La actriz Amparo Noguera, una de las participantes en esta nueva modalidad "Living Teatro", dice que la gente ha enganchado con la propuesta por los tiempos que estamos viviendo. Si bien se cobra entrada, la gente tiene la posibilidad de preguntar y conversar con los protagonistas luego de la presentación.
En toda situación extrema, el arte se las arregla para encontrar un espacio donde desarrollarse. Siempre hay creadores buscando comunicar y conectar con el público, y la actual emergencia sanitaria por el COVID-19 no es la excepción.
Hace un par de semanas la productora “The Cow Company” estrenó la obra virtual “La Clase Magistral”, bajo el concepto Living Teatro y, aunque fue una función piloto gratuita, la respuesta fue sorprendente: 1.000 personas se conectaron para ver este nuevo formato, protagonizado por Amparo Noguera, Luis Gnecco y Gabriel Urzúa.
Pero el boca a boca siguió creciendo. La segunda semana más de 500 personas compraron su entrada y recibieron una clave para entrar a esta sala virtual donde se desarrolla la historia, confirmando que se trata de un pequeño fenómeno. Para que se hagan una idea: la sala principal del teatro de la Universidad Católica, ubicado en Plaza Ñuñoa, tiene 343 butacas.
El productor ejecutivo de The Cow, Marco Alvo, dice: “Nuestro negocio subsiste a través de juntar gente. Entonces, en el minuto en que empiezan a aparecer estas restricciones de aislamiento o distanciamiento social, nos vemos disminuidos”.
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“Buscando alternativas y oportunidades, consideramos hacer una transmisión online, y una de esas conversaciones la tuve con Rafa Gumucio, con el que primero evaluamos hacer lecturas dramatizadas, y luego salió la idea de hacer obras escritas para ser interpretadas en Zoom, donde no sólo sea la plataforma, sino que también la excusa que motive la trama”, relata.
“Rafa escribió rápidamente la primera obra, que se trata de un profesor que se mete a hacer su clase, pero se da cuenta de que hay un solo alumno, porque los demás están molestos por un problema que tuvo con la cámara en su última clase”, detalla.
“Con eso en mente llamé a Luis Gnecco, Amparo Noguera y Gabriel Urzúa para motivarlos a que se metieran al proyecto. En un principio estaban un poco reticentes, porque no entendían cómo iba a funcionar, pero apenas leyeron la obra se sumaron y en una semana ya teníamos la obra montada, ensayada y la estrenamos. Fue una muy grata sorpresa”.
Al respecto, Gumucio acota: “Se me ocurrió la idea (y creo que a mucha gente más) de que era un buen momento de hacer teatro en Zoom. Había visto algunas experiencias ahí y dije ‘podemos hacer teatro con eso’. La idea era usar las cosas que pasan y cómo pasan en Zoom, qué tipo de comunicación estamos creando ahí, que es mucho más que usarlo como un medio de comunicación, sino que preguntarse qué tipo de comunicación estamos creando en torno a la imposibilidad de encontrarnos por otros modos. Jugar con el límite de lo que Zoom puede o no hacer”.
“Las temáticas se basaron en lo que la gente está viviendo; experiencias que me contaron y que viví también. Ese ha sido el motor de las dos historias que han permitido desarrollar una idea en torno a los planteamientos que se tiene de la cuarentena y a estar encerrados”, cuenta.
Respecto al inicio del proyecto, Amparo Noguera, señala: “Me pareció que era un grupo interesante para establecer algo dentro de la contingencia que estamos pasando. No tuve reparos, porque no alcancé a pensarlo. Siempre lo entendí como algo que tenía que ver con el momento, no algo tan trascendental. Y un espacio laboral dentro de este momento, pero nada más”.
Volviendo al día de la función, son las 20:30 horas y aparece Gumucio para hacer una breve introducción y explicar a qué obedece la creación de este tipo de piezas en tiempos como los que vivimos. Luego da paso a la obra que dura un poco más de 30 minutos y finalmente se abren los micrófonos para que los interesados puedan interactuar y hacer preguntas a los actores.
“La parte que más me gusta de la obra es cuando abrimos los micrófonos y las cámaras y nos encontramos con la gente. Es maravilloso ver las distintas casas, casos y mundos que se conectan. Es como otra obra para mí, que es la que más me interesa; la obra de la gente, la que la gente hace con lo que escribimos”, dice el escritor.
Alvo, complementa: “Nosotros siempre pensamos que teníamos que hacer una conversación posterior, sobre todo para entender qué sentía la gente, porque a diferencia del teatro no tienes la sensación del público de manera directa porque tenemos las cámaras y los micrófonos silenciado”.
