Claudio Miranda, un chileno que triunfa en Hollywood y ganó el Oscar a Mejor Fotografía con “Life of Pi”

Por Camila Morandé

08.03.2024 / 14:48

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Comenzó en la industria desempeñándose como iluminador y electricista de largometrajes y videos musicales hace casi cuarenta años. Hoy, su nombre figura en los créditos de dirección fotográfica de filmes como "El curioso caso de Benjamin Button" (2008) y "Top Gun: Maverick" (2022), trabajando junto a cineastas de la talla de David Fincher, Tony Scott y Joseph Kosinski. "Life of Pi" fue su segunda nominación a los Premios de la Academia y su primer triunfo. Esta es su historia.


En 2009, un chileno le dio al mundo una de las primeras nominaciones al Oscar a Mejor Fotografía por una película filmada con tecnología digital.

Se trataba de Claudio Miranda (59), con su debut como director de fotografía para el mítico David Fincher en El curioso caso de Benjamin Button.

Y aunque perdió la estatuilla frente a Slumdog Millionaire, su revancha llegaría cuatro años más tarde, y en la misma categoría.

Su trabajo en Life of Pi lo convirtió en la segunda persona con raíces chilenas en ganar un Oscar – y la primera para quienes descuentan la estatuilla a Mejor Película Extranjera que obtuvo Amenábar en representación de España casi una década antes.

Sin embargo, él estaba seguro que el triunfo sería para Roger Deakins, también nominado ese año por su trabajo en Skyfall.

“Deakins como el héroe de uno, ¿o no? Tenía actores famosos y todas esas cosas, y nosotros solamente teníamos botes y tigres durante la mayor parte de la película”, contó este año a la organización de los Premios de la Academia.

Daba tan por sentado que no sería el ganador, que ni siquiera preparó un discurso y admitió  “haberse ido a negro” al subir a aceptar el galardón.

¿De qué se trata Life of Pi?

La historia sigue a Pi Patel (Suraj Sharma), un joven cuyo padre es el dueño del zoológico de Pondicherry, India.

En la búsqueda de una vida mejor, su familia decide emigrar a Canadá en un buque de carga. Sin embargo, durante la travesía, este naufraga y deja a Pi como único sobreviviente de los Patel.

Pero no está solo. Comparte el precario espacio con un variopinto grupo de animales: un orangután, una cebra, una hiena y un tigre de Bengala.

Life of Pi se basa en un libro del mismo nombre que ya había sido un éxito -antes del estreno en la pantalla grande, había vendido siete millones de copias y sido traducido a 42 idiomas– pero cuya trama ya había sido calificada como “imposible de filmar” previamente.

Su propio director, Ang Lee -con entregas previas que incluían Sensatez y sentimientos (1995), Hulk (2003) y Secreto en la montaña (2005)-, llegó a admitir que esta fue, “por lejos”, la película más difícil que hizo en su carrera.

Pero el esfuerzo dio frutos.

Life of Pi obtuvo cuatro Premios Oscar y entre estos, se incluyó uno a su propio nombre en la categoría de Mejor Director.

Claudio Miranda en Life of Pi

Las entrevistas de trabajo no eran el fuerte de Claudio Miranda. Jamás había quedado seleccionado para algún cargo a través de ellas.

Y en 2008, tras su primer intercambio de palabras con Ang Lee, dio por hecho que la historia se había repetido. Por eso, su sorpresa no fue poca cuando recibió un segundo llamado por parte de la producción.

Además de hacerle saber que había causado “una muy buena impresión” en el director, le fue solicitado un demo en 3D para posterior edición.

Su entrega en aquel ensayo le aseguró el puesto como director de fotografía de Life of Pi.

Para aquel entonces, ya había trabajado con animación digital en El curioso caso de Benjamin Button y había rodado en 3D para TRON: Legacy (2010). “Logro que muchas películas resuelvan tareas difíciles. Esos créditos y mi experiencia con el 3D creo que fueron los que me dieron el trabajo en Pi”, explica.

En un inicio, el chileno creyó que sería una película pequeña. Al no haber nombres consagrados en el reparto actoral, dudó del enorme presupuesto destinado a la producción.

“¿Cómo podemos disponer de todo este dinero (solamente) para tanques, paredes y cosas así?”, se preguntó por aquel entonces.

Pero pronto se dio cuenta de la razón.

Los detalles de producción

Gran parte de la producción se rodó en el tanque de olas autogeneradas más grande que se ha diseñado y construido para una película en la historia: medía 70 metros de largo, 30 de ancho y cuatro de profundidad.

