“Alejandro Sanz. #Vive”, la biografía autorizada: Un mensaje de creador a creador

Por César Tudela

04.10.2018 / 16:25

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Óscar García Blesa, autor del libro que narra la vida del reconocido músico, conversó a fondo con CNN Chile sobre el proceso de investigación y escritura de su obra, cuenta detalles de la personalidad del cantante y explica por qué considera a Sanz el artista español más importante de los últimos 30 años.


En 2017 se cumplieron 20 años del disco “Más” de Alejandro Sanz, su quinto larga duración, y a su vez, el más exitoso no solo de su carrera, sino que de toda España, al convertirse en el álbum más vendido de la península ibérica.

Dicha celebración dio paso para que Óscar García Blesa –destacado ejecutivo discográfico y experto musical– elaborara un ambicioso plan: escribir una biografía y el guión de un documental sobre el compositor madrileño, autor de las inmortales ‘Si tú me miras’, ¿Lo ves? o ‘Corazón Partio’.

Luego de un año de intenso y dedicado trabajo, en noviembre pasado se editó “Alejandro Sanz. #VIVE”, un libro de 600 páginas que contiene un relato colectivo en forma de historia oral construido con más de 200 testimonios en los que se encuentran desde su familia, amigos y cercanos, hasta estelares personalidades del mundo de la cultura y el espectáculo.

Joan Manuel Serrat, Beyoncé, Alicia Keys, Humberto Gatica, Juan Luis Guerra, Laura Pausini, Don Francisco, Raphael y Miguel Bosé, entre muchos otros, son algunos nombres de un abanico de personas consultadas por el autor para construir un ambicioso e íntimo perfil biográfico, para el que considera es el artista español más influyente de las últimas tres décadas. Conversamos con el autor de #Vive en exclusiva para CNN Chile.

—#Vive es un libro muy completo y detallado, con cientos de entrevistas. Una de las cosas que primero sorprende en el prólogo es que cuentas que solo te tomó un año en escribirlo. ¿Es cierto eso?
—Sí, ¿sabes qué pasa?, realmente no me ocupe de otra cosa. Durante el año pasado lo único en lo que trabajé fue en este proyecto. Le dedicaba todo el día para poder estructurar y construir este relato que está formado por tantas voces y quieres que tenga un mensaje unitario, ¿no?. Y que al final no sea un pastiche de declaraciones, sino que tenga una línea narrativa lógica y que parezca como una novela.

—Un proceso tan apasionante como desgastante, me imagino.
—Lo que ocurre es que la narración tú la construyes como si fuera un puzzle, y cuando lo miras no tienes nada, ¿sabes? Entonces según vas avanzando, se convierte en algo más fácil. Cuando más piezas tienes, más fácil es encajarlas dentro del relato. Al final, el origen es solo un testimonio, el de Alejandro, y lo fui completando primero con un hermano, después con un compañero de colegio, después con un familiar, después con un músico; entonces cada pieza te va llevando a una pieza que se divide en dos, y esas se dividen en cuatro y después en ocho, y las vas encajando en el momento del tiempo adecuado y es más sencillo. Según avanza el libro, lo que es la ejecución, es más fácil montarlo. El arranque fue lo más difícil.

—Al principio, cuentas como anécdota que quizás este libro, conceptualmente, partió mucho antes, casi de la mano con la carrera de Alejandro. Remitiendo a esas primeras experiencias que tuviste con él, ¿tuviste alguna impresión que su carrera iba a ser tan importante? 
—Bueno, creo que eso no lo podía prever nadie. Piensa que Alejandro con el disco “Más” se convirtió en el disco más vendido de la historia en España. Si te planteas cualquier hito que diga “ya, voy a hacer la película más vista o el libro más vendido o el disco más escuchado”, eso es algo que poco se podía prever. Lo que sí sabía es que era un artista con un enorme talento y que lo que hacía era una propuesta muy diferente.

—¿Cómo así?
—La propuesta de Alejandro era distinta porque cuando él lanza su primer álbum, está todo rodeado de bandas. El mercado está dominado por grupos y él apuesta por un formato solista de canción melódica, entonces es una propuesta completamente novedosa en 1991 y encaja como un guante a la audiencia, sobre todo a raíz de un concierto muy especial de las navidades de ese año, en el Palacio de Deportes en Madrid, donde de alguna manera se consolida todo el trabajo que había hecho durante ese año.

