Paloma Ávila, directora de CNN Futuro, es premiada por el Colegio de Ingenieros por su aporte al desarrollo del país
La periodista fue galardonada por haber dejado huella en la ingeniería y en el desarrollo del país.
Con apenas 30 años cumplidos, Bárbara Sepúlveda y Nicole Natalino acumulan dos décadas de carrera en la escena musical. Desde la formación de Ciao en 1999 al lanzamiento de su nuevo álbum "Laberinto " en 2019, ambas relatan a CNN Chile, desde una perspectiva femenina, los vaivenes de la ruta de una de las bandas más populares que ha exportado nuestro país.
A mediados de los ’00, un grupo de cuatro adolescentes con delineador remarcado y estilo catalogado como “emo” -según las tribus urbanas de aquel entonces- se hallaba en el ápice del éxito musical en Chile. Hoy, las canciones que 15 años atrás sonaban pegajosas en la radio se han convertido en himnos del pop nacional. Sin Despertar, Ya Nada Queda y Escapar son solo algunas de las huellas musicales que quedaron grabadas en el inconsciente colectivo y que dieron pie al ascenso de Kudai.
La primera vez que Bárbara y Nicole se vieron la una a la otra, tenían 9 y 10 años respectivamente. Corría 1999 y el productor musical Pablo Vega había decidido reunir a cuatro niños talentosos y carismáticos a la hora de cantar y bailar de pie sobre un escenario. El proyecto, completamente prefabricado, tenía por nombre Ciao (“Hola”, en italiano) y alcanzó vida propia de la mano de Pablo Holman (31), Nicole Natalino (30), Bárbara Sepúlveda (30) y Tomás Manzi (30).
Nicole se enteró de la existencia de un casting a través de su hermano mayor Cristián, uno de los fundadores y actuales integrantes de la banda Natalino, anteriormente conocida como La Pé. Bárbara, por su parte, asistía a regularmente a lecciones de canto en la Escuela de Artes Vocales de Myriam Hernández y fue una profesora la que le sugirió la idea de incorporarse al cuarteto infantil.
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“Ya se había formado Ciao con cuatro personas, eran Tomás, Pablo, otra niña y la Nicole. Y entré al año siguiente que partieron como un reemplazo de cualquiera de las dos mujeres en caso de que se enfermaran o tuvieran algún otro compromiso. Yo estaba ahí para cubrir el tema vocal”, cuenta Bárbara respecto a su ingreso.
“Fue muy chistoso, porque, un día antes de la sesión de fotos para el disco, me llama el manager y me dice: ‘¿Estás dispuesta a formar parte oficial del grupo? La chica anterior se fue’. Le dije que sí. ‘Ya, mañana te quiero a las 9 de la mañana en la peluquería, te tienen que hacer corte’. Esa misma tarde estábamos haciendo las fotos del disco. Fue de un día para otro, tuve que volver a grabar las voces y todo pasó muy rápido”, recuerda.
En ese entonces, todos los integrantes bordeaban los 9 y 10 años.
El fuerte era interpretar clásicos italianos como Mamma María y Será porque te amo, y se mostraban sonrientes y enérgicos ante las cámaras de la programación televisiva de media tarde. Sin embargo, adentrarse en el competitivo rubro musical a una edad tan temprana resultó abrumador. “Sacrificamos mucho”, recuerda Nicole. “Íbamos a todas las entrevistas, a todos los programas. Cachureos, Club de los Tigritos, Pase lo que Pase”.
Trabajaban la voz varias veces a la semana junto a un coach especializado y, con el fin de introducirse con el pie derecho a la exposición mediática, también contaban con la guía de una periodista que los entrenaba a la hora de responder preguntas a la prensa. Aún así, no todo era música y luces, ya que, al ser menores de edad, estaban también obligados a cumplir en el plano educativo. “Tenía colegio desde las 8 a las 16 y después teníamos clases desde las cinco hasta las nueve. Y a esa hora yo llegaba, veía si tenía alguna tarea y me acostaba súper tarde”, afirma en torno a la rutina que manejaba en aquella época. “A veces me quedaba dormida en cualquier parte”.
Bárbara comparte aquella versión. “Fue rudo y agotador, pero fue una buena escuela para formar disciplina. Tenías que rendir en todos lados y estaba la presión extra de los papás, que te exigían tal nota o no te dejaban ir a las giras”, comenta.