Se situaba en el emplazamiento de un antiguo aeropuerto en Taichung (Taiwán) y albergaba una capacidad de casi 6.500 litros de agua, lo que permitió a los cineastas generar toda una gama de texturas líquidas.

En una entrevista posterior a la filmación, Miranda sostuvo que su más grande desafío estuvo, precisamente, en las escenas acuáticas.

“El reto estaba en cómo mantenerlas visualmente interesantes y eso significaba poder cambiar, también, las condiciones climáticas”, afirmó.

Su solución fue ajustar la iluminación del tanque de agua instalando una rejilla iluminada Además, a través de una Spidercam –principalmente utilizada en eventos deportivos– pudo obtener diversas perspectivas sobre el agua.

Otros retos incluyeron calmar inseguridades que Lee tenía ante el uso de 3D y dudas del propio estudio ante el riesgo de marear a la audiencia – disipados con días enteros a pruebas de náuseas.

El rodaje en la India dejó en él una huella imborrable, y destaca una escena que retrata una ceremonia religiosa en un templo como su favorita. “El departamento artístico consiguió más de 120 mil velas y trabajamos toda la noche para esparcirlas”, recuerda.

Sólo para llevar a cabo aquella escena, la producción contrató a aproximadamente 5.500 lugareños como actores de fondo.

El tigre

Pese a que el protagonista es Pi, el personaje más reconocido de la película es, sin duda, su acompañante en la travesía: un tigre de Bengala llamado Richard Parker.

Para traerlo a la vida, se utilizaron cuatro tigres reales que representan aproximadamente 10% de la acción. El resto es CGI.

Miranda no vio a Richard Parker completamente renderizado hasta que preparó el intermediario digital (DI) en postproducción. Y considera que la mejor toma del tigre en CGI es cuando se sienta en el regazo de Pi con aspecto demacrado.

(Créditos: 20th Century Studios)

“La iluminación es casi banal. Hay calma y quietud. Me encanta la tristeza (que emana). De hecho, en India creyeron que estábamos haciéndole daño a un tigre de verdad y al principio prohibieron la película“, cuenta.

Como consecuencia, el estudio tuvo que elaborar una suerte de making of y enviarlo a la comisión de dicho país explicando cómo habían obtenido un resultado tan realista.

Claudio Miranda y sus conexiones con Chile

Nació en Valparaíso en 1965. Y como hijo de una diseñadora de interiores danesa y un arquitecto chileno, la inclinación artística viene de crianza.

“Sé que tomo muchas referencias de las ideas que proyectaba mi padre en su arquitectura, el mantenerse dispuesto, no repetir y estar siempre innovando”, admitió a Variety en 2008.

Su estancia en el país fue breve, pues a temprana edad se mudó a Norteamérica. Más allá de su nacimiento, los lazos que mantiene con tierras nacionales son pocos.

“La comunidad chilena se hace presente todo el tiempo. Por desgracia, ni siquiera hablo español; he vivido en Estados Unidos casi toda mi vida. Mi padre estaba allá (Chile), pero no conversábamos mucho”, explicó en una entrevista.

Aunque inició estudios en una universidad comunitaria de Los Angeles, no tardó en darse cuenta que la educación tradicional no era lo suyo, así como tampoco le llamaba la atención un trabajo de oficina.

En sus inicios en el rubro, Miranda trabajó como electricista y técnico e ingeniero de iluminación de diversos videos musicales y películas.

“Empecé desde abajo y fui muy feliz en todos esos puestos. Me encantó ser electricista, y siempre admiré a todas las personas para las que trabajé. Nunca imaginé, realmente, que podría llegar a tener el puesto de ellos”, explicó en 2022.

Fue en aquella senda que conoció a David Fincher y otro director que sentaría un precedente en su carrera: Tony Scott.

A Scott, la mente maestra un clásico de culto, Top Gun (1986), se unió por primera vez como jefe de iluminación en Marea roja (1995) y luego colaboró en el mismo cargo en Fanático (1996) y Enemigo público (1998).

Más de dos décadas después, se elevó como director de fotografía en la secuela que Joseph Kosinski dirigió de su clásico: Top Gun: Maverick (2022), para cuya realización incluso sacó una licencia de pilotaje para crear las vistas aéreas de la película.

“Saqué el carnet”, confirmó él mismo. “Hice un montón de pruebas en un Aero L-39 sólo para mostrar a la Marina: ‘Esto es lo que vamos a hacer, éste es el plan’“.