“La guerra hay que mostrarla”: La historia del periodista chileno que estuvo bajo trincheras, bombardeos y con Zelensky

Por Fernanda Castillo Álvarez

10.05.2024 / 23:55

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El influencer y el creador del libro "Crónicas desde la guerra en Ucrania", Juan Vallejos, cuenta -en entrevista a CNN Chile- cómo "una loca idea" lo llevó a cubrir en dos oportunidades el conflicto entre Rusia y Ucrania.


Con un cuaderno, un lápiz y “una loca idea” partió el periodista chileno Juan Vallejos Croquevielle a Ucrania en 2022, un año después del comienzo de la invasión de Rusia. A pesar de que le preguntan siempre por qué decidió ir a una zona de guerra, él contesta que fue “porque podía y porque quería”. 

¿Quién es Juan Vallejos? Existen dos versiones de él. Una antes de viajar y otra después de haber estado en el campo de batalla. El Juan antes de viajar: oriundo de Coyhaique, periodista, fanático de Björk, creador de contenido en TikTok sobre entrevistas de contingencia nacional y locutor en diferentes programas de radios nacionales; el Juan post viaje: expositor de charlas, locutor de opinión en radios, periodista de análisis internacionales y autor del libro Crónicas desde la guerra en Ucrania.

En dos oportunidades -para el primer aniversario del conflicto viajó solo y después de seis meses fue con periodistas de Latinoamérica-, Juan pudo capturar la cruda realidad de Ucrania, algo que él define como una “colorida atrocidad”, dado sus peculiares colores de flores y bosques, mientras la ciudad se cae a pedazos.

En entrevista con CNN Chile, Juan Vallejos relata desde algunos momentos sobre su paso en el frente de guerra, la normalidad de la sociedad ucraniana tanto en contextos de guerra como en la falta de leyes para la comunidad LGTBQI+, la fe, la propaganda, el odio, la infancia perdida, la muerte, hasta una reunión con el presidente Volodymyr Zelensky. 

“Haber ido a esta guerra no me hizo pacifista”

En 2022, Juan decidió dejar Santiago de Chile para ir a estudiar un magíster a Madrid, España, pero no quería solo estar sumergido entre cuestiones teóricas de las comunicaciones, por lo que empezó a llamar a diferentes medios de comunicación para ofrecerse como corresponsal en Europa. No tuvo respuestas positivas. Sin embargo, hubo dos medios que lo apoyaron en su cobertura de la Guerra en Ucrania.

“Le comenté a los otros estudiantes lo que iba a hacer. Me dijeron que estaba loco”, dice. Solo bastó con tomar la iniciativa, aunque la realidad fuese aún más ruda y chocante en su segunda experiencia: “Fue mucho más violenta, mucho más. Fue más allá de la capital, de la frontera y trinchera. Fue la guerra, esa guerra que no es bonita, que no gana el Óscar, que no tiene una historia romántica con una actriz del Globo de Oro que romantizan la mierda, perdóname, que es una guerra. La guerra huele mal, es estresante, tiene humedad, temperaturas extremas de calor y frío, sangre, trozos de cuerpo. La guerra es lo peor a lo que puede llegar el humano para poder llegar a acuerdo de algo”. 

―¿Cuál fue el lugar que más te marcó?
Las fosas comunes fue algo muy fuerte, algo que no esperaba ver. Era un ambiente muy raro y lejano a todo cliché de las películas que muestran lugares súper oscuros… Esto fue en plena luz del día en un bosque que digamos no era feo, entonces fue como una colorida atrocidad. Fue una de las cosas que más marcó emocionalmente en mi paso por Ucrania.

Juan, antes de regresar a Kharkiv -ciudad que queda a pocos kilómetros de frontera con Rusia- en auto junto a otros periodistas, se detuvieron en un bosque en el cual poco a poco fueron apareciendo montículos de tierra acumulada, alrededor de más de 400 fosas comunes en los que los rusos habían dejado cientos de cadáveres de militares, civiles y niños. Según Vallejos, cada excavación almacenaba entre dos hasta quince cuerpos. En su libro detalla una atmósfera de paralización, incluso de incertidumbre frente a decisiones periodísticas de si mostrar esto o no.

