De la pasión de Camila Moreno y Mon Laferte, hasta las rimas pensantes y urgentes de Portavoz y Ana Tijoux, pasando por el rock de Ases Falsos. A continuación, te invitamos a dar play a los mejores discos de la década.
Comenzamos la década con una industria musical que intentaba comprender eso que llevó a Radiohead a regalar su disco en formato mp3.
Muchos lo intentaron, pero solo algunos lograron trascender como Conducción de Ases Falsos y Mala Madre de Camila Moreno, ambos compartidos de forma gratuita por tiempo limitado y superaron las 20 mil descargas.
En medio de todo este tumulto, aparecieron las plataformas digitales como salvación. Ahora, cada persona era dueña de su radio personal, capaz de comandar qué música debía sonar en cada momento de su vida. A la vez, nuevos sonidos y artistas se hacían un espacio en el corazón de los chilenos (Cami, Mon Laferte, Niños del Cerro), compartiendo lugar con los clásicos de siempre (Congreso, Jorge González, Inti-Illimani). Algunos incluso fueron más allá y se dieron el gusto de tener el vinilo de su banda local favorita.
Sabemos que nos quedaron muchos en la lista de pendientes. Sin embargo, para nosotros, estos 24 discos (ordenados sin orden de importancia) constituyen una muestra de la disímil banda sonora que órbita en las piezas, patios de colegio, cumpleaños y noches universitarias del país.
<Íntimo, intenso y expansivo. La cantautora chilena consolidó su identidad musical en una compleja mezcla de sonidos electrónicos y acústicos, con letras directas inspiradas en el concepto de “mala madre” (presente en el Malleum Malleficarum, texto con el que se basó la inquisición para la quema de mujeres), conectando con discusiones propias de esta década, como el feminismo y la ley de aborto. El proceso dio frutos y logró alzar a Moreno como una de las figuras esenciales de la música nacional de esta década, llenando recintos como el Teatro Caupolicán y el Teatro Oriente, en un agitado periodo que concluyó con la decisión de dejar los escenarios por un tiempo.
En pleno otoño, y anunciando el cambio de estación hacia el frío que se venía, apareció el debut de Tiare Galaz: un disco cálido, con una identidad clara que se caracteriza por sus fuertes raíces latinoamericanas, y donde las influencias de chilenos como Violeta Parra y Víctor Jara resaltan desde un primer momento.
Un bombo, un cascabel, un teclado, un ukulele y la voz dulce de Niña Tormenta fueron todo lo que se necesitó para este trabajo que brilla por su sencillez. Se trata de nueve canciones íntimas que nacieron del proceso de la autora tras la muerte de su papá y en ellas realizan un delicado trazo sobre emociones y situaciones cotidianas, como el retrato de su abuela en Lozapenco, o la carta de su padre hacia ella y sus hermanas en Canción Nueva.
Cuando parecía que ya había alcanzado el punto más alto de su carrera con el reconocimiento y atención internacional que le trajo La Trenza (2017), Mon Laferte sorprendió a todos con su más reciente trabajo, que apareció como una nueva muestra de que en su ascenso todavía no estaba todo dicho. Y como una diva, lo grabó nada más y nada menos que en Capitol Records (Los Ángeles) y a la antigua, con una sola toma.
En Norma, titulado como el primer nombre de su autora -Norma Monserrat-, la viñamarina aparece homenajeando con orgullo a todas sus influencias de la música cebolla y se mueve con soltura en estilos marcadamente latinos como el mambo y la cumbia. A través de ellos construye el relato de una relación amorosa desde el comienzo a su fin y en ellos queda estampada la grandeza de su calidad artística.
El punto culmine de una tríada que comenzó con un viaje con cierto hedonismo (Rebeldes) fue un grito contra el sistema: “Siempre es viernes en mi corazón” escondía la rabia hacia el mundo en un delicioso hit bailable. Amiga fue la respuesta de Alex a un mundo que se venía encima, apuntando hacia el machismo, la discriminación hacia la comunidad LGBTQ+ y el sexismo en clave pop, con letras algo didácticas ideales para estampar en un tweet, y que resultaron ser la llave para llegar definitivamente hacia la masividad.
Inspirados por las movilizaciones estudiantiles y un clima de agitación en general, Cristóbal Briceño y compañía encararon la rabia y energía de su primera etapa como Ases Falsos en su disco debut, una colección de canciones que se dejan deslizar como páginas de un diario: de los misterios del Perú a la vida de un futbolista congoleño, pasando por el relato de un funcionario de Carabineros con retiro anticipado y los ladridos a la autoridad de un perro callejero.
Aunque la banda continuó entregando muy buenos trabajos en el resto de la década, los 15 tracks de Juventud Americana siguen siendo el punto de mayor conexión con su público, a través de un código en común que transmiten como “La sinceridad del cosmos”, “Pacífico” y “Fuerzas especiales”.
