Carolina Urrejola: “Las izquierdas del mundo están más ocupadas de reivindicar a grupos minoritarios”

Seguimos hablando de Francia. En una semana más habrá segunda vuelta en un proceso de enormes repercusiones.

El partido de Marine Le Pen convierte a la derecha extrema por primera vez en la principal fuerza política de su país, tras años de ocupar un lugar más bien de outsider.

En su discurso triunfal, Le Pen reformuló los principios de la Revolución Francesa, dijo “Libertad, Seguridad y Fraternidad”. Entra la seguridad y sale la igualdad.

Me permito citar el análisis de nuestro compañero de programa y experto en política francesa, Alfredo Joignant. Este discurso de la seguridad no se refiere solo a la seguridad pública, sino a una seguridad existencial. Ante el imaginario de un fin de mundo — común en los tiempos que corren — ¿Por qué creer en el?

Los antivacunas, la hostilidad hacia el cambio climático, el racismo, la antiinmigración y un largo etcétera, aparecen como promesas para salvar al país de las amenazas que la izquierda ha inventado. “Nosotros venimos a dar seguridad”, es el mensaje ¿Y qué pasa con la responsabilidad de la izquierda francesa?

En los días previos a la elección, la Coalición Nuevo Frente Popular convocó a varias manifestaciones antifascistas que congregaron a decenas de miles de franceses.

Da para recordar la muy masiva manifestación en Chile de los simpatizantes del apruebo, antes del primer plebiscito constitucional. La del rechazo convocó a pocas decenas de personas. Y ya conocemos el resultado.

El creciente voto por la extrema derecha es silencio y se expande, en parte, porque las izquierdas del mundo están más ocupadas de reivindicar a grupos minoritarios, que son muy válidas, pero no dialogan con la dura realidad de la clase media, que se siente amenazada por la multicrisis que estamos viviendo.