Con pros y contra, transversalmente se reconoce la autonomía del Banco Central como el punto de quiebre en su funcionamiento. La dictadura le consagró esa condición en la Constitución de 1980 y, una década más tarde, se materializó a través de la ley orgánica. No fue fácil confiar en las intenciones de un régimen militar que, en la práctica, buscaba quitarle poder al entrante gobierno concertacionista y que, además, generaba las reticencias propias de una dictadura. De cara al debate que surgirá en la Convención Constitucional le preguntamos a ex presidentes de este organismo, ex ministros de Hacienda, economistas y ciudadanos qué debe conservar o cambiar el Banco Central.