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En 2003, la adolescencia comenzaba a asomarse por los poros de los integrantes del cuarteto, y aquello también se vio reflejado en un salto hacia nuevas aspiraciones musicales. Desligándose de los tonos en color pastel que componían la propuesta visual de Ciao y su restricción creativa limitada sólo a covers, la búsqueda de una mayor libertad lírica y estética fue lo que dio vida a Kudai.
La banda juvenil, cuyo nombre deriva de la definición mapuche de “joven trabajador”, no tardó en adueñarse de los primeros lugares en los ránkings de videos y canciones más pedidas, tanto en la radio como en las principales cadenas televisivas. Junto con el éxito, llegaron invitaciones a premiaciones de índole internacional, comerciales, giras dentro y fuera de Chile y mucha exposición ante los medios de comunicación.
En pleno corazón de la adolescencia, ¿cómo se lo tomaron? “Para nosotros era normal, porque empezamos desde tan chicos en el mundo de la música, que era simplemente ver los frutos. Creo que nunca nos sentimos raros”, asegura Bárbara.
Nicole, por otro lado, confiesa haber sido parte de la euforia: “Yo encontraba demasiado entretenido que tuviéramos álbum y cuadernos. Lo vivía como fan también, coleccionaba todo el merchandising. Cuando te pedían un autógrafo, cada uno tenía postales con su foto y escribía una dedicatoria”, recuerda.
Aunque el éxito profesional era terreno seguro, sus vidas personales y familiares atravesaban crisis sustanciales debido a la exigente dinámica a la que, al igual que en Ciao, continuaban viéndose sometidas. Fue precisamente aquello lo que motivó a Nicole a anunciar públicamente su salida de la banda en junio de 2006, en el marco del lanzamiento de su segundo disco, Sobrevive.
“Estaba muy cansada. En realidad, fue un agotamiento de años, años, años. Y entre el colegio, la banda, no tener salidas, no tener vida, igual extrañaba eso”. En aquel entonces, ya se balanceaba la idea de radicarse en México, para así ampliar el horizonte de la proyección internacional del grupo.
“Tenía la opción de irme con ellos o quedarme, estudiar una carrera tradicional y hacer una vida completamente normal. No podría decir que lo pasamos mal, porque no fue así nunca, pero cuando decidí salir fue porque sentía que ya no iba a aportar más en ese momento. Había vivido 7 años en la música y ya sentía que no podía entregar más”, admite.
La cantante agrega que “estaba en una situación complicada y, además, en ese momento, tuve muchos problemas con el manager”.
Bárbara, por otro lado, optó por la mudanza al país azteca. “Yo al tiro dije ‘sí, vámonos’. No la pensé dos veces. Era chica y era como estar en búsqueda del sueño americano”. Sin embargo, dada la relación fraternal que ambas jóvenes habían forjado a lo largo del paso del tiempo, reconoce que la decisión de Nicole provocó un terremoto en su estabilidad psicológica. “A la semana pusieron a una persona nueva para reemplazar a la Nico. Me dio una depre heavy. Estuve, por lo menos, tres meses encerrada sin salir”.
La nueva integrante era Gabriela “Gabi” Villalba (34), una joven ecuatoriana que había triunfado en un programa de talentos de su país, cimentando su propia carrera al hacerse parte de la otrora agrupación musical femenina Kiruba. En un principio, se pensaba que sólo iba a reemplazar a Nicole en una gira, pero fue el manager quien le hizo saber al resto del grupo que su suma, al igual que la mudanza a México, sería definitiva.
Pese al caos interpersonal, la internacionalización de la banda dio frutos. Se presentaron en el Festival de Viña del Mar, ganaron los Premios 40 Principales a Mejor Artista Central y de Chile (2007), los Premios MTV Latinoamérica a Mejor Artista Pop y Mejor Grupo y el Orgullosamente Latino a Grupo Latino del Año (2008), entre otros galardones. La banda sacó un último disco en 2008, Nadha, que incluso fue nominado al Grammy Latino, antes de anunciar su separación en agosto del año siguiente.
“Yo creo que, cuando tienes 17, 18 años, vivir en México es una experiencia exquisita. Es un país rico culturalmente, la gente es maravillosa y nos recibió súper bien. Pero fue tanta la carga de trabajo que tuvimos en ese momento, que llega un punto en que no das más. Realmente no das más. No tienes tiempo para nada”, afirma Bárbara.
