El país conducido por Martín Vizcarra es el segundo más golpeado por el coronavirus en Latinoamérica después de Brasil. El hacinamiento, los trabajos informales y la escasez de cuentas bancarias en adultos contribuyeron a la situación actual.
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Perú fue una de las primeras naciones en América en tomar medidas preventivas estrictas contra el coronavirus, como órdenes de confinamiento, toques de queda y cierres de fronteras. Entonces, ¿cómo se convirtió en uno de los países más afectados?
Hasta el lunes, Perú tenía más de 123.900 casos confirmados de coronavirus y 3.600 muertes, lo que lo ubica en segundo lugar después de Brasil, tanto en número de casos como en muertes en América Latina.
Los dos países habían manejado la epidemia de manera completamente diferente: mientras el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, minimizó los peligros que plantea el coronavirus, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, declaró el 15 de marzo un estado de emergencia a nivel nacional que incluía la cuarentena obligatoria y cerró las fronteras del país.
Pero el virus emergió de todos modos.
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Alrededor del 85% de las camas de UCI en Perú con ventiladores están ocupadas actualmente, según cifras del Gobierno, y se teme que haya hacinamiento en los hospitales.
“Esta situación no es solo una emergencia sanitaria, sino una catástrofe sanitaria, definida como aquella situación en que la epidemia ha sobrepasado la capacidad de respuesta del sector salud”, dijo a CNN en Español el Dr. Alfredo Celis, del Colegio Médico de Perú.
¿Cómo acabó así un país que respondió con firmeza y seriedad a la pandemia?
Necesidades versus medidas de cuarentena
La profunda desigualdad en Perú es una de las razones, según el Dr. Elmer Huerta, médico peruano y colaborador de CNN en Español. “Lo que he aprendido es que este virus revela las condiciones socioeconómicas de un lugar”, dijo.
Muchos de los pobres en Perú no tienen más remedio que aventurarse fuera de sus casas para trabajar, comer o incluso realizar transacciones bancarias.
Por ejemplo, solo el 49% de los hogares peruanos posee un refrigerador o congelador (61% en áreas urbanas), según el Censo 2017 del país. Esto se traduce en la necesidad de que muchos visiten los mercados diariamente para obtener alimentos porque no pueden abastecerse, dijo Huerta.
“Se supone que uno debe evitar el contacto humano en una sociedad donde uno no puede quedarse en casa”, dijo Huerta.
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El 14 de abril, aproximadamente un mes después de que Perú promulgó su política obligatoria de confinamiento e implementó un toque de queda, TV Perú, afiliada de CNN, mostró imágenes en el exterior de un mercado en las afueras de Lima. Los compradores esperaban en la cola durante horas y una gran masa de personas comenzó a agitarse. La mayoría llevaba tapabocas, pero el distanciamiento social parecía imposible.
“Debemos aguantar (la aglomeración) porque no hay otra manera”, dijo una mujer parada en la fila a TV Perú. “Si no, no tendremos comida. No tenemos nada para comer, por eso hemos venido aquí”.
Ese día, el recuento de casos confirmados de coronavirus en el país fue de 10.303. Hoy es 10 veces mayor.
Consecuencias no deseadas
Las personas también terminaron abarrotando los bancos cuando intentaban acceder a los fondos de ayuda para el coronavirus.
El paquete de estímulo del Gobierno para ayudar a millones de las familias más vulnerables de Perú fue una buena idea, pero su distribución estaba mal diseñada, dijo Kristian López Vargas, economista peruano y profesor asistente de la Universidad de California en Santa Cruz.
En un informe del año pasado, la agencia que regula los bancos de Perú informó que solo alrededor del 38% de los adultos tienen una cuenta bancaria. La falta de acceso al sistema financiero significa que la mayoría de los receptores de ayuda tienen que ir personalmente a los bancos para obtener su dinero.
“No era difícil anticipar el comportamiento de las personas en su intento de acceder a esta ayuda”, dijo López Vargas a CNN. “En cambio, estas políticas causaron daños innecesarios al inducir a las personas a reunirse en grandes multitudes en los bancos”.
Muchos peruanos también viven y trabajan de maneras que simplemente no se pueden conciliar con el distanciamiento social, señaló. Según López Vargas, más del 30% de los hogares en Perú viven en condiciones de hacinamiento, con cuatro o más personas durmiendo en la misma habitación.
Y más del 72% trabaja en la economía informal, según el Instituto Nacional de Estadística e Información del Perú. Para aquellos que viven el día a día en el sector informal, ganar un ingreso a menudo depende de salir a trabajar y no aislarse.
Esto, combinado con las necesidades de millones de personas para obtener alimentos y otros artículos en mercados concurridos, “fue una mezcla explosiva”, dijo López Vargas.
¿Ahora qué?
El viernes, el presidente Vizcarra extendió el estado de emergencia hasta el 30 de junio, manteniendo la cuarentena obligatoria y los toques de queda en todo el país. Era la quinta vez que se extendían las medidas de emergencia. Pero esta vez, la extensión se combinó con la autorización para que ciertas empresas vuelvan a abrir, incluidos servicios como peluquerías, entrega de alimentos y odontología.
Las prioridades de Perú para hacer cumplir las pautas de salud también parecen haber evolucionado desde que se declaró por primera vez el estado de emergencia. A principios de abril, Vizcarra informó que durante las primeras semanas del mandato de confinamiento, hasta 3.000 personas fueron detenidas por desobedecer las medidas en algunos días. El lunes, anunció que la prioridad será hacer cumplir los protocolos de salud en los mercados del país.
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Una lección aprendida de la respuesta a la pandemia es que las personas deben cambiar ciertos “comportamientos sociales que han causado mucho daño”, agregó.
“Este tipo de comportamiento es individualista, egoísta… ignorando lo que sucede a nuestro alrededor, y precisamente lo que nos ha provocado esta situación, no solo en Perú, sino en todo el mundo”, dijo Vizcarra.
Pero Huerta y López Vargas advierten que no se debe culpar demasiado a la gente. Los problemas subyacentes que la pandemia ha dejado al descubierto no son nuevos.
“Si bien puede parecer un misterio para algunos, no lo es”, dijo López Vargas.