“Chile, la alegría ya viene”: La trastienda de cómo se creó el himno que derrotó a Pinochet

Por Macarena Casanova

05.10.2018 / 04:00

Compuesta por Jaime de Aguirre y escrita por Sergio Bravo, la canción que movilizó a millones de personas a votar contra el dictador pasó por un largo proceso antes de convertirse en el clásico pop más importante de la historia política de Chile. Aquí, los detalles detrás de su creación, impacto y trascendencia.


Era febrero de 1987 cuando millones de chilenos -todos mayores de 18 años- fueron a inscribirse en los registros electorales. Aunque hoy votar puede parecer poco atractivo, en ese entonces el evento generó gran interés ciudadano, dado que, por primera vez en casi 15 años de dictadura, podrían participar de unas elecciones.

La Constitución de 1980 establecía que en 1988 Augusto Pinochet debía convocar a un plebiscito que se celebraría el miércoles 5 de octubre de ese año. En la instancia, los ciudadanos podrían decidir entre dos alternativas: la opción SÍ significaba la continuidad del régimen y el NO representaba establecer plazos concretos para poner fin a la dictadura cívico-militar.

En total, cerca del 91% de las personas habilitadas para votar se inscribió, lo que provocó temor tanto en la oposición como en el oficialismo. Unos porque pensaban que la elección sería un fraude, y los otros porque veían la posibilidad de una masiva concurrencia anti Pinochet.

Pese a lo anterior, el gobierno estaba confiado: no creían que la oposición pudiera lanzar una estrategia publicitaria con la suficiente calidad para causar impacto masivo.

Sin embargo, estaban muy equivocados. La “Concertación por el NO”, coalición formada por partidos de izquierda, centroizquierda y centro, puso en funcionamiento la campaña política más creativa que se recuerde en la historia de Chile, una que fue capaz de motivar a la población y llevarla a las urnas.

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Franja televisiva: el punto de inflexión

Dentro de las normas de la campaña electoral, quedó establecido que, entre el 5 de septiembre el 1 de octubre, los canales de televisión abierta deberían entregar 30 minutos diarios de transmisión: 15 minutos para el SÍ y 15 minutos para el NO.

Para elaborar la franja, el comando del NO recurrió al estudio Filmocentro, conformado por un equipo de creativos publicitarios, sociólogos y cineastas, entre otros profesionales.

No obstante, antes de poner manos a la obra, el equipo creativo realizó diversos sondeos a la sociedad chilena que arrojaron lo evidente: la mayoría quería un cambio, pero vivía resignada por el miedo.

Por ello, Filmocentro desechó todas ideas que buscaban realzar las desapariciones y represiones de la dictadura. En lugar de ello, optaron por melodías y letras que levantaran el ánimo del oyente.

Los bosquejos que terminaron en “Chile, la alegría ya viene”

El himno de la franja del NO, que tomó protagonismo día a día en televisión, fue la canción “Chile, la alegría ya viene”, cuya letra fue encargada a Sergio Bravo y la música a Jaime de Aguirre.

Antes del resultado musical defintivo, hubo un bosquejo que rápidamente fue descartado. “No más genocidas/ no más dictadura/ no más detenidos desaparecidos”, era lo que había escrito el autor.

“Yo empecé a escribir desde el dolor. El sustento más primitivo de este tema era el sufrimiento. Pero cuando Eugenio García (director de la campaña) me puso como base la frase ‘Chile, la alegría ya viene’ comencé a trabajar sobre otra idea y pensé que eso era realmente el espíritu de lo que quería expresar. Empecé a escribir desde mis ganas de cambio, desde lo que yo quería que pasara”, explicó Bravo a La Tercera en 2012.

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Una vez que estuvo lista la letra, el autor se la llevó a Jaime de Aguirre, quien ya había compuesto en 1987 el tema “Somos más”, que llamaba a las elecciones libres, para que hiciera la música. La idea del actual director de TVN, en cambio, siempre fue hacer una melodía alegre y optimista.

“La música tenía que ser inclusiva, transversal, abierta, alegre. Era más amplio si elegíamos un género pop que algo más ligado a las raíces”, explica Jaime de Aguirre a CNN Chile.

Del mismo modo, Marisol García (autora del libro “Canción valiente”) ratifica la efectividad que provocó la música y la letra del tema: “marcó un contraste, y permitió pensar que el plebiscito no era un juicio de una situación insalvable, sino la apuesta a algo por hacer”.

Las voces: un coro ciudadano

Inicialmente los organizadores de la franja pensaron en recurrir a su entorno más cercano. Francisco Sazo, vocalista de Congreso, era el candidato que más sonaba para dar vida a “Chile, la alegría ya viene”.

Sin embargo, se dieron cuenta que este tema requería “la participación igualitaria de un coro ciudadano, sin protagonistas”, tal como se plantea en “Canción valiente”.

Por ello, contactaron a Claudio Guzmán, un cantante de mediana popularidad en el pop chileno, que finalmente se convirtió en la voz principal. Para secundarlo se escogió a Rosa Escobar, corista, ingeniera química e hija de Daniel Escobar, ex miembro del gabinete de Allende que fue detenido y desaparecido en 1973.

“Había mucha gente con disposición a hacerlo, pero andábamos buscando voces que representaran a personas comunes. Rosita tenía una voz melódica, de mucha calidad; y Claudio tenía una voz muy normal, muy pop, de una persona cualquiera, no le exigimos que fuera un cantante virtuoso”, explica De Aguirre.

La canción -que se grabó finalmente en cinco versiones, entre ellas una infantil y otra jazz-fusión– no solo se convirtió en un himno de la franja, sino que además se integró a un casette junto a composiciones alusivas, como “Lo he visto yo”, “Vamos a ganar” y “No lo quiero, no”.

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Las repercusiones históricas

Nadie previó que el plebiscito que sacaría a los militares del poder tendría una banda sonora que, todavía hoy, es recordada por la gente.

Si bien no se puede comprobar que las canciones fueron decisivas para que los chilenos de oposición fueran a las urnas, Marisol García sí reconoce que fue “importante la transmisión de entusiasmo, la convicción de un mensaje, el efecto-contagio que puede tener la música al transmitir que un sentir, una esperanza o un valor no está aislado, sino que es parte de una voz colectiva”.

Pasó a ser un himno simbólico muy poderoso. Se cantó en las calles, en los estadios, salió mucho en la televisión. Es muy emocionante que todavía se recuerde. Pero cada día tiene su afán, y esa era una época, esta es otra. Es muy bonito que permanezca en ese recuerdo colectivo”, concluyó Jaime de Aguirre.