En el marco del especial “CNN 50: Testimonios de la historia”, el exministro de Salvador Allende y exembajador de Chile en Venezuela en el segundo mandato de Michelle Bachelet, reflexionó sobre el desenlace de la Unidad Popular. “Desde los inicios, los sectores sociales y políticos de la derecha buscaron el golpe de Estado, mientras que el presidente Nixon no iba a permitir una segunda Cuba”.
Pedro Felipe Ramírez ha sido una figura relevante en la centro-izquierda. Su camino en política empezó a temprana edad, en 1963 fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y también de la juventud DC.
Durante la Unidad Popular se desempeñó como ministro en las carteras de Minería y luego Vivienda y Urbanismo. En el proceso de protestas contra la dictadura de Augusto Pinochet, planteó la tesis de ser una oposición no violenta y fue unos de los cofundadores del Partido Por la Democracia.
En el último gobierno Michelle Bachelet fue nombrado embajador de Chile en Venezuela en 2014.
En un nuevo capítulo del especial “CNN 50: Testimonios de la historia” conversamos sobre el periodo de la Unidad Popular, sus vivencias en los diferentes centros de detención tras el régimen, y su cambio de perspectiva de la situación política en Venzuela tras haber sido exiliado a ese país.
—En 1971 dejó la Democracia Cristiana para incorporarse a otro movimiento, ¿por qué se retiró del partido en ese año?
—Nosotros fuimos una tendencia organizada en la DC hacia fines del gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva. Pensábamos que la alternativa de hacer los cambios era con Radomiro Tomic, pero él salió tercero en la elección. Luego, fuimos artífices muy importantes para que la DC votara por Salvador Allende en el Congreso pleno y lo eligiera definitivamente como Presidente de la República.
—Dejar la DC en 1971 es bastante decisivo de su parte. En ese contexto, ¿cuál cree que el rol de la DC en el golpe de Estado de 1973?
—Fueron fundamentales en legitimar el golpe de Estado. Recuerdo que hubo un acuerdo ilegal en la Cámara y fue posible porque la DC lo apoyó, declarando a Salvador Allende un presidente que había violado la constitución. No correspondía ese tipo de acuerdo y se opusieron varios diputados, pero mayoritariamente hubo respaldo.
Durante la Unidad Popular las diferencias entre el oficialismo y oposición era bien visibles, en las calles, en el Congreso y en las protestas. Ramírez reflexionó sobre el periodo de Allende y los dos años previos al golpe de Estado. “Estábamos tranquilos de haber hecho lo que correspondía según nuestras convicciones. El resto de la DC, que era mayoritaria en 1971, encabezado por Patricio Aylwin, prácticamente se alió con la derecha para combatir el Gobierno de la Unidad Popular. Entonces la opción en ese entonces era ser opositor o apoyar los cambios, no había alternativa y nosotros estábamos por los cambios sociales que el país requería.
Desde su perspectiva, el desenlace del golpe de Estado se originó por dos factores: internos y externos. “Desde los inicios, los sectores sociales y políticos de la derecha buscaron el golpe de Estado, mientras que el presidente Nixon no iba a permitir una segunda Cuba”.
Golpe de Estado
El 11 de septiembre de 1973, Ramírez fue despertado a eso de las seis de la mañana por sus compañeros que se desempeñaban en tareas de seguridad para trasladarse al Palacio La Moneda, pero el acceso al centro de Santiago estaba siendo restringido por los militares. Junto a su grupo decidieron trasladarse hasta la industria Fensa, ubicada en la comuna de Maipú, lugar de encuentro en caso de alguna emergencia política.
Hasta dicho lugar llegaron aproximadamente cerca de 200 militantes de Izquierda Cristiana. Ramírez en sus memorias de aquel día relató: “Vimos el bombardeo de La Moneda. Vimos cuando sacaron al presidente Salvador Allende fallecido… Nos dimos cuenta de que no era posible revertir la situación y nos fuimos a la casa de un compañero socialista para protegernos. Al día siguiente nos retiramos porque su esposa estaba nerviosa”.