―¿A qué dilemas éticos te enfrentaste como periodista?
Me costó tomar la decisión si publicar lo de las fosas comunes, pero más que si publicar o no, era cómo publicarlo, ¿cómo limito el cuestionamiento en cuanto al morbo versus el hecho de mostrarlo? Fui consciente de que mostrara la forma que mostrara, obvio que eso conllevaba a cierto grado de morbosidad para algunas audiencias. Pero, por otra parte dije ‘si esto no se muestra no se sabrá’. En el mundo de hoy, si no se muestra no pasó. Yo creo que la crudeza de las fosas comunes es algo que no ha tenido el impacto que debería tener, entendiendo que estamos en pleno siglo 21 y eso está asociado a cosas oscuras de épocas pasadas.

 

Foto de Juan Vallejos Croquevielle

Foto de Juan Vallejos Croquevielle

―¿Qué cambió en ti luego de cubrir dos veces la guerra en Ucrania?
Valoro más aún el país en el que vivimos, el factor de la paz, la democracia y libertad, fue como un recordatorio en sobredosis de que estas estas características son frágiles. También, me hizo ser mucho más crítico e intolerante con todas esas personas que a veces en redes sociales o incluso en cargos políticos, hablan con una liviandad de que vuelvan los militares, de que solo con militares se soluciona, de que hay que matarlos a todos, de que hay que hacer esto y lo otro sin dimensionar lo que significan esas estupideces que están diciendo. Haber ido a esta guerra no me hizo pacifista para nada. De hecho, yo creo que el pacifismo y los movimientos pacifistas son un problema para conseguir la verdadera patria.

―¿Tomaste posición en ese sentido?
Yo creo que a veces hay que tomar posiciones por muy complejas que puedan ser. He vuelto a valorar, mejor dicho, esta garantía de libertad que tenemos en Chile. Hay problemas en Chile, por supuesto, pero no dejemos de dimensionar lo importante y valorable que es vivir en un país en paz. Eso como que lo tengo muy, muy presente y me ha hecho mucho más crítico e intolerante para todas aquellas figuras políticas de izquierda y de derecha que solo den soluciones en restringir libertades, en atacar y fomentar el odio al adversario, y que posiciona a todos los adversarios como enemigos. Ellos son responsables de eventuales violencias futuras.

El periodismo en el último lugar del mundo

Para lograr viajar como corresponsal de guerra y cubrir todos los acontecimientos en Ucrania, el periodista chileno tuvo que ir respaldado por un medio de comunicación. En su búsqueda, se dio cuenta de una analogía respecto a Chile y el periodismo que es como si el país fuera “una especie de parcelita y que solo nuestros problemas políticos, cívicos y sociales son únicamente producidos en Chile y discutidos aquí como si no fuéramos parte del mundo”, dice.

En esa línea, Juan insiste en que las problemáticas internacionales han sido tan grandes que ha llevado a los periodistas a trabajar y reportear desde la comodidad del escritorio, “dejando de lado, lo más básico del periodismo que es ir a los lugares”.

―En ese sentido, ¿cuál es tu perspectiva del periodismo chileno enfocado al internacional o en la cobertura de guerras en comparación a otros?
Está al debe, está absolutamente al debe. Las noticias internacionales que existen en Chile principalmente en los medios de comunicación televisivos, en sus noticieros centrales se reducen a una seguidilla de titulares sin ni una explicación de su vínculo con Chile, sin hacer entender a las audiencias de por qué para un chileno o país sería relevante algo que esté pasando en algún lugar del mundo.

“Que Dios los bendiga para poder matar a los otros antes”

Izium, ciudad ubicada al sureste de Ucrania. En su cobertura junto a otros colegas de otras partes de Latinoamérica decidieron ir a unas trincheras a 200 metros de la frontera con Rusia. Con chalecos antibalas, cascos y equipos los periodistas mostraron la realidad bajo tierra aunque con vista al cielo, ya que entre los militares había llegado un capellán ortodoxo de la zona a bendecir las tropas. “Yo veía mucha gente aferrada a la fe”, cuenta Juan.

