Montó la ola más grande de 2006 a nivel mundial, es actual campeón latinoamericano de surf, este año ganó una beca deportiva estatal y acaba de estrenar su propio documental. En conversación con CNN Chile, Medina relata lo difícil que es ser surfista en Chile.
2006. Matías Fernández deslumbraba a Sudamérica con Colo Colo, Chile elegía a su primera mujer presidenta y estallaba la Revolución Pingüina. Ese mismo año, Diego Medina Gatica (37), un surfista chileno de tan sólo 24 años, surfeó una ola de ocho metros en Punta de Lobos. Con ese hito ganó el título mundial a la ola más grande del mundo y se catapultó como uno de los mejores surfistas nacionales.
Hace 13 años no existía en Chile el mismo nivel de seguridad para el surf que existe hoy en día. Medina se lanzó sin chaleco salvavidas, sin moto de rescate y “sin pensar en que me iba a ganar un premio; sólo por disfrutar y por esforzarme en superarme”, recuerda en conversación con CNN Chile.
Ese día un fotógrafo registró la hazaña y al año siguiente fue premiado con el Billabong XXL Global Big Wave Awards 2006 en California, algo así como el “Oscar” del surf.
“Surfeé nunca pensando en competir. Yo creo que fue un premio al esfuerzo y a la perseverancia“, comenta.
Hoy Medina es campeón latinoamericano de surf tras obtener el primer lugar en el último Haka Honu Ceremonial de olas gigantes. Además de los auspicios de la misma Haka Honu -tienda especializada en surf- y cerveza Royal, este 2019 se adjudicó por primera vez una beca deportiva de 15 mil dólares que entrega el Gobierno a disciplinas no olímpicas
También es protagonista del documentalCaleta Pacífico, estrenado a comienzos de abril en el Teatro San Ginés, dirigido por Diego Rojas y auspiciado por Haka Honu. La pieza de 30 minutos de duración narra los primeros pasos de Medina en el surf, el desarrollo de su carrera y el cariño que le tienen sus pares. Cuenta con ilustraciones de Antonia Lara e imágenes captadas por destacados fotógrafos.
Pero no siempre tuvo el apoyo que tiene ahora. Cuando partió, ser surfista era difícil y un poco extraño en un país donde el fútbol es casi el único deporte al que se le presta atención.
Diego no siempre quiso ser surfista. Hasta los 12 años, como para la mayoría de los niños chilenos, su sueño era ser futbolista profesional. Una lesión que lo dejó fuera de las canchas cambió su futuro. Para él, que se había criado en una caleta de pescadores de Horcón, dar sus primeros pasos en el surf fue algo natural.
“Desde chico que mariscaba, estaba en la playa. Cuando empecé a surfear se me hizo súper fácil, no le tuve miedo a las olas. Yo creo que era lo mío. Todos los días pienso en las olas”, relata.
Con la disciplina que lo caracteriza y para mantenerse dentro de los mejores, va tres veces por semana al gimnasio a hacer entrenamiento funcional, de apnea y natación. Además, surfea al menos cinco veces a la semana, dos veces por día. La alimentación es fundamental: “Me preocupo de llevar una vida bien sana porque las marejadas nunca te avisan cuando van a venir, llegan en cualquier momento. De repente tú miras el satélite y aparece una marejada que llega en siete días más, entonces siempre tienes que estar cuidando tu alimentación”.
—En el documental comentas que te miraban como bicho raro al principio, ¿dirías que eso ha cambiado para las nuevas generaciones? —Sí, ha cambiado mucho porque cuando empecé había muy pocos surfistas en Chile. A mí me pasaba que yo vivía en una caleta de pescadores en Horcón y para ir a surfear tenía que tomar una micro y muchas veces no me paraba por ir con tablas de surf. Si llovía e ibas a surfear, te miraban como diciendo “¿qué estái haciendo?”. Yo creo que ha cambiado harto, ahora hay hartos niños que están surfeando, hay hartas mujeres, entonces hay mucha más cultura deportiva y se sabe que en Chile hay buenas olas. En esos años mucha gente pensaba que las olas eran en Hawái, que en Chile no se podía hacer una carrera como surfista profesional.