Sus familias continuaban en Chile y los veían muy poco, dependiendo de la frecuencia con la que estas los visitaran o las pocas fechas libres que tuviesen. Carecían de horarios. “Era terrible venir en diciembre y estar un par de semanas y tener que volver”. Y reitera: “Yo siempre he sido súper metódica en mis cosas, entonces, de repente necesitaba una bomba de escape, y buscar algo que me desconectara completamente de la música, de los viajes y de todo lo que significaba, y no tenía tiempo. No tenía ni siquiera un día a la semana como para estudiar un curso de cocina, ¿cachái? Entonces eso, más el agotamiento, más el hecho de que no veís a tu familia, te pasa la cuenta”.
Nicole comparte la visión y sitúa el peso de la decisión de separarse en la rutina exhausta a la que estaban sometidos. “Yo no viví en México, pero antes de esa etapa fui varias veces y en todo caso, siempre fue así. O sea, este manager que nosotros tuvimos durante el principio de Kudai era un hombre trabajólico. Yo estaba muerta. Me imagino haber estado 5 años más”.
Nicole entró a estudiar Publicidad en la Universidad del Pacífico y posteriormente, con ayuda de la composición de Gustavo Pinochet, comenzó una carrera solista que fue muy apoyada por los seguidores que acompañaron a Kudai desde sus inicios y la vieron en la formación original. Su disco, Eternidad, el que ella misma cataloga como triste, fue un reflejo de lo que experimentó. “Es un disco depre, así total. Me cuesta escucharlo, porque siento que es como una decepción de lo que tuve de la música”.
Tras finalizar su carrera profesional, ingresó al área de marketing de la empresa L’Oreal, donde alcanzó a trabajar un año antes de ser contactada por Tomás para el reencuentro de la banda. “El siempre quiso que volviéramos. Trató de mover todas las energías para que nos juntáramos de nuevo. Ahora tomamos el proyecto de forma más adulta, nosotros lo manejamos”.
Bárbara, por su parte, tras la separación, volvió a Chile y cursó Odontología en la Universidad San Sebastián. Siempre le gustó la biología y estudiar la carrera era uno de sus más grandes sueños. “Tiene harto de arte. Tenís que tener una visión estética super desarrollada. Lo paso bien. Sinceramente, me gusta mucho trabajar con la gente y literalmente sacarles una sonrisa. Hice internado en un Cesfam de Conchalí donde aprendí mucho y me complementa absolutamente”.
¿Cómo experimentó ella el reencuentro? “Nos juntamos un día que Pablo vino de México y nos propuso hacer un par de conciertos. Tuvimos nuestras caídas con algunos mánagers chantas que aparecieron en el camino hasta, por fin, encontrarnos con Bizarro. Todos se querían aprovechar, porque el nombre Kudai era super potente, y es una formación estable”.
Tomar la decisión de retomar la banda no fue fácil. “Al principio, con la Nico no queríamos. No teníamos tantas expectativas de volver a subirnos a la máquina porque te preguntas si a los 30 te la vas a poder o no, pero terminamos firmando con Sony Music por tres discos y el primero lo empezamos a planear hace dos años”, cuenta.
Laberinto, lanzado en marzo de este año, fue grabado en Argentina, y ambas sostienen que lo más importante era mantener la esencia de Kudai. “Volvimos a trabajar con Gus, y también tenemos canciones de Koko, Alex Sergi, Axel… así empezamos a armar la maqueta, y lo grabamos a finales del año pasado. Estuvimos un año planeando el marketing y las fotos”.
El primer sencillo del álbum, Piensa, fue grabado en Argentina, el segundo, Lluvia de fuego, en Punta Arenas y el tercero y último, Dime cómo fue, en Santiago.
¿Y cuáles son los planes fijos para este 2020? “Ya estamos trabajando en el segundo disco, justo cuando da la casualidad que se cumplen 20 años de Kudai, así que el próximo año tendremos algunas sorpresillas. No paramos, a pesar de que cada una esté metida en sus carreras, siempre estamos pensando en la música”, reitera Bárbara.
“Si esto ha funcionado y hemos durado tanto tiempo juntos, ha sido por los valores que la familia nos ha entregado”, finaliza.
La periodista fue galardonada por haber dejado huella en la ingeniería y en el desarrollo del país.