Con un concierto agotado a los pocos días del comienzo de la venta de entradas y otro agendado apenas cuatro horas antes del primero debido a la alta demanda, la banda estadounidense liderada por Jesse Rutherford dejó Santiago llevándose el corazón de su público chileno en el bolsillo.
Enardecida. Así estuvo la multitud presente a lo largo de cada uno de los 80 minutos que duró el segundo concierto de The Neighbourhood en el Teatro La Cúpula el domingo 9 de junio.
En un inicio, este espectáculo iba a ser el primero y único, sin embargo, fue la propia demanda de los fans lo que motivó tanto a la banda como a la producción a agendar otro concierto apenas cuatro horas antes.
El reloj marcaba las 20:45 en la entrada del espacio ubicado al interior del Parque O’Higgins. Los guardias comentaban que la organización había destinado dos filas para los asistentes, cada una dedicada a los distintos espectáculos. Y aún dentro de la gran expectativa y emoción de los fieles seguidores que llegaban con su boleto en mano, estas fueron muy respetadas y no hubo ocasión a que se formase un incidente.
Con una salida sujeta a una puntualidad digna de destacar, los primeros en posarse sobre el escenario fueron los miembros instrumentales de la banda: los dos guitarristas, Zachary Abels y Jeremy Freedman, el bajista, Mikey Margott, y sentado frente a la batería, Brandon Fried. Si ya se escuchaban aplausos y gritos ante la presencia de los músicos, cuando el vocalista Jesse Rutherford se dejó ver medio minuto después, el sonido alcanzó decibeles casi ensordecedores.
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Zach Abels. Fotografía por Camila Morandé.
Vistiendo un cardigan que ocultaba sus numerosos tatuajes y pantalón de tela –lejos de las chaquetas de cuero y Dr. Martens que le añadieron vibras de chico malo y salpicaron gotas de un tinte irreverente a The NHBD en eras pasadas–, Rutherford no tardó en meterse al público al bolsillo y dio inicio a la noche con un medley de How, R.I.P To My Youth y Dust. Cuidando detalles, las canciones pertenecían al primer, segundo y tercer disco de la banda respectivamente.
Con un carisma de esos que no se compran, el californiano arrastraba sus mocasines con gracia desde un lado hacia otro a lo largo del escenario y encantaba a la juventud atiborrada contra la reja posicionada a pocos metros frente a él. Entre carteles con mensajes y máscaras de cartón con la cara del propio Jesse recortada –vendidas de manera estratégica por los usuales comerciantes que se ubican a las afueras del lugar–, el teatro vibraba con el pop-rock alternativo del quinteto.
Tres tonadas después, durante Paradise, el frontman jugueteó con un micrófono colgante que se extendía desde el techo del escenario. El sonido era bueno, las notas de los instrumentos tenían buen eco y tenían espacio para escucharse bien y por separado. Fuera de algunos retornos que se sobresaturaron un par de veces, el espectáculo estuvo impecable.
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Jesse Rutherford. Fotografía por Camila Morandé.
En momentos, el vocalista se acercó a algunos afortunados ubicados en la primera fila de cancha y les tomó la mano. Con la emoción esperable, no tardaron en agolparse grupos hacia cada lado que el vocalista se desplazaba, por lo que varias personas tuvieron que ser asistidas por el equipo de seguridad producto del colapso.
A mitad del concierto, Rutherford se colgó al hombro una guitarra acústica café y complementó su canto con los acordes nostálgicos de Sadderdaze. Volviendo el aura aún más especial, el público decidió hacerse partícipe de la melancolía y encendió el flash de su teléfono. Con las luces bajas y cientos de puntos blancos moviéndose desde el otro lado del escenario, la postal era ciertamente memorable.
Poco después, tras una breve conversación secreta y risas cómplices entre Zach y Jesse, una nueva versión acústica del coro de Scary Love resonó en el teatro. A los pocos segundos, guitarra fuera, retomó la escala rockera usual y todo el recinto coreó y bailó a su ritmo.
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Jesse Rutherford. Fotografía por Camila Morandé.
Al inicio de Warm, el cantante recibió una bandera chilena que había sido alzada de manera insistente por un grupo de seguidores. Tras estirarla, con una preocupación por el detalle que resultó sorprendente, cuidó que la estrella y los colores de la insignia nacional estuviesen posicionados del lado correcto y la mostró al público, que estaba completamente eufórico ante la escena.
En lo que siguió, Rutherford jugueteó con un globo negro que fue lanzado al escenario y se subió al micrófono colgante durante las últimas canciones. El single más exitoso de The Neighbourhood, Sweater Weather, que amasa más de 300 millones de visitas en YouTube, llegó como penúltimo en el repertorio. La noche finalizó con Stuck With Me y una oleada de aplausos.
Jesse Rutherford. Fotografía por Camila Morandé.
Setlist oficial:
- Medley de How – R.I.P To My Youth – Dust
- Medley de Afraid – You Get Me So High
- Cry Baby
- Paradise
- W!ped Out
- Medley de Daddy Issues – Void – Blue – Livin’ In A Dream
- Sadderdaze
- Scary Love
- Wires – Warm
- Sweater Weather
- Stuck With Me