Somos el país que menos invierte en ciencia de la OCDE y algunas de las economía líderes invierten hasta 12 veces más que nosotros en este ámbito. ¿Es posible cambiar el rumbo? "Hay un inmediatismo, sobre todo una tremenda dificultad de imaginar un país distinto", comentó el rector de la U. de Chile, Ennio Vivaldi.
Probablemente pocos recuerden un año en que se haya hablado tanto de ciencia. Virus, vacunas, inmunidad, PCR. Los científicos ha sido protagonistas durante los últimos meses desde la llegada de la pandemia de COVID-19.
Dicen que debemos guiarnos por la ciencia y sigamos el camino pavimentado por ella, pero el recorrido tiene obstáculos. Somos el país que menos invierte en ciencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y este año se ha conocido un reporte del presupuesto de ciencia y además, una suspensión de la convocatoria para Becas Chile. Algunos dicen no solo que no avanzamos sino que retrocedemos.
Cristina Figuera es una de las beneficiarias de las becas, y lamenta que “mi plan era seguir con mis estudios y el desarrollo de investigaciones sobre el cambio climático, porque es escasa en Chile, a través de un doctorado. Pero también me vi afectada por la reducción del presupuesto del año 2021“.
No cayó bien en los estudiantes chilenos de posgrado la noticia de cancelar Becas Chile, un beneficio que financia los estudios de miles de investigadores en universidades de prestigio. Tampoco lo que consideran un marginal incremento de presupuesto general (de $436 mil millones a $439 mil millones) o recortes en el fondo de innovación y universitario.
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Terminaba 2018 cuando se anunciaba el aplaudido primer ministro de Ciencia de la historia de Chile, Andrés Couve, cargo que estuvo oficialmente de primer aniversario este octubre. Una institucionalidad que sí ha representado un aporte para la comunidad científica, pero a la que le llegaron menos aplausos este 2020. Y es que el ministro Couve se vio obligado a ceder en algunos de sus deseos cumpleañeros por la restricción de presupuesto.
Y aunque hay molestia, no necesariamente hay sorpresa. Más bien para algunos es un frustrante déjà vu que se repite año tras año, trasciende los gobiernos y, dicen, es la consecuencia de un modelo chileno que ha tenido poco espacio para la ciencia.
“Hay un inmediatismo, sobre todo una tremenda dificultad de imaginar un país distinto. En el fondo es eso: no nos imaginamos un Chile que sea poderoso en ciencia, un Chile que sea capaz de desarrollar tecnología. Y esa es la tragedia detrás de esto. Seguimos con el mismo esquema, forma de suplir empleo, de ayudar a quienes podrían ser generadores de fuentes de trabajo, pero no somos capaces de ver al país en su conjunto”, reflexionó Ennio Vivaldi, rector de la U. de Chile.
Aquí volvemos a país como Corea del Sur o Israel, los que multiplican por 12 la inversión chilena en ciencia. Seguimos congelados en el 0,36% del PIB, superados además por el promedio OCDE.
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El modelo chileno basado en recursos naturales, dicen los expertos, podría explicar gran parte de problema.
Adriana Bastías, presidenta Asociación Red de Investigadoras, comentó que “tiene que ver con nuestro modelo de desarrollo que ha sido muy extractivista, donde ha habido una depredación de recursos naturales y donde no hay productos que nosotros exportemos con mucho valor agregado”
En tanto que Adrián Palacios, miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Ciencia, indicó que la “inversión en esta área va tener un retorno bastante considerable si tomamos una política de Estado que trascienda los cuatro años de gobierno, porque vamos a ver mayor cantidad de productos con valor agregado al final del recorrido”.
Y el sector privado también es parte importante de la ecuación que actualmente sólo aporta en 1/3 de la inversión total.
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Según los expertos, si Chile se mueve a gastar un 1% del PIB, los roles se dan vuelta. Y ahí la expectativa es que los privados eventualmente superen la inversión pública en investigación y desarrollo.
“Solemos abordar estos desafíos de manera individual y de manera aislada. Nuestra propuesta es poner estos desafíos al centro y convocar a innovadores, emprendedores y a las autoridades para abordarlos juntos de manera colaborativa”, agregó Alan García, director de Sofofa Hub.
Pudú es el primer robot social de Chile que puede ser enfermero de quien esté hospitalizado por COVID-19. Una alianza pública privada que también generó ventiladores mecánicos. Dos ejemplos de una lista de innovaciones en los que trabaja el país que espera con que el “made in Chile” no sea más una excepción una a la regla y si soñamos más lejos, porqué no imaginar un primer premio Nobel de Ciencia para Chile.