En Cuestión de Opinión, el conductor de CNN Chile Radio se refirió sobre educacional emocional y situación de la salud mental en Chile.
Ayer, en Última Mirada, tuve uno de esos encuentros que abren la mente. Conversé con Arnaldo Canales, impulsor de que en colegios y universidades se enseñe lo que se denomina la educación emocional. Esto como ramo para entendernos mejor y entender lo que nos pasa.
Hubo un intento con disposición del Gobierno para implementar la materia, pero al final todo quedó en nada.
Entender la importancia de nuestra salud emocional no es algo ñoño o buenismo psicológico. Es entender por qué sentimos miedo, rabia, esperanza, frustración y actuamos bajo esas emociones, muchas veces arrepintiéndonos después de nuestro proceder y habiendo causado daño en otras personas.
Los signos de este problema históricamente se resolvían con frases que más que ayudar, agravaban el problema: si el niño lloraba, bueno, había montones de veces la respuesta de, oye, un mandato machista, los hombres no lloran, parecí mujercita; o la comparación inaceptable, destructora de la familia, mira a tu hermano y compórtate como él, descalificando el sentimiento propio por comparación.
Entender lo que nos anima o desespera es la antesala de una sociedad que puede cooperar, ponerse de acuerdo, ver a quienes amamos siendo felices, porque se les entiende emocionalmente.
La educación emocional como materia escolar permitiría pasar de la burla a la comprensión, del aislamiento a la compañía y sobre todo a entender cómo asumir emociones que sin comprensión se convierten en una especie de apartheid psicológico con niños y adultos limitados emocionalmente, y básicamente dejados a que experimenten sus padecimientos solo porque nadie los entiende.
A propósito, hay un libro de Arnaldo Canales sobre esto que se llama educación emocional, que también es muy recomendable al respecto.
Experto en política estadounidense y ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., el cientista político chileno analiza las elecciones presidenciales y su impacto en la relación de EE.UU. con América Latina.
