Paloma Ávila, directora de CNN Futuro, es premiada por el Colegio de Ingenieros por su aporte al desarrollo del país
La periodista fue galardonada por haber dejado huella en la ingeniería y en el desarrollo del país.
El evento de moda más comentado de cada año, tanto por sus temáticas como por las celebridades en su alfombra roja, decidió basar su propuesta de 2024 en el libro de un escritor inglés cuyas historias se han reinventado en forma de películas, arquitectura y música. Ha inspirado desde a Steven Spielberg hasta a Radiohead y Madonna. Conoce más acerca de su obra en esta nota.
(CNN) — Una vez al año, el primer lunes de mayo, las escalinatas alfombradas del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (conocido como “el Met”) se convierten en el escenario del evento de moda más comentado del año.
A lo largo de los años, la temática de la Met Gala ha explorado temas tan excelsos como las relaciones internacionales entre Oriente y Occidente (China: Through the Looking Glass, en 2015), la historia visual del catolicismo (Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination, en 2018) e incluso el valor del arte en la era de la reproducción mecánica (Manus × Machina: Fashion in an Age of Technology, en 2016).
Este año, Andrew Bolton, conservador jefe del museo de la moda del Met, The Costume Institute, ha encargado a sus invitados desentrañar las hojas de uno de los escritores de ciencia ficción más famosos: James Graham Ballard (J.G. Ballard; 1930-2009).
En febrero, el Met desveló el cuento de Ballard de 1962, The Garden of Time, como tema de la próxima alfombra roja.
Acompañará a la exposición principal, titulada Sleeping Beauties: Reawakening Fashion (Bellas durmientes: El despertar de la moda), la cual cuenta con piezas del archivo histórico del Costume Institute que abarcan cuatro siglos diferentes.
Muchas de las prendas son tan delicadas, que no se pueden tocar, y mucho menos llevar puestas, sin el equipo de conservación adecuado. Bolton lo describe como “una oda a la naturaleza y a la poética emocional de la moda”.
En The Garden of Time, el conde Axel y su esposa viven en una gran villa de arquitectura palladiana.
Está situada en una extensa finca amurallada rodeada por un prado cristalino de “flores del tiempo” que parecen de cristal; mientras que, en el horizonte, a lo lejos, una turba enfurecida se acerca cada vez más al lugar.
Todos los días, Axel coge la cabeza de una flor del tiempo, retrasa las horas e invierte el avance de la turba por la colina. Hasta que todas las flores se acaban, claro, una inevitabilidad que se cierne sobre las pocas páginas de la historia.
Finalmente, cuando la muchedumbre logra asaltar la muralla, sólo se encuentra con una villa en ruinas y dos estatuas de piedra con la imagen del conde y la condesa. Es, probablemente, el más ambiguo de los relatos del autor.
En tanto, los temas que abarca, como la decadencia, la ruina, la belleza y la fragilidad, están en directa conversación con el la temática de Bellas durmientes.
Hay poco brillo y glamour en el mundo de Ballard. Y si lo hay, no dura demasiado.
Desde la década de 1950, el difunto autor británico construyó una obra centrada casi exclusivamente en la catástrofe distópica, la violencia desenfrenada y la disolución de la psique burguesa.
Tanto si el escenario retratado en la lectura es el rascacielos de un lujoso complejo de apartamentos o una acomodada urbanización cerrada en el sur de Francia, la tesis de Ballard sigue siendo la misma: el resplandeciente brillo de la vida de la clase media alta no es más que una fina chapa a segundos de resquebrajarse.
Si no reconoces su nombre, puede que te hayas topado con las inquietantes reflexiones de Ballard sobre la psicología humana en otra clase de obras.
Por ejemplo, quizá viste la película Empire of the Sun (1987), dirigida por Steven Spielberg, que se basa en la novela lanzada por Ballard tres años antes, en la cual ficciona su propia experiencia como niño en un campo de internamiento chino durante la Segunda Guerra Mundial.
O Crash, la adaptación que, en 1996, hizo David Cronenberg del libro de 1974 del escritor, cuya trama sigue a un grupo de personas que se excitan sexualmente por las colisiones de automóviles y fue recibida con abucheos y salidas anticipadas durante su estreno en el Festival de Cannes.
Pero no sólo el cine se ha inspirado directamente en Ballard. Su visión del mundo se ha infiltrado en el arte, la música, la arquitectura y la moda, de una manera más consistente que, tal vez, la de cualquier otro autor del siglo XX.
Los diseñadores de moda, en particular, llevan mucho tiempo sintiéndose atraídos por la visión ballardiana.
En 2021, la pasarela primavera-verano del diseñador estadounidense Thom Browne en la Semana de la Moda de Nueva York también imaginó la vida tras el muro del jardín del conde Axel.
