La doctora en Ciencias y actual docente de la Universidad de Concepción analizó los desafíos, dificultades y prejuicios que hay con la educación online debido a la crisis sanitaria.
“Los estudiantes cuando llegan a la U dicen que odian matemáticas”. Con esta frase comienza la conversación Alejandra Maldonado, doctora en Ciencias y docente en la Universidad de Concepción, quien utiliza esta analogía para comparar el aprendizaje de forma remota.
Desde el punto de vista docente, “hacer educación online es muy bonito, pero requiere mucho esfuerzo, planificación y diseño”, afirma, añadiendo que hay que evaluar bien a la audiencia para saber cómo llegar a ellos y así alinear bien los objetivos de aprendizaje como también las actividades.
Para Maldonado, hacer educación remota en la actualidad -con la crisis sanitaria- no es la educación online tradicional: “Es algo distinto, donde la gente está siendo forzada a hacer lo que se supone que es educación online”.
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“La verdad es que cada uno está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene”, señala. Asimismo, afirma que lo importante es que los profesores y estudiantes tomen el concepto de que el prejuicio de verlo como algo difícil, así como las matemáticas, en realidad no lo es.
“Hay muchas cosas que se salen de las manos, no todo lo podemos controlar”, reconoce al ser consultada por la posibilidad de un proceso de marcha blanca en lo que se refiere a estudio remoto.
“Es importante una marcha blanca ya que sería el momento para que los docentes tengan contacto con sus estudiantes”, evalúa. Además, dice que se deben tomar en cuenta todas las variables sanitarias que podrían distraer a los alumnos, quienes tendrán variedad de preocupaciones muchas veces antepuestas al estudio.
“No esperemos un trabajo perfecto en lo que se refiere al estudio remoto”, subraya.
Alumnos entrantes necesitarán resguardo
Maldonado contempla la realidad también de los estudiantes de primer año: “Eso es lo que más me choca, porque cuando uno llega de afuera no conoce a nadie, pero estando físicamente en un lugar uno comienza a conocer a los compañeros y se forman redes de apoyo. Eso, este año a los alumnos de primero, no se les va a dar así”.
Señala que lo ideal es que uno de los objetivos de la marcha blanca sea utilizar una plataforma para que, al menos, puedan conocerse y generar apoyos.
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“Para crear un curso online se debe partir analizando bien a los estudiantes y ver cómo llegar mejor a ellos. Qué tipo de recursos los pueden beneficiar más y en qué contextos están”, analiza. De esta forma, Maldonado plantea los puntos generales a tomar en cuenta en el inicio de un curso donde se trabajará en línea.
El diseño también es fundamental, donde los profesores se dedican a ver qué recursos y actividades de aprendizaje van a utilizar.
“Todo lo que hacemos es un paquete; no es simplemente ocupar una plataforma como si fuera un depositorio de PDF”, enfatiza.
Las brechas en la educación
En el caso particular de la Universidad de Concepción, Maldonado comparte que este campus está comprometido con entregar educación de calidad, tratando de apoyar lo máximo posible al alumnado y a los docentes.
Expone que ella realiza en uno de sus programas online en curso de buenas prácticas, donde promueve el uso de aprendizajes asincrónicos, lo que se traduce en que los profesores son los que determinan los recursos para generar las actividades que ellos estimen necesarias.
“Lo que propongo es que los docentes creen sus aprendizajes y los pongan en plataformas, pero siempre pensando en que el estudiante no va a interactuar con esa plataforma en un tiempo determinado”, indica.
Finalmente, pone el foco en las distancias económicas y de recursos que pueden llegar a tener los alumnos, ya que el Internet o los computadores no siempre son accesibles en todo momento para cada familia en Chile.