En su primera obra, la escritora de 25 años exploró, sin prever lo que vendría, un momento de pausa en la vida de una joven, aislándose en Machalí, en casa de sus padres, como una forma de alejarse de la saturación capitalina y sus experiencias tóxicas.
En medio de un confinamiento forzado debido al coronavirus, resulta casi profético el aislamiento que tomó la personaje principal de Vacío temporal, la primera novela de Carla Vargas (25). La joven periodista regresa a Machalí para alejarse de la capital y sus excesos, en una transición que la ayudará a develar qué había detrás de esos carretes y el sexo casual.
La protagonista no tiene identidad, algo que la misma autora reconoce como algo que siempre se planeó así y que incluso torció sus intentos por nombrarla. Esto, aseguró a CNN Chile, debido a que las experiencias narradas pertenecen a varias mujeres.
Y si bien cuando comenzó a escribirla en 2018 aún no se experimentaban las cuarentenas que hoy ya son parte de la normalidad, el encierro que vive esta joven sí responde a una medida de protección, pero de la saturación de la capital y su réplica virtual en Internet.
Escribir, publicar y seguir publicando
“Mi expectativa era publicar la novela y después seguir publicando. Y que le fuera bien, ojalá. Pero tampoco tenía mayor expectativa. O sea, como le ha ido ahora superó todas mis expectativas”, dice Carla.
La escritura es algo que siempre ha estado en su vida de una u otra manera. Mediante agendas, cuadernos o notas en el celular, el impulso de pasar a palabra lo observado, asegura, siempre estuvo.
Fue así como, tras viajar desde Machalí a Santiago, durante su vida universitaria recogió relatos y experiencias sobre el carrete, un ritual marcado por distintos pasos que llevan a lo opuesto de una vivencia memorable: el olvido. A lo largo de la obra, notamos que son aquellos espacios de tiempo que no recuerda los que parecen reflejar una necesidad de no estar presente.
Sin embargo, la aproximación de Carla a su historia deja de lado juicios morales y da cuenta de los hechos: “Si lees la contraportada… al leer eso, se puede sentir como un libro de autoayuda, o de superación, o que al final ella se recupera, o volverse religiosa… no sé. Y no quería que fuera así en ninguna parte. No quería que la novela tuviera un discurso moral sobre el alcohol y las drogas, más que nada era narrar, describir hechos“.
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Mujeres chatas del mundo machista
Pero el alcohol y las drogas que deja atrás la protagonista son sólo el punto de partida para el tema que realmente quería exponer la autora: cómo se relacionan las mujeres y los hombres en un mundo machista.
“Una crítica relevante son las relaciones con los hombres que ella tiene. O con el sexo igual. Hay algo en mostrar eso y, que lo hace a lo largo de toda la novela, sobre cómo ella se siente vulnerada por los hombres“, asegura.
Por ello vemos cómo la protagonista se toma una pausa que además de alejarla del carrete o las redes sociales, le permite hacer un recuento de la mal llamada “vida amorosa” que ha tenido, con encuentros esporádicos donde los sujetos aparecen más bien como un medio para satisfacer una necesidad, nunca con compromisos que trascendieran la relación.
En ese sentido, hay un peso que la protagonista se echa encima al adoptar los modos de vida que se le presentan, yugo que eventualmente se revienta y la obliga a alejarse de Santiago.
“Si en este mundo todo está corrompido, estaremos corrompidas nosotras también“, es la cita que lleva el inicio de Vacío Temporal y que corresponde a la cinta Las margaritas (1966), de Vera Chytilová. Esa conclusión a la que llegan las protagonistas de la obra checoslovaca subraya la obra completa de Carla Vargas.
El contrataque de la mujer centennial
La representación generacional es algo que no aborda explícitamente la obra, pero sí mirándola de reojo. No sólo en las fiestas y carretes que terminan en apagar tele, sino también en los hábitos que hemos adoptado con el uso de los celulares táctiles.
Durante una conversación con el padre de la protagonista, él le pregunta si es que ha leído el Tao Te Ching, texto que origina el taoismo. Sin embargo, ella aún no lo había revisado. Libros como este, señala la joven, la hacen sentir como “una persona de mierda en una época de mierda”.
“Estaba aburrida de esa vida de mierda, que ella mencionaba. O esa época de mierda, como de saturación de todos. De redes sociales, de Internet. Te metes a Internet y es todo, todo, todo. Sobresaturado“, comenta la escritora.
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La veloz vida que llevaba la protagonista dejaba poco para la memoria, todo pasando rápidamente sin tener reflexiones al respecto. O al menos no hasta que se alejó de la capital. “Escapa de Santiago un poco de eso, no sólo de sí misma, de las drogas y alcohol, y lo que le pasaba en Santiago, sino también de esa vida de exceso“, añade Carla.
Así, una revisión de historias en Instagram se convierte en un acto del cual no obtiene placer, sino sólo sus críticas y aquello que no le gusta y el no saber si quiera por qué las ve.
Esto, sumado a la admiración que siente de autoras de épocas anteriores, con las que sostiene conversaciones y debates, son un reflejo del desapego que siente del presente que vive y que finalmente trascienden a la relación que ella misma siente con respecto a su cuerpo y respecto al otro. Y en ese vaivén de emociones juveniles, claro, es más fácil mandar todo al carajo y volver al origen, pedir una pausa.
Vacío temporal
Carla Vargas
Los Libros de la Mujer Rota
145 páginas
Precio de referencia: $9.000