1994, campeones como ayer: Se cumplen tres décadas de la histórica hazaña de la U de Chile tras 25 años sin títulos
El club laico alcanzó la gloria el 18 de diciembre de 1994 con un épico empate ante Cobresal en pleno desierto de Atacama.
El club laico alcanzó la gloria el 18 de diciembre de 1994 con un épico empate ante Cobresal en pleno desierto de Atacama.
El sol caía con fuerza sobre el Estadio El Cobre aquel 18 de diciembre de 1994, en plena tierra sagrada.
Fue en la localidad minera de El Salvador, a más de dos kilómetros de altura sobre el nivel del mar, que la fina arena del desierto de Atacama fue testigo del regreso a la gloria de la Universidad de Chile.
Un empate 1-1 frente a Cobresal fue suficiente para que los azules rompieran una sequía de 25 años sin títulos, en una tarde inspirada de fútbol que quedó grabada para siempre en la memoria de todos los románticos viajeros del país.
Chile de 1994 vivía tiempos de profundo cambio. Era el primer año del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que sucedió al histórico mandato de Patricio Aylwin, el encargado de guiar al país en los inicios de la transición democrática.
En lo cultural, Los Tres lanzaban su aclamado disco La Espada & La Pared, y el Festival de Viña veía triunfar a artistas como Ricardo Montaner y Miguel Bosé aún no arremetía con sus opiniones políticas contra Michelle Bachelet.
Cruzando la frontera, el mundo se emocionaba con el Mundial de Fútbol en Estados Unidos, donde Brasil levantaba su cuarta Copa del Mundo. Pero en Chile, ese año, el fútbol local experimentaba uno de sus momentos de catarsis más históricos.
La Universidad de Chile de 1994 no era simplemente un equipo. Era un grupo de soñadores liderados por Jorge “Lulo” Socías, un entrenador que no solo inculcó táctica, sino también confianza y espíritu de lucha.
En el plantel convivían veteranos como Patricio Mardones y Luis Musrri, con jóvenes talentos como Marcelo Salas, quien años después se convertiría en uno de los máximos referentes del fútbol chileno. Esa mezcla perfecta de experiencia y juventud marcó el camino de una campaña que bien podría haber sido sacada desde el mejor guión de Hollywood.
El torneo estaba para cualquiera. La encarnizada lucha con uno de sus más grandes rivales, Universidad Católica, llegó a la última fecha con una diferencia mínima.
Mientras los cruzados vencían a O’Higgins en Rancagua, los azules tenían la obligación de asegurar al menos un punto en el norte para levantar la copa. Los hinchas, que desde temprano habían viajado más de mil kilómetros para alentar al club de sus amores, llenaron el estadio con un inconfundible mar de banderas azules.
El partido no estuvo exento de drama. Cobresal, que buscaba cerrar su participación con un triunfo, golpeó primero con un gol de Adolfo Ovalle al minuto 51. No obstante, la U estaba dispuesta a dejar escapar la oportunidad.
Minuto a minuto, el equipo fue ganando terreno, empujado por el clamor de los 25.000 hinchas que cantaban sin cesar. Y entonces, cuando el reloj marcaba el minuto 78, llegó la jugada que cambió todo: Marcelo Salas fue derribado en el área, y el árbitro no dudó en señalar el penal.
El estadio quedó en silencio por un instante. Frente al balón, Patricio Mardones, un hombre acostumbrado a los momentos decisivos. Su disparo fue directo al centro, y la red se infló. El empate era suficiente. A partir de ese momento, cada segundo del partido se vivió con el alma en un hilo hasta que el árbitro decretó el final.
La U era campeón.
El festejo duró días para la Universidad de Chile, que desde entonces recuperó su lugar protagónico en el fútbol chileno.
Tal fue el hito, que algunos hinchas bajaron a la cancha, desmontaron las mallas e incluso arrancaron algunos parches de pasto. Nadie iba a olvidar ese día, no era un simple recuerdo, era la necesidad imperiosa humana de poseer con orgullo el testimonio histórico, el “yo estuve aquí”.
Treinta años después, la gesta del equipo de 1994 sigue viva. El club laico no es el más ganador ni el plano local ni el internacional, pero día a día cautiva a más hinchas con su mística extrafutbolística… Esa lucha y ese compromiso que se desprende de la historia de un club que sabe lo que es caer y resurgir.
Para quienes no pudieron presenciarla o quieren revivirla, está el documental “94, campeones como ayer“, un viaje a ese inolvidable año para un club que, en medio de un país que construía su futuro, también lo hacía suyo.
El club laico alcanzó la gloria el 18 de diciembre de 1994 con un épico empate ante Cobresal en pleno desierto de Atacama.