 

Foto de Juan Vallejos Croquevielle

Foto de Juan Vallejos Croquevielle

―Tú eres ateo, ¿hubo alguna situación o momento en que te replantearas la fe?
No, para nada. Sí estuve muy atento a la fe porque la veía, la veía en la gente y en los militares. Y por supuesto que eso respalda mi consciente postura de por qué la gente cree. No me hizo plantearme a mí el tener que creer. Soy ateo, pero no soy irrespetuoso de quien tiene la fe religiosa en ello.

En sus escritos Juan hizo una paradoja de la fe al estar presente en cómo bendecían a las tropas ucranianas por el país, su libertad. “‘Qué Dios los acompañe y bendiga’ y yo dije a 200 metros de mí deben haber otro religioso entregando la bendición a tropas rusas casi con los mismos argumentos, solo cambiando el país en cuestión y que esa bendición para que salga todo bien, hay que traducirla como matar al otro. Más que cuestionarme si debía o no tener fe, como que me quedó mucho más claro de que no porque era contradictorio que Dios los bendiga en su misión. Traducción, que Dios los bendiga poder matar a los otros antes de que los maten a ustedes, imagínate.

“La media volá”

En Ucrania, la tecnología ha cumplido un rol fundamental en términos de seguridad. Actualmente, las personas utilizan una aplicación que les permite saber dónde refugiarse en caso de bombardeo. Juan la descargó, pero le llamó la atención por qué las personas no se resguardaban y seguían como si nada. “La normalización de la guerra”, expresa.

Otra arista extraña de “normalización”, fue cómo llegó el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, a recibir a Juan y sus colegas: “Llegó una hora tarde porque estaba revisando un tema de unos bombardeos que estaban haciendo en el Mar Negro y lo contó con una tranquilidad, como si alguien dijera ‘oye, disculpa que llegue tarde, que fui a buscar un niño al colegio’, eso me llamó la atención”.

 

Foto de Juan Vallejos Croquevielle

Foto de Juan Vallejos Croquevielle

―¿Alguna anécdota sobre la reunión con Zelenski?
La anécdota de que no sabía escribir mi nombre y yo jamás pensé que a alguien le podría complicarle escribir un nombre tan sencillo como Juan, pero eso tenía que ver con el alfabeto que usan los ucranianos, que es alfabeto cirílico. Eso lo encontré anecdótico.

Al recordar el momento en lo personal y como periodista, Juan expresa que todo eso fue raro. “Yo estaba muy cerca de él. La verdad es que antes de que me tocara hacer la pregunta y veía a los colegas haciendo la suya, para mí era inevitable pensar y tener en la cabeza algo así como “la media volá”, onda ¿qué hago acá?, me sentí muy bien personalmente, profesionalmente, básicamente fue una especie de confirmación de que, quien la sigue la consigue.

―¿Piensas volver o ir a cubrir algún otro conflicto?
Volver a Ucrania porque me quedó pendiente conocer algo que siempre he querido conocer que es Chernóbil, pero por razones de guerra era imposible acercarse porque la tenían completamente rodeada de militares y es un punto muy, muy peligroso, pero en algún momento tendré que ir. Estoy también haciendo gestiones para poder ir a Palestina a Israel. Y quizás tal vez a otro lugar del mundo. Pero yo creo que vamos a mantenernos en esto de ir de vez en cuando yendo a otros conflictos bélicos y mostrar tal vez desde la comodidad de un celular lo que está ocurriendo.

“Me abrió una posibilidad de trabajo que no tenía presente hace algunos años, que son las corresponsabilidades de guerra. Las guerras hay que mostrarlas y hacerles recordar a la gente que el riesgo de una guerra siempre está”, expresa.

Crónicas desde la guerra en Ucrania

El libro Crónicas desde la guerra en Ucrania está disponible en preventa a través del sitio web de la editorial Trayecto.