"Sin escribir, los días se me hacen larguísimos, insufribles", dijo el escritor sobre sus jornadas durante la pandemia. Además, reveló que el humor, la música y la escritura lo han salvado de la depresión.
El escritor Hernán Rivera Letelier confirmó en entrevista con La Tercera que ya enfrenta algunas de las consecuencias del Parkinson, enfermedad con la cual convive desde el año 2013: habla más lento, experimenta movimientos involuntarios y cada vez le cuesta más escribir en el computador.
El autor de La Reina Isabel Cantaba Rancheras terminó tres libros breves durante la pandemia, y al ser consultado sobre cómo le ha afectado la enfermedad en el trabajo, respondió: “me está afectando la memoria y me está afectando los dedos para escribir. Yo era el escritor más rápido del oeste, pero ahora ya no puedo, porque los dedos se mueven solos de repente y marcan cosas nada que ver”.
“Es terrible, de pronto estoy escribiendo y se me olvidan las palabras. Pero encontré una técnica para hallarlas rápido: busco los antónimos y así llego”, comentó también.
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“Estoy en la segunda etapa, en la cuarta ya estás frito”, dijo. Pero espera someterse a una cirugía en Chile: “yo voy a tener que cancelar los 40 palos. Es carísima, pero entre quedarse en silla de ruedas, prefiero hacerla, aunque es peligrosa. Te taladran el cráneo, es complicada la cosa”.
También dijo que el humor, la escritura y la música lo han salvado de la depresión, y reveló que en algunas oportunidades intenta bailar con su hija, pero “el Parkinson te descoordina, me cuesta llevar los pasos (…) A veces me graban, después lo veo y es para la risa”.
Ante la pregunta sobre el temor a la muerte, aseguró que descubrió que no le tenía miedo, “pero sí le tenía miedo a dejar sola a mi familia. Me daba rabia, pena, dejar a mis hijos, mi señora, a mis nietos”.
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Respecto a la compatibilidad entre el Parkinson y su trabajo, el escritor confirmó que “ha sido más difícil que la cresta”. Sus tres nuevas obras son cortas en comparación a sus obras más extensas, que se acercaban a las 300 páginas. Pero para el escritor, el motivo no tiene que ver con la enfermedad, sino que con la edad. “Vi un reportaje y descubrí que los escritores pasando los 70 empiezan a escribir más corto, como que se vuelven eyaculadores precoces”, comentó.
También reveló que no puede estar un día sin escribir, y que eso ha hecho que el tiempo de pandemia haya pasado rápido, porque “sin escribir, los días se me hacen larguísimos, insufribles”.
Y frente a la pregunta si piensa más en la muerte, respondió que “sí, yo pienso más en la muerte. Tampoco es que me proponga pensar en ella, pero aparece, está más presente”.