Ramírez decidió no asilarse en ninguna embajada hasta el momento de su detención. “Estuve deambulando en distintas casas, en la de mis padres, amigos y compañeros del colegio y universidad, hasta el 10 de octubre, donde me detuvieron en la casa de una hermana”, agregó.
Logró sobrevivir después de pasar por varios centros de tortura y detención, entre ellos Cuatro Álamos, Isla Dawson y Ritoque. “Era, por un lado, muy duro, especialmente la tortura, pero había entre todos los presos una solidaridad enorme… Hasta hoy somos prácticamente hermanos”.
“En la cárcel de Valparaíso estuve con todos los marinos que fueron detenidos previo al golpe… En varias partes, conocí la experiencia que vivieron los torturados y pude ver la brutalidad de la dictadura, pero también la hermandad y solidaridad que había entre todos nosotros”, subrayó.
Ya en mayo de 1976 salió del último centro de detención, Ramírez recordó que concurrió a una cena con el cardenal Raúl Silva Henríquez, mientras que su expareja se reunió con Lily Castillo, esposa de Luis Corvalán (PC), fue allí que le comentaron que los aparatos de inteligencia de la dictadura lo detendrían nuevamente.
“Me dirigí de inmediato a la residencia de Panamá … No podía someterla nuevamente a una experiencia dramática que ya había vivido”, subrayó.
Luego partió al exilio, el primer paradero fue Panamá, fue recibido en Venezuela y también en Europa, finalmente retornó a Venezuela. En 1980 decidió volver a Chile en medio del anuncio plebiscito de Augusto Pinochet.
Pedro Felipe Ramírez, exministro de Salvador Allende.
Retorno a Chile
— ¿Cómo fue el retorno en medio de la dictadura?
—La dictadura generó la famosa Ley de Amnistía, inicialmente no se supo quién podía acceder. Se creía que era para los opositores que enfrentaron juicios que se llevaron adelante. En mi caso, la directiva clandestina de Izquierda Cristiana me pidió volver a Chile, y como yo no tenía la letra “L” que se estampaba para quienes tuvieran prohibido volver a Chile, pude volver. Además, tenía un contrato con el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, dependiente de la Cepal.
Entre sus reflexiones del porqué decidió a volver, subrayó que “me parecía que la mejor manera de combatir la dictadura no era desde el exilio (…) Había que vencer el miedo para luchar”.
El 11 de mayo de 1983 marcó un hito importante, la Confederación de Trabajadores del Cobre llamó al primer paro nacional contra el régimen y luego hubo una intensificación de las protestas. “Lo viví con mucha esperanza, porque ya sabía que, sin eso, la dictadura no iba a terminar. En la revista Análisis sostuve que la mejor forma de combatir la dictadura no era con violencia, sino que con manifestaciones de repudio social, planteando la tesis de la oposición no violenta.
Fue uno de cofundadores del Partido Por la Democracia (PPD) en el momento de rearticulación de las fuerzas políticas.
El retorno de la democracia
Durante el segundo mandato de Michelle Bachelet fue nombrado embajador de Chile en Venezuela en 2014. “Llegué siendo partidario del proceso que había iniciado Chávez, muchos dirigentes de derecha criticaron mi nombramiento por el hecho de ser chavista y madurista, y tenían razón. Pero a fines del 2015 la oposición ganó la mayoría de la Asamblea Nacional, permitiéndoles acusar constitucionalmente a Maduro y terminar con su Gobierno. Él inició una serie de acciones ilegales propias de una dictadura, y tomó una decisión de no abandonar el gobierno nunca más”.
Respecto a las lecciones de estos 50 años tras el golpe de Estado y el regreso de la democracia, puntualizó: “Las lecciones que deja es un aprendizaje del concepto democrático. Tenemos que trabajar para que en este país nunca más se pierda la democracia y se inicie una dictadura sangrienta como la que hubo. Hemos aprendido en la izquierda. De hecho, hoy tenemos a un presidente (Gabriel Boric) dialogante, quien también ha condenado la dictadura de Nicaragua, Venezuela y se ha enfrentado al presidente Lula Da Silva”
“La derecha chilena es la única que no ha reconocido que culpa y no ha dicho nunca más“, concluyó.