Durante su etapa como jugador, Gareca formó parte del América de Cali, mientras que Pablo Escobar, el jefe de la mafia, era un ferviente hincha del Deportivo Independiente de Medellín y apoyaba a Atlético Nacional en competiciones internacionales, equipos rivales directos del conjunto caleño.
Ricardo Gareca, director técnico de la selección chilena, en su etapa de jugador tuvo una destacada carrera en el América de Cali en 1985, donde marcó goles decisivos que llevaron al equipo a obtener los títulos nacionales de 1985 y 1986.
Además, el delantero brilló en la Copa Libertadores, ayudando a su equipo a alcanzar el subcampeonato en 1985, 1986 y 1987.
Sin embargo, su éxito en el club le valió la enemistad de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el famoso narcotraficante y fundador del Cartel de Medellín.
Escobar era un ferviente hincha del Deportivo Independiente de Medellín y apoyaba a Atlético Nacional, rivales directos del América de Cali.
Según Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, un conocido sicario de Escobar, el narcotraficante había planeado un ataque contra Gareca y otros jugadores del América de Cali.
En una entrevista de 2018 con el diario peruano El Popular, Popeye, reveló que se consideró colocar un coche bomba a ciertos futbolistas del América de Cali, reconociendo que “estábamos en guerra. Incluso secuestró a jugadores de Cali”.
Sin embargo, Velásquez también indicó que un ataque no avanzó debido al amor de Escobar por el fútbol, lo que salvó a Gareca de un destino trágico.
“Ricardo Gareca siempre estuvo en la mira de Pablo Escobar. Sin embargo, no llegaron a él”, aseguró Velásquez.
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