Corría 2016 y, primera vez en la historia, Chile levantaba la anhelada estatuilla otorgada por la Academia. La producción animada abrió el camino para que otras cintas nacionales también resultaran premiadas y valoradas en el extranjero. Acá, sus creadores reflexionan sobre el impacto de este gran hito.
Con el Oscar a Mejor Cortometraje Animado 2016 bajo el brazo, el equipo de Historia de un oso regresaba a nuestro país tras participar de la 88° entrega de los Premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. Un triunfo que marcó un hito en la historia del cine nacional, pues la producción consiguió la primera estatuilla para Chile.
La galardona cinta narra la historia de un papá oso que, a través de un diorama, recuerda cómo fue secuestrado por unos uniformados, alejado de su esposa y su hijo y forzado a trabajar en un circo.
La cinta está inspirada en la historia del abuelo de Gabriel Osorio, que tuvo que exiliarse de Chile tras el Golpe de Estado del general Augusto Pinochet.
“Queremos agradecer a la Academia, a nuestras familias y a todos quienes en Chile nos apoyaron en nuestro trabajo. Personalmente quiero dedicarle este logro a mi abuelo que inspiró esta historia y a todos aquellos que como él sufrieron el exilio. Esperamos que esto nunca más vuelva a pasar, gracias“, señaló su director, Gabriel Osorio, al recibir la estatuilla.
Un enérgico “viva Chile” en voz de los realizadores irrumpió en la ceremonia y, de esa forma, nuestro país se posicionaba en lo más alto de la industria cinematográfica.
Homenaje en La Moneda
Una vez en el país, el equipo detrás del cortometraje fue invitado a una recepción en La Moneda, liderada por la entonces presidenta Michelle Bachelet.
En dicha ocasión, los ganadores del Oscar estuvieron cerca de una hora estuvieron reunidos con la mandataria, quien aprovechó de tener en sus manos el prestigioso premio.
“La presidenta nos dijo que esto es un orgullo para el país, y así lo pudimos ver cuando llegamos y la gente nos recibió”, comentó el productor Patricio Escala al salir.
Además, añadió que “es importante darnos cuenta de lo que podemos conseguir nosotros cuando ponemos corazón en lo que hacemos. Éste es el resultado de un esfuerzo de un pequeño equipo de trabajo con mucho talento”.
El Chile después del primer Oscar
Considerando la narrativa de este cortometraje, es imposible para sus creadores desconectarse de lo que sucede en Chile tras el estallido social del 18 de octubre.
“Cuando recibimos el Oscar nos felicitaron de todos los sectores políticos porque desde el retorno a la democracia todos se mostraron de acuerdo que como país no podíamos volver a violar los derechos humanos, que es el mensaje de nuestro cortometraje. Ha quedado de manifiesto que ese compromiso es superficial y vemos que en este estallido social la represión y la violencia con la que se ha actuado vuelve a violar gravemente los derechos humanos del pueblo chileno”, sentencia Escala.
“Todo esto se conecta con las historias que hemos creado y los mensajes que queremos seguir entregando, donde siempre tendremos presente que preservar y aprender de la memoria de nuestro país es fundamental”, agrega.
Después de ellos, cintas como Una mujer fantástica dieron que hablar en la prestigiosa ceremonia de la Academia. ¿Cómo evalúan ellos haber sido los primeros en dar el gran paso?
“Creemos que influyó en demostrar que desde Chile y Latinoamérica se puede hacer animación de calidad, relevante y con identidad. Aún debemos como país generar políticas públicas para que nuestro cine pueda seguir creciendo en la industria cinematográfica internacional y para eso se deben crear herramientas que fomenten la inversión privada, las co-producciones y los incentivos tributarios para la producción de películas de animación”, concluyó el productor.
Experto en política estadounidense y ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., el cientista político chileno analiza las elecciones presidenciales y su impacto en la relación de EE.UU. con América Latina.