Mario Mutis recuerda la insólita gira de Los Jaivas por la ex Unión Soviética: “Llegamos a un planeta” diferente, pero “conocían a Allende”

Por Camila Morandé

10.10.2024 / 18:38

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“Era raro. No tenían idea del mundo en que vivían. No tenían comunicación con el exterior”, recordó el músico chileno sobre el tour que hizo junto a Eduardo "Gato" Alquinta y los hermanos Gabriel, Claudio y Eduardo Parra en 1983. Gracias a este, un año después, fue lanzado el desconocido vinilo “Los Jaivas en Moscú”, editado por el único sello discográfico que había en el territorio.


En el año 1983, la icónica banda chilena Los Jaivas llevó a cabo uno de los hitos más inusuales de su trayectoria musical: una gira musical por la desaparecida Unión Soviética.

Su bajista, Mario Mutis, recordó el viaje durante una reciente conversación junto a los periodistas Mauricio Jürgensen y Jean Philippe Cretton.

Llegamos a un planeta nosotros, no llegamos a un país”, comenzó narrando en el episodio 5 del podcast Me Suena.

“Era un lugar, extrañamente, dentro del planeta; que no calzaba mucho con el resto. Entonces, era raro. No tenían idea del mundo en que vivían. No tenían comunicación con el exterior, no existía el Internet ni las noticias o la televisión. Salía lo de la cosa estatal y nadie sabía nada, nada, nada. Conocían a Allende”.

Explicó que la invitación surgió tras un concierto que la banda realizó en el Estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires, durante un evento que celebraba la paz entre Chile y Argentina tras el Conflicto del Beagle.

“Estaba la Mercedes Sosa, el León Gieco, estaban varios de los argentinos ahí. Y había una bandera argentina larga y la mitad era una bandera chilena, hasta el otro lado. Estaban cosidas y unidas. Fue muy bonito”, reflexionó el músico de 76 años.

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En medio de esa presentación, Los Jaivas notaron a un grupo de hombres misteriosos en la platea, vestidos con trajes formales y portando maletines. “Cuando ya estábamos en el camarín, aparecen los personajes estos. Con un traductor, porque no hablaban español”, explicó.

Pronto fue develado que los sujetos en cuestión trabajaban para Melodiya, el único sello discográfico que existía en el territorio por aquel entonces (“Nosotros tenemos el encargo de llevar artistas y hacerlos circular por la Unión Soviética”, recordó Mutis que mencionaron), y les ofrecieron realizar una gira.

La agrupación chilena —en ese entonces, conformada por Mutis, Eduardo “Gato” Alquinta, y los hermanos Gabriel, Claudio y Eduardo Parra— aceptó. Y así, en un recorrido que se extendió alrededor de 45 días, llevó su performance en vivo a ciudades que hoy corresponden a países como Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Siberia y Lituania.

Posteriormente, Melodiya llegó a editar un vinilo con grabaciones de conciertos realizados durante la visita, titulado Los Jaivas en Moscú (1984). Misma pieza icónica que, tras el paso de los años, la propia Fundación Cultural Los Jaivas ha descrito como “un material preciado por coleccionistas”.

 

Durante los 45 días que duró el viaje, la banda ofreció 30 conciertos. Y a pesar de las brechas geográficas, la URSS los recibió con entusiasmo, y miles de personas llenaron los teatros agendados.

“Nosotros hacíamos nuestra música. Teníamos una traductora que decía: Estos chiquillos vienen de acá, de allá, tocan cueca (…). Que América Latina, que los instrumentos, que la trutruca y los mapuche”.

Relató además que, bajo la cultura local, el público tenía la costumbre de ir a dejarles flores en medio de las actuaciones.

“Después de dos horas de concierto, teníamos un escenario de lado a lado lleno de flores”, rememoró, para luego destacar que la productora obligaba a la banda a recogerlas todas antes de retirarse.

El pago fue bueno, pero en la URSS “no había ni una cuestión pa’ comprar”

“Las condiciones eran más extrañas todavía”, advirtió el músico, en alusión a la aparición previa de los rusos tras bambalinas en Argentina.

Según explicó, les pagaron “súper bien” por los shows, pero la suma fue dividida: una mitad en rublos, moneda que no podían sacar de la Unión Soviética, y la otra en dólares. Y aunque guardaron estos últimos “bajo cajas, cierres, candados, para que llegaran a Francia vivos”, se vieron obligados a gastar los rublos durante su estancia.

El problema era que, aunque contaban con una cantidad exorbitante de billetes en efectivo, había muy poca oferta comercial. “No había ni una cuestión pa’ comprar, no había nada”, enfatizó. “Compramos puras tonteras”.

Entre las pocas adquisiciones que pudieron hacer, mencionó un reloj digital que “duró el viaje”, y un televisor que Eduardo Parra compró con la esperanza de poder utilizar después en Francia, pero jamás consiguió encender.

“Lo enchufó y no le funcionó nunca la cuestión”, comentó al final.