Los derechos de la naturaleza en la Constitución: Fernando Salinas frenó una termoeléctrica y va por el D18

Por Paula Aguilera

19.02.2021 / 18:37

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De 64 años, el activista ambiental, ingeniero civil y magíster en Filosofía de la Universidad de Chile aspira a un cupo por la Lista del Pueblo en la Región del Maule. Su propuesta también apunta a un Estado Solidario que garantice los derechos esenciales.


“No sacamos nada con tener una Constitución muy buena en todos los demás aspectos si en un tiempo más no vamos a poder vivir en esta sociedad con los temas que se nos vienen desde el punto de vista ecológico, porque el calentamiento global es un tema gravísimo y no hay una perspectiva”.

Esa es la motivación que llevó a Fernando Salinas (64) a lanzar su candidatura a la Convención Constitucional con el propósito de impulsar la defensa medioambiental, apoyado en sus 30 años de participación en Codeff (Comité Pro-defensa de la Fauna y Flora), la realización de El despertar de la Consciencia (1989), el primer documental ecológico en Chile, y la coordinación de una campaña contra un proyecto termoeléctrico en Maule en 2007.

Su familia y él son originarios de la zona, por lo que el ingeniero civil y magíster en Filosofía de la Universidad de Chile compite por un escaño en la Lista del Pueblo en el Distrito 18, integrado por las comunas de Linares, San Javier, Parral, Cauquenes, Longaví, Colbún, Retiro, Hierbas Buenas, Villa Alegre, Chanco y Pelluhue.

Sus principales propuestas son tres: que la naturaleza sea considerada como sujeto de derechos, que el Estado Subsidiario sea reemplazado por un Estado Solidario que garantice los derechos esenciales y un cambio en la estructura organizacional del país que apunte a la descentralización y desconcentración.

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Naturaleza y el sistema neoliberal

Para Salinas, la protección del medioambiente “en estos momentos es determinante porque el planeta está en una situación realmente al borde del precipicio y creo que si no hay un cambio estructural en el planeta, realmente no le veo destino”.

Por eso considera que establecer que la naturaleza sea sujeto de derechos es fundamental y “muy potente para que realmente el tema ecológico no sea un eterno conflicto”.

“Si tú te das cuenta, siempre las comunidades están contra las empresas, es porque la Constitución no ampara la ecología entonces todo termina al final en juicios, regulaciones, reglas, pero si en la Constitución está incluido que la naturaleza tiene derechos, muchas de estas cosas se evitarían y tendríamos que obligadamente adaptarnos a una nueva forma de vida, que es poner el medioambiente y la naturaleza primero porque es lo más importante para todos”, dice.

“Además, el sistema neoliberal que tenemos nació en Chile hace 40 años y resulta que dentro de los sistemas económicos ha sido el que más ha propiciado la depredación de la naturaleza. Entonces el hecho de que en Chile, donde nació el sistema neoliberal, haya un cambio, eso también va a ayudar al resto del mundo, porque el sistema neoliberal se proyectó en el resto del mundo”, añade.

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Como ejemplo de inspiración, menciona la carta fundamental de Ecuador: “Allá tienen la influencia indígena, es muy fuerte desde el punto de vista cultural, los indígenas latinoamericanos en general tienen una filosofía de vida completamente distinta a lo que es la filosofía occidental que heredamos nosotros de Europa”.

“En los pueblos andinos se llama Sumak Kawsay y acá los mapuches le llaman Küme Mongen, que es el concepto de el buen vivir. El buen vivir significa que lo más importante es la vida misma, el vivir en armonía con la naturaleza, el vivir en comunidad, valorar los bienes comunes como el patrimonio natural, las relaciones de las personas más que el desarrollo basado en el crecimiento económico, que es en lo que estamos nosotros”, detalla.

El cambio en la política

Salinas adhiere a la corriente de la ecología profunda que, según explica, “somos quienes creemos que hay que cambiar el sistema completo económico, orientarlo hacia la ecología e incluir las variables físicas, termodinámicas, cambiar los procesos productivos, todo. Pero obviamente no se puede hacer de la noche a la mañana, porque además afecta intereses”.

En ese sentido, indica que “yo creo que esto tiene que partir de un cambio político, y ese cambio político tiene que estar respaldado por la ciudadanía“, que es la razón que lo llevó a competir de manera independiente.

“A pesar de que desde el punto de vista ideológico tengo cercanía con alguna corriente y he colaborado, en estos momentos no me siento identificado con ningún partido político que ponga el tema ecológico y también la participación ciudadana, de que tiene que haber un cambio respecto de cómo la política se relaciona con los ciudadanos. Creo que el 18 de octubre marcó justamente ese tema”, dice.

Por eso valora la creación de la Lista del Pueblo, que está integrada por independientes a lo largo del país, e indica que “definitivamente si íbamos solos no teníamos ninguna posibilidad, el sistema político armó esto para que siguieran los mismos partidos participando en la construcción de la Constitución y a mí me parece que eso totalmente contradictorio. Justamente lo que hace la Constitución es constituir un nuevo sistema político, una nueva visión de sociedad y no pueden ser los políticos que han fracasado los que hagan eso“.

Su diagnóstico es que “la política está en un período de revisión en Chile. Yo creo que en sí misma es noble, es necesario construir un sistema político, no es la política la mala sino que fue deteriorándose a través del tiempo, porque la Constitución del ’80 tendió a formar dos grandes bloques cuyo objetivo terminó siendo sobrevivir y mantener el poder. También que el sistema económico se infiltrara. Creo que tenemos experiencias bastante significativas de cómo nuestra política fue corrompida por el sistema económico”.

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Contra la termoeléctrica Los Robles

El activista ambiental considera que su rol como coordinador de la campaña contra la Termoeléctrica Los Robles, proyecto que finalmente no se concretó: “Fue la experiencia más importante en la cual he participado”.

“Esto partió en 2007 y terminó en 2015. Fueron 8 años de lucha. Aquí se trató de instalar una termoeléctrica muy grande de 750W en Chanco, la costa del Maule. Para dimensionar, la antigua planta de Ventanas era de 150W, era gigantesca, en una zona agrícola, turística, de mucha riqueza ganadera”, relata.

“Construimos un movimiento ciudadano y comenzamos una batalla. Perdimos todas las instancias legales, porque la legislación está pensada para que estos proyectos se realicen, sin embargo, insistimos, hicimos movilizaciones, caravanas, buscamos la manera de visibilizarnos y afortunadamente logramos que se instaurara una comisión investigadora en la Cámara de Diputados, que determinó que habían muchas irregularidades y esa fue la razón por la que la empresa terminó desistiendo“, recuerda.

Como aprendizaje tras esa experiencia, concluye que “uno se va dando cuenta que la única forma de parar estos proyectos es con movilización ciudadana, no hay otra forma, y es lo que tenemos en este momento y esperamos que con una nueva Constitución las comunidades tengan que pasar años y años luchando para lograr mantener su forma de vida. Se trata justamente de hacer un cambio de visión de cómo debemos convivir”.