“La primera función fue maravillosa, porque inmediatamente una pareja nos dijo que estaban con Coronavirus y estaban en cuarentena hace 20 días y que para ellos este había sido su minuto de normalidad dentro de unas semanas atroces. Uno se siente gratificado por el hecho de otorgarle ciertas cuotas de normalidad a la gente y sentir que puedes llegar a personas que están lejos y que no tienen la posibilidad de acercarse al teatro tradicionalmente, tanto en Chile como en el extranjero. Tuvimos espectadores desde Nueva York, Calama, Copiapó o Concepción y que no tienen la oportunidad de acceder constantemente a este tipo de encuentros“, cuenta.
“Otra cosa positiva es que el público siente que los actores están actuándoles a ellos desde sus casas y pueden enfrentarse al teatro de una manera que no habían visto nunca, que tiene que ver con poder estar con una copa en la mano, comiendo algo, acostados o sentados en un sillón, entonces le agrega cierta magia a esto que, originalmente lo pensamos como un paréntesis, mientras durara la pandemia y no pudiéramos entrar a la sala, pero parece que se ha ido ganando su propio espacio y quizás puede continuar de forma paralela al teatro y puedan convivir ambos, que el viernes lo puedan ver en la casa y el sábado en la sala.
Noguera cree que el público ha enganchado con esta propuesta porque, asegura, “aunque estamos viviendo un problema mundial, como país estamos hace rato en un momento significativo e importante, pero también bastante estresante”.
“Seguimos ahora con el Coronavirus y yo creo que la gente en su casa está muy angustiada, asustada, triste, tiene incertidumbre y un momento de relajo a través de esta plataforma es muy bienvenido. Y sobre todo creo que lo que más valora la gente, es la capacidad de después hablar con los actores y saber que al mismo tiempo hay mucha gente conectada sobre un mismo punto y un mismo tema”, plantea.
Hoy arranca su tercera semana, con dos obras en cartelera: “Clase magistral” y “Una nueva vida” y la pregunta que muchos se hacen es si este es un género que puede perdurar en el tiempo. En las conversaciones después de las obras, hay varios que agradecen la experiencia y además comentan que ha convertido en un agradable hábito para empezar el fin de semana.
Pero Gumucio es enfático: “Espero que se acabe la cuarentena, que podamos reunirnos y volvamos a estar en el teatro. Mi deseo más grande es volver a encontrarnos físicamente, porque no hay nada que reemplace el contacto físico”.
“Lo que creo que va a pasar de todas maneras, es que va a haber cada vez más plataformas (como Escenix, que hizo la Paty Rivadeneira) y más gente verá teatro desde su casa. Cada vez va a haber más teatro tradicional, que va a contar con una parte importante del público que no va a estar “literalmente” en los asientos, sino que asistirá de manera remota”, dice.
En esa línea, agrega que “actualmente estamos probando muchos formatos; los tiempos, la cantidad de actores, etc. Por eso también era importante cobrar entrada. Yo sé que hay muchos a los que no les gusta que uno cobre, pero era importante saber qué efectividad económica puede tener algo así, porque para que funcione, las rutinas de trabajo son muy importantes”.
Amparo Noguera es igual de tajante: “Creo que el error es seguir comparando este formato con el teatro. La verdad es que no tienen nada que ver por ningún lado. Es imposible que esto se asemeje al teatro en cuanto a la estética y puesta en escena que requiere una obra de teatro para ser llamada como tal, por todo el equipo que hay detrás de un montaje, y por el encuentro con las personas, con el rito que tiene una obra de teatro, que es el encuentro en un lugar común para ver una obra que está representada. Eso desde la definición más básica”.
“Cuando se dice ‘teatro por Zoom’, en el caso de las obras donde estoy participando, que son unas puestas en escena muy cortas, que son escenas más que obras de teatro, el enganche es que es algo que se repite una sola vez y que después no se puede acceder nuevamente y que estamos todos juntos haciéndolo en vivo, actores y público, pero tiene que ver con la contingencia”, enfatiza.
“No podría decir que no tiene futuro como nuevo formato. Si lo llegara a tener, podría ser sin duda una plataforma interesante, que no se compare con el teatro ni con el cine, ni con la televisión, ni con el radioteatro. Creo que el valor sería que se tomara esta plataforma como un nuevo formato y no uno a partir de otro, y para eso creo que hay que recorrer un camino largo, donde tiene que haber diseñadores de páginas web, gente que maneje una plataforma para darle novedad y la haga crecer. Es un camino interesante a investigar y debería haber muchos más invitados al proyecto, gente entendida en la materia para que salga algo interesante”, plantea.
En ese sentido, asegura que se debería establecer “como una nueva plataforma, con nuevos pensadores que sepan manejarla correctamente para que sea un nuevo lenguaje artístico y de comunicación”.
Mientras la discusión continúa, la invitación para los que quieran participar de este ejercicio sigue en pie.
Este fin de semana hay funciones de ambas obras hoy viernes y mañana sábado a las 20:30 horas. Las entradas cuestan $4.000 y se pueden adquirir en thecowcompany.com.