—Este año recibiste un patrocinio del gobierno de 15 mil dólares que fue catalogado como histórico. —Sí, este año voy a recibir una beca deportiva que es para competencias y entrenamiento de ola grande. Es primera vez en la vida que voy a recibir un apoyo del gobierno.
—¿Por qué te lo dieron a ti? —Me lo dieron a mí y a Cristián Merello, otro surfista de Pichilemu que también corre olas grandes, por los buenos resultados que hemos obtenido en campeonatos de ola grande. El gobierno quiere apoyar más el surf y la especialidad de ola grande. Varias veces ha salido nombrado Chile por olas grandes y los deportistas que tiene.
—¿Para qué vas a usar esa plata? —Con esa plata tengo pensado ir a todos los campeonatos internacionales que me inviten a competir, como Perú, Brasil, México y también tengo un plan de entrenamiento para ir a entrenar a México y a Hawái este año con ese presupuesto, porque en olas grandes, para que te inviten a todos los campeonatos, lo más importante es seguir las marejadas y correr olas gigantes.
—¿En Chile es difícil ser surfista en comparación a otros países? —En Chile a mí igual me ha costado harto, la verdad. Está creciendo harto el deporte y cada vez hay más apoyo, de hecho estos últimos años he tenido mucho más apoyo. Pero los presupuestos y los sueldos no son muy elevados, entonces te alcanza muchas veces para competir por Chile, pero si quieres competir internacionalmente es difícil, porque es muy caro salir a competir afuera con tablas de surf, inscribirse, arrendar auto para mover las tablas, alojamiento. La verdad es que no es fácil, pero cada vez se ve que hay más apoyo y que está creciendo el deporte.
—Los deportes muchas veces acarrean prejuicios, y probablemente el del surf vendría siendo que se suele pensar en él como un deporte más bien zorrón. ¿Qué tanto de eso hay? —Yo creo que hay de todo en todos los deportes. Como también de repente hay gente que es carretera, también hay deportistas que se toman el deporte muy en serio, como yo y varios amigos que tratamos de llevar el deporte al nivel más alto que se pueda y exigirnos al 100% entrenando. También hay algunos que les gusta carretear o taquillar, como en todos los deportes. Pero el surf es un estilo de vida, porque como es un deporte que está muy conectado con la naturaleza, lo hace especial. Cuando uno corre una ola, realmente queda alucinado y estás en conexión con la naturaleza. Meterse al agua y poder surfear una ola o nadar un poco, cuando uno sale, sale agradecido y sale limpio. De repente uno se mete un poco estresado o cansado y sales con mucha energía, muy vitalizado, es especial eso de este deporte. Eso lo hace bueno y hace también que las personas sen más conscientes, entonces yo creo que hay un prejuicio de que antiguamente el surf era como un deporte en el que se carreteaba harto. Tal vez porque se pasa muy bien y uno ve a los surfistas que siempre andan contentos, pero la idea es ser una buena persona y ser un ejemplo para las futuras generaciones.
—Desde tu disciplina y tú personalmente, ¿cómo enfrentas el problema de la contaminación en los océanos? ¿Cómo ves que ha sido la reacción del gobierno chileno? —Veo muy bueno todo lo que ha hecho el gobierno chileno con las campañas de eliminar las bolsas plásticas, de reciclar, de reutilizar. La verdad es que yo trato de reciclar lo que más puedo. Creo que una buena forma es no consumir de más, tratar de ocupar las cosas lo que más se pueda, y siempre dar el ejemplo. Nosotros lo hacemos en la playa, por ejemplo, si ves que alguien está botando basura, una colilla, decimos que por favor no lo haga. Nosotros vivimos todo el tiempo en la playa y siempre la estamos cuidando con mis amigos, con el club de surf que tenemos acá en Punta de Lobos. Cuando uno ve a alguien ensuciando, en buena onda hay que decirle que eso no se tiene que hacer.
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