A nivel artístico, los mejores momentos de la carrera de Jorge González están íntimamente conectados con su vida personal. Al igual que en Mi Destino, Corazones o El Futuro se Fue, el nivel de fragilidad del sanmiguelino hicieron posible un puñado de sentidas canciones que mostraron una nueva faceta del músico, quien no editaba un álbum de canciones pop inéditas desde 1999.
Libro resultó ser un acto de justicia, que lo llevó a González a rotar nuevamente en radios con temas nuevos como “Es muy tarde” y “Nunca te haría daño”, además de seguir sorprendiendo a sus seguidores con exploraciones varias (“Curación”, “100 años”, “El fin de una maldición” y “Yo no estoy en condiciones”).
Tras el impacto que causó con 1977 y La Bala, la rapera chilena conquistó nuevos territorios a punta de lúcidas e intensas rimas de conciencia feminista que velaban por una mayor comunión latinoamericana y justicia social. Con títulos como “Somos Sur”, “Antipatriarca” y “Los peces gordos no pueden volar”, entre las que se mezclan instrumentos andinos con elementos propios del jazz y hip-hop, Tijoux se instala de forma definitiva en el grupo de las artistas más importantes de la música en español.
La ambición de Daniel Riveros, más conocido como Gepe, para llegar a los grandes escenarios estuvo desde que convirtió en una de las figuras de renombre del pop local a mediados del 2000. A partir de “Por la ventana” (de Audiovision, 2010), ya mostraba signos de querer marcar otros rumbos, los que quedaron patentados desde los beats reggaeton de “En la Naturaleza (5-4-3-2-1)”, canción que descolocó a algunos, pero lo llevó a conectar con otros públicos.
Con este álbum, Gepe demostró que estaba listo para jugar en las grandes ligas, saliendo del circuito de los festivales indie y entrometiéndose en los eventos comunitarios, las grandes fiestas de municipalidades del país y escenarios casi obligatorios como el Festival de Viña y Olmué.
Tras un prometedor disco debut (Esquemas Juveniles), Javiera Mena dio con la fórmula perfecta para llevar su pop hacia las pistas de baile, sin perder la espontaneidad de sus primeras canciones. Así llegó hasta las 10 canciones de su segundo disco, Mena, el cual preparó el terreno para el gran golpe que la llegaría años más tarde con el single “Espada”. No obstante, es en este disco donde se puede comprender su sonido vital, en el pulso de “Sufrir” y “Luz de piedra de luna” a la intimidad AM de “No te cuesta nada” y “Un audífono tu, un audífono yo”.
El ariqueño no necesito bautizar su tercer disco solista para conseguir lo que quería: llegar a todo el país con su guitarra y sus canciones. Más apoyado por su banda que en sus antecesores, Manuel García cosechó un puñado de canciones que conectaron de inmediato con su público a través de las reflexiones propias del momento, entre historias de amor, homenajes y la amistad.
S/T llevó a este artista a convertirse en uno de los referentes de la época. Sus piezas eran replicadas en las esquinas y vagones del Metro, y con el éxito radial de temas como “Alfil” y “Vida mía”, García llenó el Teatro Caupolicán en el 2011, hazaña que repetiría por varios años consecutivos, aunque sus siguientes discos corrieran distinta suerte.
Después de un silencio de casi 10 años, la banda de Carlos Cabezas volvió en forma en el 2013 con su cuarto disco de estudio, en el que potenciaron su elegante mezcla de elementos ligados al rock industrial y los sonidos electrónicos. Fue el comienzo de una tercera vida para el grupo, el que a pesar del alejamiento de uno de sus integrantes fundacionales (Silvio Paredes) continuó con más actividad que nunca durante esta década.
Tras recorrer escenarios de todo el mundo y consolidar una propuesta rica en sonidos del mundo, que van desde el jazz, el bolero la música africana y cumbia psicodélica con una versatilidad sin precedentes. Rey Loj transporta al oyente en un carnavalesco viaje tan colorido como el notable arte del disco (realizado por el ilustrador Samano Vallejo), guiado por la encantadora voz de Ilabaca.
El golpe definitivo de cátedra del quinteto penquista, tras fijar residencia en México, fue la noble y respetuosa colección de versiones a uno de los catálogos más apreciados a nivel latinoamericano: las creaciones del trovador cubano Silvio Rodríguez. Lo que comenzó como un proyecto paralelo, mientras terminaban de dar forma al sexto disco de estudio del grupo, Música Libre llevó a Los Bunkers a presentarlo en exitosas giras durante dos años, gracias a la repercusión que tuvieron cortes como “Quien Fuera”, “El Necio” y “Ángel para un final”.
Ocho temas marcados por la espontaneidad y la efervescencia pop fueron suficientes para Alex Anwandter y Gepe, quienes idearon su primer y único trabajo en conjunto durante tres años, consiguiendo dar forma a una curiosa mezcla de las inquietudes de ambos. La suma de horas de viaje escuchando tanto Animal Collective como Pet Shop Boys dio como resultado uno de los discos más interesantes del pop local, que lamentablemente no tuvo mayor proyección debido a los tiempos que pasaban los dos músicos, en pleno ascenso hacia la masividad.