Browne evocó la imagen final de la historia de los aristócratas de piedra a través de vestidos camiseros serigrafiados con estatuas griegas y romanas. En el rostro de las modelos, en tanto, lucían pinceladas de arcilla resquebrajadas.
En 2013, el diseñador israelí Alon Livné creó una colección inspirada en la pieza literaria The Crystal World (1966); mientras que, en 1998, el diseñador londinense Andrew Groves lanzó una colección primavera-verano basada en Cocaine Nights historia de 1997 sobre un adinerado asesino.
“Hay algo en Ballard que toma lo normal o lo cotidiano y lo convierte en horroroso y subversivo“, dice Groves a CNN a través de Zoom. Tomó prestado el libro por primera vez hace más de 27 años, por medio de un amigo.
“Era muy bueno identificando los elementos distópicos del siglo XX. Y los diseñadores de los 90, como yo, McQueen, utilizábamos la moda como lente para pensar en su papel en la sociedad y en lo que significa”.
Pero ninguna de las historias de Ballard ha sido tan reimaginada en la pasarela como Crash.
Las espinosas imágenes de la novela (y más tarde, de la película) se han convertido en un punto de referencia clave para los diseñadores, desde los recién graduados universitarios hasta las marcas del circuito de las semanas de la moda.
El diseñador y exdirector creativo de Moschino, Jeremy Scott, diseñó su primer desfile en la Semana de la Moda de París en 1997 basándose en estas señales visuales.
Incluso llegó a enviar a la periodista de la televisión francesa Marie-Christiane Marek la puerta real de un automóvil como parte de la invitación.
“Recuerdo que me quedé estupefacto ante las escenas en las que se excitaban con los accidentes de tráfico, los autos, el humo, los cuerpos destrozados y las piezas de los automóviles”, explicó Scott por videollamada.
La colección, titulada Body Modification (Modificación corporal), mostraba batas de hospital fruncidas y plisadas como vestidos de alta costura, e inserciones de plexiglás de color nude con tacones de aguja vendados a los pies de las modelos.
“Las batas de hospital eran de papel”, cuenta Scott. “La idea era su carácter efímero. Y ahora, con el tema de la Met Gala, la hermosa flor que muere nada más ser arrancada, vuelve a conectar con lo efímero de la moda. Es un momento fugaz, aunque nos aferremos a él por la eternidad de los tiempos”.
La influencia de Crash, particularmente, se ha extendido como una marea negra en la rama del arte.
En 1986, el arquitecto británico Nigel Coates construyó en Tokio el Caffè Bongo, un restaurante cuya fachada muestra un ala de avión de tamaño natural estrellada contra una columna romana.
“Me interesa más la cultura de la arquitectura y cómo se puede contribuir a ella de diversas maneras, que la prueba de la arquitectura a través de la construcción”, dijo Coates en 2011, durante una conferencia sobre la arquitectura ballardiana.
“Encuentro una conexión cohesiva con la historia de Crash, y la forma en que la perversidad del placer sexual, combinado con el peligro y el dolor, da pie a una fusión que puede encontrar camino en la arquitectura”.
Las críticas al Caffè Bongo tacharon brevemente a Coates como un “arquitecto peligroso”, después de que muchos creyeran que no se podía construir. “Demostré que se equivocaban“, aseveró.
Desde Madonna y Charli XCX hasta Radiohead y Joy Division, músicos de todos los géneros han dedicado discos, carátulas y títulos de canciones a Ballard.
La canción de Madonna de 1998, Drowned World/ Substitute for Love, toma su nombre de la novela de 1962; mientras que Ian Curtis, líder de Joy Division, tomó el título del cuento Atrocity Exhibition antes siquiera haber leído a Ballard.
La carátula de Crash (2022), de Charli XCX, mezcla el morbo de un accidente de auto con connotaciones sexuales, mientras ella, vistiendo bikini negro, se sienta a horcajadas sobre el capó de un vehículo destrozado y mira fijamente a un parabrisas roto mientras un hilo de sangre le brota de la sien.
Los Manic Street Preachers samplearon la infame cita de Ballard “I wanted to rub the human face in its own vomit, and force it to look in the mirror”, en su canción de 1994, Mausoleum.
Incluso el artista residente de Radiohead, Stanley Donwood, que ha creado todas las portadas de los álbumes de la banda desde 1994, recibió en 2015 el encargo de Fourth Estate Books de rediseñar el aspecto de las 21 novelas de Ballard.
Pero, ¿qué veremos en las escaleras del Met?
Mientras que la prensa que cubre moda predice un torrente de vestidos con estampados de peonías, un rápido vistazo a las palabras de Ballard dirigirá a las celebridades en una dirección más oscura.
“Hay algo en la moda que hace que las cosas luzcan un tanto extrañas”, afirma Groves. “Eso es lo que hace que sea interesante“.
La periodista fue galardonada por haber dejado huella en la ingeniería y en el desarrollo del país.