Un artista de verdad

—En Chile, Sanz es un artista muy arraigado a nuestra cultura popular, una conexión que parte por un recordado y malogrado episodio que tiene en el Festival de Viña de 1994. ¿Cómo sitúas esa vivencia dentro de su carrera?
—Viña, en la carrera de Alejandro, es un punto de inflexión muy importante, porque él ya tenía un éxito muy notable en España. Había ido a América con muchísima ilusión. Tú conoces perfectamente el Festival de Viña y sabes cómo es el público y lo que puede hacer con la carrera de un artista. Su primera intervención allí fue con aquel mal logrado problema técnico, y que él se fue literalmente llorando del escenario al camerino, porque fue muy doloroso: un chaval muy joven, con toda la ilusión de triunfar en Chile, y ver que un problema técnico desbarataba esa oportunidad. Pero sacó fuerzas de flaquezas y fue el propio Miguel Bosé que al día siguiente lo invitó a cantar una de las canciones del set, y él de alguna manera, como que se sobrepuso a ese incidente. En cualquier caso, creo que tanto el público como el propio Alejandro sabían que no se podía quedar en un fracaso. Él proyectaba mucho más que ese incidente.

—Y luego volvió triunfante a ese escenario en 2001.
—Es que él es un enorme trabajador. Todo lo que ha conseguido a lo largo de su carrera es porque ha trabajado, nadie le ha regalado nada. De hecho, ha tenido que luchar siempre con gente que le dijo que no cantara flamenco o que mejorara su dicción para que no se notara que era de origen andaluz, y él apostó fuerte por un estilo propio, que luego fue imitado por un montón de artistas. Tenía muy claro que triunfaría en el negocio de la música, y afortunadamente así fue, porque además no tiene nada de impostado. No hay nada de pose, no hay ningún disfraz en nada de lo hace. Lo que lees en el libro es lo que es él. A la gente no la engañas, después de 30 años no puedes mantener una mentira… si detrás no hay algo verdadero, no hay un mensaje claro y que la gente se sienta identificada, no seguiría estando aquí. A la gente le gusta porque es un artista de verdad.

—Dices que es el artista español más grande de los últimos 30 años, lo que es un dictamen súper potente. ¿Cuál es el legado de Alejandro Sanz?
—Hay una cosa muy importante en el punto de vista del negocio de la música: Alejandro cambió la perspectiva de muchos artistas a la hora de pensar que también podían triunfar. A raíz del éxito del disco “Más”, un montón de músicos como Mónica Naranjo, Alex Ubago o La Oreja de Van Gogh, en otro momento no hubiesen sido tan populares. A raíz del éxito de Alejandro, digamos que  invitó a una nueva generación a pensar en grande, y además invitó al mercado a llevar a la audiencia a las tiendas, y esto es literal: la gente cuando iba a comprar el disco de Alejandro, aprovechaba y decía “bueno, ya que estoy acá, me llevo el de La Oreja de Van Gogh”. Es decir, creó una inercia muy favorable en el negocio. Además, se convirtió en una especie de padrino de toda una generación de nuevos artistas que, de alguna manera, vieron en Alejandro un modelo a seguir, un músico al que hay que imitar de alguna forma.

—Una de las cosas que deja el libro es la pasión por el trabajo que tiene Sanz. Un fanático de la música al punto de ser obsesivo consigo mismo. Incluso, dejas entrever que el ser tan perfeccionista podría ser su “punto débil”.
—Es un trabajador incansable. Hay una frase que me encanta de Alejandro: “los discos no se terminan, sino que se abandonan”. Si por él fuera, nunca le daría el brochazo final al cuadro. Es un poco una metáfora, el siempre busca la excelencia. A pesar que ha hecho grandes canciones, sigue pensando en componer una con la que diga: “ésta es la que buscaba”. Su oficio es lo más importante de su vida, y le dedica el cuerpo y el alma; es muy meticuloso, perfeccionista, siempre buscando el detalle. Él no acabaría un disco porque nunca encontraría el momento de decir “ya está terminado”.

—¿Crees que ese perfeccionismo provenga de su admiración a Paco de Lucia?
—¡Claro! Piensa que Paco de Lucia fue un hombre que hacía magia con seis cuerdas, pero aún así tenía la humildad de decir que le quedaba mucho que aprender de la guitarra. ¿Cómo es posible que alguien como él, que es seguramente uno de los músicos más extraordinarios del siglo XX, tuviera cosas que aprender? Eso es muy inspirador. Imagínate para Alejandro, que es un compositor de canciones pop. Lógicamente esa lección se la toma para sí mismo.