En paralelo al arrollador éxito de las bandas pertenecientes a la llamada ‘nueva cumbia chilena’, Chico Trujillo se convirtió en un imprescindible de las fiestas. Los niños se sabían las letras, los jóvenes coreaban hasta los bronces y, para los más grandes, conectaban con el alma bolerista de la voz del ‘Macha’ Asenjo, antes que muchos descubrieran su otro proyecto más aplaudido de esta década, Bloque Depresivo. “Gran Pecador” sirvió para continuar el éxito que ya arrastraba el colectivo de músicos desde Cumbia Chilombiana (2006).
Grabado a distancia, debido a la partida de su vocalista Eduardo Pavez a Alemania, el segundo disco de Tenemos Explosivos impactó notablemente en circuitos rockeros y del post-hardcore con crudas líricas cargadas hacia la pérdida, la muerte y el viaje.
En tiempos en que, a mediados de la década, el «pop de guitarras» acaparaba las miradas, Run Run apareció como el mejor exponente de un movimiento impulsado por jóvenes provenientes de comunas periféricas de la Región Metropolitana y herederos de estilos como el emo, indie, shoegaze, post-rock, psicodelia y el folk.
El resultado son ocho canciones que parten como aguas tranquilas entre guitarras suaves y melódicas y que desembocan en marejadas de intensidad entre gritos y trompetas. Sobre ese telón de atmósferas e intimidad, letras que hablan de paisajes cotidianos y sensaciones como la emoción ante un romance y el desánimo por el presente, que logran un sonido que recuerda a bandas clásicas del emo como Empire! Empire! y American Football.
Después de lanzar un prometedor EP en el 2015 como carta de presentación, Chini Ayarza y Roberto González configuraron un encantador viaje hacia el interior del ser humano y las relaciones interpersonales, que significó uno de los mejores trabajos del pop nacional de la última parte de esta década.
La cantante y compositora chilena Fran Sraube, tras recorrer escenarios locales y extranjeros junto a Miss Garrison, volcó todas sus energías en una exploración personal que ha sabido mutar y amplificarse con el paso de los años, con una creatividad desbordada que se transmite tanto en la puesta en escena de sus presentaciones en directo como en sus videos.
Ya reconocida durante esta década como una de las voces más destacadas del pop chileno, Nicole supo sumar nuevos éxitos a su setlist con un trabajo personal y luminoso, marcado por la pérdida de seres queridos, el amor y la maternidad. Panal llevó a esta artista a vivir una nueva etapa en su carrera, recorriendo nuevos escenarios como el del festival Lollapalooza, así como también su regreso a la Quinta Vergara en el 2015.
La dueña de la frase “el reggaetón es un lubricante social” expandió sus fronteras con su neo-perreo con un trabajo de mayores pretensiones con contundentes éxitos como “Barre con el pelo” y “Si o No” que la situaron en medio de la clamorosa ruta de las giras internacionales.
Consolidados ya con el formato que los hizo conocidos por algunos como el ‘Inti-Illimani Nuevo’, la facción de los hermanos Cuolon hizo del trigésimo sexto álbum del mítico grupo (y quinto desde que su división) en uno de los más vendidos en descargas digitales y en formato físico. Destacan entre sus tracks las colaboraciones con el argentino Raly Barrionuevo y una nueva versión de “Volver a los 17” junto a Isabel Parra.
Probablemente el disco de rock que más alto vuelo alcanzó en esta década. Herederos de la tradición de Los Jaivas, la agrupación oriunda de Curicó recoge la tradición folclórica del sur y la mezcla con lo mejor del rock progresivo mundial. En El Vuelo del Pillán hay charangos a lo Inti Illimani y zampoñas a lo Quilapayún, pero también teclados a lo Dream Theater, baterías a lo Porcupine Tree y guitarras a lo Tool.
¿El resultado? Un sonido auténtico que deslumbra y emociona por tracks como “Todavía”, “Cenizas” o el cover de “Aguila Sideral”, el clásico del Alturas del Machu Picchu que suena fresco y actualizado.
No es ninguna exageración catalogar al debut solista de Andi Millanao Ferrer, más conocido como Portavoz, como el álbum de rap político más influyente de la última década. Germinado al alero de las movilizaciones estudiantiles de 2011, donde pasaba de link en link entre los estudiantes, el disco retrató el descontento y las luchas de su época con cortes como “Flow y Venganza”, “Donde Empieza” o el hit “El otro Chile”.
Todo siempre realizado con beats que beben del rap de los ’90 y con líricas que toma bastante de la crónica periodística, como en “Poblador del Mundo”, el retrato de las penurias que vive un inmigrante y que demuestra la sensibilidad y el tacto del mejor MC nacional: “esta pudo haber sido la historia de un peruano en Chile, pero es la historia de un chileno en Europa”.
La periodista de CNN Chile agradeció la distinción y recordó la trayectoria de Correa, quien es recordada como la entrevistadora más importante de la historia de Chile.
