarse ni darse besos.
Briand explica que en las escuelas es difícil para los niños mantener la distancia física y “es cierto que el hecho de que los niños estén juntos aumenta el riesgo de que se transmitan el virus, pero lo que está claro es que si un niño está enfermo sus posibilidades de transmisión aumentan y por eso debe quedarse en casa”.
“Nunca podremos reducir el riesgo a cero y si intentamos hacerlo nunca reanudaremos una vida normal. Habrá un pequeño riesgo y lo importante es saber gestionarlo lo mejor posible, evitando que ese riesgo tenga consecuencias nefastas. Por eso es tan importante que la gente entienda cómo este virus se transmite y qué puede hacer para reducir el riesgo al máximo, pero todos tendremos que aceptar que el riesgo persistirá”, señala.
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—Hubo países que tomaron medidas de cuarentena estrictas cuando tenían muy pocos casos, como Perú o Rusia, pero no han podido evitar que los casos aumenten hasta niveles muy graves ¿Dónde estuvo el error?
—Cuando hay confinamiento y la gente se queda en casa, la transmisión del virus, en lugar de aparecer en la población en general, se queda dentro de las casas, y si hay mucha gente que vive junta la transmisión va a continuar dentro de la misma familia, así que el confinamiento protegerá a los vecinos y los que están fuera. La transmisión dentro de las familia solo puede evitarse si se aisla a la persona infectada en cuanto empieza a tener síntomas, pero si no hay posibilidades de aislamiento dentro de una casa, entonces el Estado debería aislar a los enfermos, si están graves en hospitales, y si tienen síntomas leves transferirlos a hoteles o escuelas habilitadas para ello, y no dejarlos en las casas.
—Se ha establecido que en algunos países, en particular de Latinoamérica, uno de los mayores focos infecciosos son los mercados, y eso a pesar del uso generalizado de mascarillas y guantes. ¿Hay alguna razón en particular?
—Tenemos modos de transmisión que se producen cuando el virus está en una superficie y se queda allí durante cierto tiempo. Si las personas se contaminan en un mercado quizás es porque se tocan cosas y no hay un lavado posterior de la mano, y si es un mercado cerrado es peor porque no hay circulación de aire. Los guantes son una falsa seguridad porque si están sucios y uno se toca los ojos habrá contaminación. O puede ocurrir que la gente ya no piense en lavarse las manos porque se cree protegida
—Se escuchan criticas a las medidas tomadas para contener el coronavirus y muchos lo siguen comparando con la gripe.
—Este coronavirus puede provocar neumonías realmente graves y difíciles de tratar. La gripe también puede ser grave y cada año provoca entre 250.000 y 650.000 muertes, pero la gran diferencia es que tenemos antivirales para tratar a la gente y también vacunas. Las personas de mayor riesgo -los mayores, aquellos con enfermedades respiratorias y embarazadas- son vacunados. En cambio, cuando alguien contrae el nuevo coronavirus todo dependerá de su capacidad individual de luchar contra el virus. Los médicos aplicarán un poco de oxígeno y tratamientos paliativos para hacer pasar la fase aguda, pero el resultado final dependerá de la inmunidad del paciente.
—Hay estudios que dicen que al menos un tercio de la gente tendría algún tipo de inmunidad por contacto anterior con algún otro tipo de coronavirus ¿Es una información creíble?
—Hay varios tipos de coronavirus. Hay cuatro coronavirus estacionales que circulan todo el tiempo y son benignos. Luego tenemos los infecciosos de origen animal, como la COVID-19, el SARS (síndrome respiratorio agudo grave) y el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio). Ahora se hacen estudios para buscar anticuerpos en los pacientes (de COVID) y a veces se encuentran algunos producidos por los otros coronavirus, lo que puede volverse un factor de confusión a la hora de interpretar los test de COVID-19.
La OMS trabaja para validar los test y que éstos sean más precisos, y puedan diferenciar los tipos de anticuerpos en función de cada coronavirus. “Si los anticuerpos de los otros coronavirus dan o no una protección: esto es lo que intentamos saber. Podemos encontrar anticuerpos en la sangre, pero esto no necesariamente significa que protejan. Es como tener un paraguas con agujeros. Además, hay que recordar que los anticuerpos para los coronavirus estacionales no protegen más de un año”, explica Briand.
—¿Hay razones para pensar que los anticuerpos del COVID-19 protegerán por un periodo más largo que el resto de coronavirus?
—Quizás sí, porque hemos visto que personas que fueron infectadas por el MERS o el SARS todavía tienen anticuerpos varios años después.
—¿Esa inmunidad más prolongada tiene que ver con el origen animal de esos virus?
—Probablemente es porque esos virus no están completamente adaptados al ser humano. En realidad son muy diferentes de otros virus y quizás el organismo humano desarrolla anticuerpos más eficaces y que duran más tiempo. Con el COVID-19 todavía no lo sabemos porque el tiempo que ha pasado es muy corto.
—La Agencia Europea de Medicamentos acaba de decir que quizás apruebe un tratamiento para el COVID en cuestión de semanas (antes del verano en Europa) y una vacuna en alrededor de un año. ¿Son plazos realistas?
—Se está investigando en varios tratamientos, pero nosotros hemos pedido a todos los países utilizar el mismo protocolo, como si se tratara de un inmenso ensayo clínico mundial porque si cada país hace sus ensayos a su manera no podemos comparar los resultados.
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En vista de que hay muchas investigaciones en curso es posible que se llegue al número suficiente de casos para poder sacar conclusiones. El objetivo es tener la mayor cantidad de casos para obtener resultados en los que la OMS pueda confiar. “Tenemos que probar las dosis y asegurarnos de que no haya efectos secundarios importantes porque el medicamento no debe ser más peligroso que la enfermedad“, advierte Briand.
En el caso de las vacunas es igual: se están haciendo pruebas para ver si generan una inmunidad suficiente y luego verificar que no sean peligrosas, “así que tardará lo que tenga que tardar”.