—Aparte, siempre se rodeó con los mejores instrumentistas para hacer sus discos.
—Siempre, desde prácticamente el primer disco. Y ese es un gesto de generosidad enorme. “Me quiero rodear de gente que sea siempre mejor que yo”. Eso dice mucho de las personas. Si Alejandro tiene un buen material, quiere grabarlo con los músicos que tengan el mayor talento posible. De esa manera, no solamente se va a beneficiar del arte de un tercero, sino que además va a aprender, porque en el mundo del arte no hay límites. El aprendizaje es una manera de enriquecer tu espíritu, y eso es maravilloso.

Soñar con los ojos abiertos

—El libro también refleja una característica intrínseca de Sanz, que es la de ser un artista más bien tímido en comparación a lo multifacético de otros solistas españoles. ¿Sabes si alguna vez la fama lo quebró?
—Siempre ha tenido claro que su vida, su pasión y su oficio ha sido el de hacer canciones. La fama o el éxito, eso no lo iba a cambiar. Lo que sí es cierto es que la fama es un monstruo muy complejo de manejar, y él lo dice en el libro. Cuando tiene el enorme éxito con el primer disco, tenía 22 años. De la noche a la mañana se convierte en un personaje que no puede salir a la calle y no puede hacer las cosas que hasta ese entonces hacia, como ir al metro, ir al cine, ir a comprar. Para un joven, eso supone un cambio enorme y es complejo de asimilar. En esa época, se fue a un pequeño pueblo del sur que se llama Sanlúcar de Barrameda, y se recluyó allí algunas semanas para asimilar y contextualizar su nueva posición de personaje público. Una vez que ya asimilas quien eres, pues bueno lo asumes y caminas. Hay algo que él explica cuando tiene ese éxito tan enorme, que la gente toma el derecho a criticarte o a opinar sobre todo simplemente porque eres conocido. Es complejo, pero al fin y al cabo es el precio de la fama. Entonces, cuando tienes un reconocimiento global, pues tienes que asumirlo, asimilarlo, digerirlo y cuando ya lo conoces y lo has domesticado, pues convivir con ello y saber que si sales al metro, en una ciudad como Madrid, Santiago o Buenos Aires, la gente te va a parar. No hay nada que hacer para evitarlo.

—¿Qué fue lo que más te emocionó durante la investigación?
—Su pasión por la música, que es indudable. Una pasión verdadera. Cuando alguien desarrolla un trabajo de manera tan apasionada, contagia a toda la gente que tiene cerca, y es alucinante lo mucho que vive su trabajo. Pero lo que más me emocionó fue su vínculo con su círculo de mayor confianza familiar. Todos sus recuerdos, las vivencias con su madre cuando lo llevaba al colegio, cuando se apuntó a la escuela de guitarra para aprender los primeros compases. De alguna manera, y volvemos un poco a la parte del éxito, cuando tienes ese éxito tan enorme, tu círculo cercano ha de ser muy sólido, y el recuerdo que tiene de su familia es muy bonito. Cuando habla de su madre o de su padre se emociona. A mí me gusta porque es un sentimiento universal. Es el sentimiento de alguien que quiere tanto a un padre pues transmite dulzura y transmite amor.

—¿Cuáles son tus canciones favoritas de Alejandro?
—Tengo varias. ‘Lo ves’ (1995) es una canción que me apasiona, es preciosa. Hay una canción que fue el primer sencillo de “El tren de los momentos” (2006) que es ‘A la primera persona’, que me parece muy poderosa porque tiene un mensaje muy potente. Me gusta mucho ‘Tú no tienes alma’ (2004), que es extraordinaria y que se la dedicó a su maestro Vicente Ramírez cuando falleció, y es como una carta de despedida. Bueno, tiene muchas más, podría decirte las típicas como ‘Corazón partió’, ‘Y, ¿si fuera ella?’… pero esas tres que te he dicho me parecen fundamentales.

—Terminas el libro con el reconocimiento como doctor honoris causa que le hizo el Berklee Collage of Music a Sanz en 2013. ¿Tiene algún significado especial cerrar así?
—Es una especie de epílogo y me pareció bonito concluir su historia así. No tanto por el reconocimiento en sí, sino porque lo que intento explicar es que él agradece, a pesar de que piensa que no tiene los merecimientos para un reconocimiento como tal, pero por supuesto lo acepta e invita a las nuevas generaciones a perseguir los sueños. En todo el libro no deja de hablar de una cosa que es perseguir los sueños. Soñar con los ojos abiertos, que es la manera de soñar, y cuando recibe el reconocimiento, invita a los músicos que están con él en ese momento a seguir tocando, a seguir descubriendo el instrumento, a seguir creando. Un mensaje de creador a creador.

Alejandro Sanz. #VIVE
Óscar García Blesa
Editorial Aguilar
608 páginas
Precio de referencia: $16.000