Gabriela Cabezón habla sobre su libro “Las niñas del naranjel”, inspirado en la historia de la Monja Alférez

La escritora Gabriela Cabezón Cámara ha estado promocionando una de sus últimas creaciones, Las niñas del naranjel, un libro sobre Catalina de Erauso, mejor conocida como la Monja Alférez.

Es por esto que la autora llegó hasta Chile, donde conversó con CNN Magazine, sobre su inspiración y el marco histórico de su texto.

Cabezón recuerda que hace más de 20 años, vio una pintura donde aparecía “una persona vestida con una armadura dorada y con una lanza a punto asesinar o asesinando, ya no recuerdo el detalle, a una persona claramente miembro de un pueblo originario. Brutal”.

Debajo del cuadro decía Monja Alférez, un nombre que se mantuvo en la mente de la escritora hasta hace 6 años, cuando decidió darle vida al personaje histórico a través de una de sus historias.

El contexto histórico de Las niñas del naranjel

A la Monja Alférez se le conoce por múltiples nombres, entre ellos algunos de hombres como Antonio, pues fue una adolescente que al escapar de un convento decidió hacerse pasar por hombre.

Sin embargo, la autora la ha descrito como “un desastre, es la gente que no invitarías a tu fiesta de cumpleaños”, pues se transformó en una asesina que llegó a Chile a inicios del 1600.

En ese marco, comienza la ficción de Gabriela Cabezón, donde la Monja Alférez llega a la selva tras recibir la bendición del rey y del papa para vestir como hombre.

En la ficción de la autora, Antonio “se queda en la selva con dos niñitas, dos monos, dos caballos y una perrita, y se queda quieto. Se ve acompañado, amorosamente y además constantemente cuestionado por las niñas que le preguntan todo”.

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“Somos claramente zona de sacrificio”

Debido al tiempo que invirtió en escribir sobre la conquista, la autora sostuvo que es un periodo que no “terminó, somos claramente zona de sacrificio”.

Cabezón declaró que los modelos económicos y el mal uso de recursos han contribuido a que los países, sobre todo del hemisferio sur, continúen bajo un proceso de conquista.

“Son 500 años, porque no fue solo España la que sometió, nuestros estados nacionales lo siguen haciendo”, concluyó.

Gabriela Cabezón Cámara | EFE/Isaac Esquivel